Capítulo 11

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POV. Sabbanah

- Bueno, ahora que ya han arreglado sus diferencias y ya tengo su atención de nuevo, me gustaría decirles quiénes son los integrantes de cada equipo. Los del equipo A: Terence, Aiden, Smith, Richard, Allen, Henry y Sabbanah. Equipo B: Daniel, Emmerson, Phillippe, Chad, Vince, Peter y Samuel. Los entrenamientos del equipo A son lunes, miércoles y viernes de 16:00 a 19:00; B los martes, jueves y sábados en la misma franja horaria. El resto puede venir los domingos a echar unas canastas siempre que consigan la llave.
Ni siquiera fui capaz de reirme de la extraña sonrisa burlona que esbozó el entrenador Hunter, puesto que mi cuerpo estaba completamente muerto, sin vida, agotado. El suelo de la cancha de baloncesto estaba frío bajo mi espalda húmeda por el sudor (ya que tanto Aiden como yo habíamos acabado por quitarnos la camiseta) y la gente ya comenzaba a irse cuando Richard se me acercó con una sonrisa de oreja a oreja y me cogió en brazos con cierta dificultad, aunque sin poner cara de asco por mi piel sudada. Mi camiseta colgaba de su hombro. Tambaleándose ligeramente, nos condujo a ambos dirección salida.
- Dios mío, todavía no me puedo creer que hayáis hecho eso. ¿Cómo es posible? ¿0-0? ¿Sabes que Allen es nuestro mejor pivot? Madre mía OS habéis machacado mutuamente, parecía que en cualquier momento OS íbais a tirar a la yugular del otro. ¿Y la cara de Hunter? Todo un poema, creo que es la primera vez que ve jugar tan salvajemente y que lo ignoran durante más de veinte minutos. Allen se ha quedado allí tumbado, con sus dos amigos Daniel y Vince tratando de espabilarlo.
- Qué pena que no tenga un Richard que lo lleve... - murmuré contra su cuello, con los ojos cada vez más cerrados por el cansancio. La luz del día ni siquiera me molestaba, ni tampoco los ligeros bandazos que mi amigo peliazul daba a causa de mi peso, ni siquiera los gritos medio asustados medio burlones de cierto pelirrojo del demonio.
- ¡Playgirl! ¿No te da vergüenza que Richard tenga que llevarte por ahí como un saco de patatas? ¿Y qué haces sin camiseta? ¿Eso de ahí es sangre?
¿Sangre? ¿Dónde tenía sangre? De pronto me desperté lo suficiente para comprobar que, en efecto, tras nosotros íbamos dejando un pequeño reguero de gotitas de sangre. Miré tantas partes de mi cuerpo como me fue posible moviendo sólo mi cabeza y localicé la fuente de mi susto a lo largo de toda mi pierna. Sin darme cuenta, en algún momento de mi partido/enfrentamiento con Allen me había raspado ambas espinillas, y en una de ellas se me había hecho un corte aparatoso. Bastante aparatoso. Miré con reproche a Richard.
- ¿Y tú no me dices nada?¿Me ves desangrándome y te me pones a hablar del imbécil de Allen y sus imbéciles amigos?
Steven miró a nuestro amigo común con el ceño fruncido y se dispuso a examinarme la herida con cautela cuando mi portador dió un paso atrás, alejándose, y comenzó de nuevo su marcha hacia sabe dios dónde. Mientras, nos dió las explicaciones pertinentes.
- Ya la he examinado, no es profundo pero sí ha alcanzado un par de venas particularmente mal situadas. La llevo a la enfermería.
- De acuerdo. Pero te acompaño, si sigues dando tumbos así creo que la enfermera acabará por tener que atender a dos pacientes en vez de a uno. Por cierto, ¿y Aiden y Smith?
- Los mandé a la enfermería a avisar de mi nuestra llegada. ¿Tyler y Evan?
- En la cafetería. Como veíamos que no llegaba la playgirl chillando como la locaelcoño que es, ni tampoco vosotros, me mandaron a mí a investigar. Anda, dámela, no puede pesar tanto como dice tu cara de sufrimiento absoluto.
- No, no pesa tanto, pero llevo cargándola desde la cancha de baloncesto cubierta. ¿Sabbanah? ¡Sabbanah no te duermas! ¡Eres demasiado joven para morir!
Abrí mis ojos lo suficiente para ver su cara asustada y después enterré mi cara en su cuello de nuevo con una mueca.
- Tengo sueño...
Sus brazos se relajaron notablemente, hasta el punto de casi dejarme caer al suelo, y con cuidado de no moverme demasiado me traspasaron de mula de carga. Mi cabeza descansaba en el ancho hombro del pelirrojo, y el potente perfume masculino de Steven me llenó las fosas nasales.

(...)

- Y ni se te ocurra volver a jugar de esa manera al baloncesto, ¡te podría haber dado un algo! Será mejor que te vayas a casa antes de que tu tía se entere, ¡me dacapitará!
Gemí involuntariamente y salí dando tumbos de la enfermería para alejarme todo lo posible de la enfermera, que dio la casualidad que era Amelia, la mejor amiga de mi tía Meredith. Supuestamente ambas habían llegado al acuerdo de que entre las dos iban a cuidarme lo mejor que pudiesen, y que mi tía se enterase de que casi me había matado a base de sobre excederme en la práctica de ejercicio físico podía provocar su ira. Cosa que nadie en el mundo quería. Aún escuchando la voz angustiada de la enfermera y secretaria de la universidad a mis espaldas, caminé en dirección a la cafetería con pasitos pequeños y tambaleantes, donde había quedado con mis amigos después de que me dejasen en enfermería. Los pasillos estaban practicamente desiertos, a excepcion de un par de parejas dándose el lote y dos o tres grupillos de nerds ajetreados. Recorrí el gran edificio que conformaba la universidad, sintiéndome mejor a cada paso, y finalmente llegué ante una puerta roja con un cartel encima que citaba: cafetería  en letra cursiva. La abrí con esfuerzo debido a que aún sentía los músculos exhaustos y oteé su interior en busca de seis cabezas. Al localizarlas, caminé lo más derecha que pude en su dirección a pesar de que no recayeron en mi presencia hasta que estuve apoyada en la espalda de Tyler.
- Necesito un chófer, dejamos lo de las fraternidades para mañana.
Sonreí, a pesar de que me dolió, al ver el alivio en sus miradas.
- Estúpida playgirl, nos has dado un buen susto.
- Ya pensábamos que íbamos a tener que buscarnos otra tía a la que pedir consejos para ligar.
- ¿Estás sugiriendo que necesitas mi ayuda, Evan?
- Estoy sugiriendo daros la bienvenida oficialmente a nuestra fraternidad.

¡Playgirl a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora