Capítulo 19

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POV. Steven

- Repíteme por qué no puedo golpearlo hasta abrirle la cabeza.

- Porque en estos momentos estás frustrado, enfadado y triste por lo de tu hermana y podrías hacerlo de verdad. Ambos sabemos que no quieres matarlo.

Suspiré sonoramente, dejando escapar todo el aire que retenía, y solté el cuello de la camisa de Aiden. Él me miró, preocupado hasta el culo por mí (como siempre), y yo negué con la cabeza.

Estábamos en la mansión de la fraternidad de los gemelos después de una búsqueda infructuosa. Mi hermana no estaba en la nave industrial, ni en los edificios de los alrededores, ni en ninguna parte de aquel pueblo de mierda. Lo único que me daba un poco de consuelo era que teníamos a un club de moteros ayudándonos. Esbocé una sonrisa ladeada al recordarlos, y tanto Aiden como Sab, mis mejores amigos, me miraron con el ceño fruncido.

- No, todavía no se me ha ido la olla. Recordaba a tus nuevos novios, playgirl.

La rubia puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos mientras esbozaba una sonrisa traviesa.

- ¿Celoso, zanahoria? Creo que vi a uno de ellos, el alto de tatuajes pornosos, tirándote los tejos varias veces.

A pesar de lo triste y frustrado que me sentía, no pude evitar soltar una carcajada.

- ¿Qué se le va a hacer? Incluso los chicos malos me desean.

Le guiñé un ojo, continuándole la broma, y la miré con agradecimiento. Aiden, exasperado, levantó ambos brazos en señal de rendición y salió de la cocina, donde nos encontrábamos nosotros tres.

- Sois jodidamente insoportables cuando estáis juntos.

- Gracias, guapo.

Me reí por la respuesta de la playgirl, a pesar del dolor sordo de mi pecho, pero en cuanto Aiden salió por la puerta maldiciéndonos por lo bajo no pude evitar derrumbarme. Había aguantado mis lágrimas y mis pensamientos todo el silencioso trayecto de vuelta, pero mi cuerpo y mi mente no soportaron más. La rubia, consciente de mi precaria situación, corrió junto a mí y me rodeó con sus delgados brazos, tal vez tratando de juntar todas mis piezas. Rodeé su estrecha cintura con los míos, y escondí la cara en el hueco de su hombro con su cuello. Ella me acarició metódicamente la espalda, mientras yo me rompía por segunda vez en una semana en su abrazo.

- Tranquilo, la encontraremos. Y luego te dejaré romperles el culo a los bastardos que se la llevaron lejos de ti.

Muy a mi pesar, sonreí en medio de mi torrente de lágrimas, y fue ahí donde me di cuenta de que Sab era una de las amigas de verdad. De esas que salían en los libros y que toda persona deseaba tener. Y no pude más que estrecharla más fuerte contra mí.

- Gracias por todo, Sab.

Pude notar la tensión que embargó su cuerpo momentáneamente, pero le reste importancia al notar que volvía a relajarse y acariciaba con cariño mi espalda.

No supe cuánto tiempo pasamos así, yo sollozando y ella consolándome, pero de un momento a otro la puerta de la cocina se abrió y un Hunter sin camisa pasó delante de nosotros en dirección al armario donde guardaba Nutella. Sentí a Sab retorcerse en mi abrazo para observar con detalle la espalda desnuda del medio emo, y reí contra su hombro.

- Ataca, fiera.- susurré, y antes de que pudiera pegarme me escabullí fuera de la cocina escuchando sus chillidos indignados a mis espaldas. Reí de nuevo, secándome el rastro de lágrimas que aún surcaba mis mejillas, y respirando hondo me dirigí al salón, que se había convertido en nuestra base de operaciones. Por el camino me encontré a un montón de tíos de la fraternidad que no conocía de nada, así que no me extrañó encontrarme los sofás ocupados por gente conocida y desconocida para mí. Sin meditarlo mucho me senté en el suelo junto a Tyler, quien leía ávidamente un libro más grueso que su cabeza. Lo que ya era decir.

¡Playgirl a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora