Capítulo 33

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POV. Hunter

- No me lo puedo creer.

Sab, Smith, Richard y Steven habían salido corriendo sin responder a mi pregunta, y como yo era curioso por naturaleza hice un esfuerzo mortal y los seguí a zancadas amplias sin esfuerzo. Dejémoslo en que ninguno de ellos era atleta, a pesar de jugar al baloncesto.

- Ya ves. Lo pero es que la broma era para vosotros por la novatada.

Sab, Richard y Smith asintieron, de acuerdo con la afirmación del pelirrojo. Sonreí de lado y miré a la rubia con diversión.

- Fue idea tuya, ¿verdad?

Abrió la boca y puso cara de indignación a la par que cruzaba los brazos sobre una sudadera gigante de baloncesto que llevaba puesta. Me recordé mentalmente preguntarle por ella mientras externamente trataba de esconder una sonrisa idiota.

- ¿¡Por qué siempre que pasa algo malo tengo que ser yo!?

- Porque estás en todos los sitios de los crímenes.- respondió Steven mientras intentaba meter una pajita dentro de un zumo pequeño, de estos que vienen en bricks de seis.

- Porque se te escapa una risa malvada cada vez que ves dichos crímenes.- añadió Richard bostezando.

- O porque siempre son ideas tuyas.- Smith le pinchó la mejilla con una llave que sacó de sabe Dios dónde y yo me limité a reirme con ganas.

Una camarera nos trajo los pedidos con una sonrisa tímida que todos devolvimos con ganas. Bueno, Smith más que el resto porque, en fin, él amaba a cualquiera que le diera de comer, al igual que Sab. La chica, que no debía de tener más de 17 años, se alejó tras dejar la comida de las fieras y aproveché para señalar la sudadera gigante que la rubia vestía mientras le daba un gran mordisco a mi gofre con chocolate.

- ¿A quién se la has robado? Lo de pasar un buen rato sí, pero robar no es lo tuyo, rubia.

Oculté el dolor que me provocaba pensar en que la rubia había estado con otros hombres, y a cambio continué comiendo y mirando de reojo a Sab. Los otros tres pazguatos se quedaron repentinamente callados y atentos a la conversación, y me abofeteé mentalmente por ser tan evidente. Sab miró de reojo hacia la sudadera y, sonriendo después de poner los ojos en blanco, me guiñó un ojo. Joder.

- Es de Allen, me la prestó esta mañana cuando me encontró... Bueno, en mal estado.

Mi ceño se frunció, y mientras los otros continuaban hablando de sus cosas aproveché para agarrar suavemente la barbilla de Sab y hacer que me mirase a los ojos. Escudriñé sus reacciones con minucia, preocupado.

- ¿En mal estado? ¿Qué pasó?

Me dedicó una sonrisa frágil y me miró intensamente a la par que se mordía el labio inferior.

- ¿Podemos ir a tu habitación?

Al ver que la cafetería comenzaba a llenarse asentí y me levanté, tendiéndole una mano que cogió con firmeza y no soltó en todo el trayecto.

- Adiós, chicos. Nos vemos por la tarde.

- Adiós, tortolitos.

Cuando pasamos al lado de la mesa para salir del local, aproveché para darle una colleja bien fuerte al maldito pelirrojo del demonio.

POV. Tyler

Me encontraba sentado con la espalda contra la pared exterior de la habitación que Evan y yo compartíamos en la fraternidad. La última semana nos habíamos distanciado por mi culpa, y por ello estaba esperando a que terminase de follar con alguna chica que pronto se iría de la mansión llorando.

¡Playgirl a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora