Capítulo 8

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POV. Sabannah

Evan a mi izquierda se removió algo inquieto y fue a hablar pero Tyler se le adelantó.
- Sabannah, Aiden. Aiden, Sabannah. Aunque por el tono de vuestras voces puedo suponer que ya habeis tenido otro encuentro antes.- comenta el moreno más que divertido. Oh Tyler no me esperaba esto de ti. De Evan y Steven si, pero de ti no. Acabas de matar al hadita buena que creia que eras.
- Por desgracia si.- dijimos Aiden y yo a la vez. Lo fulminé con la mirada una última vez antes de mirar cómo Richard trataba sin éxito de comerse una manzana entera, sin partirla ni nada. Fruncí el ceño a medida que el peliazul no desistía en su empeño.
- ¿Y qué se supone que hace aquí?- preguntó el de ojos grises en un tono algo más que desagradable.
- ¿No puedo sentarme con mis nuevos amigos?- inquirí desafiante. Tomó asiento junto a Richard y sonrió perversamente.
- ¿Ahora soy tu nuevo amigo? Vaya, eso si que no me lo esperaba.
Fruncí el ceño, cómo no, e iba a responder con una grosería cuando sonó el timbre que anunciaba el final del descanso. Me tragué mis palabras y salí de allí un poco molesta. ¿No podía dejarme tranquila con mis nuevos amigos? Ni que ellos fuesen... Me detuve abruptamente en medio del pasillo al comprenderlo. ¡Joder! ¡Ellos eran sus amigos también! Si, lo se, tardé bastante en entenderlo pero soy un poco cortita, okay? Okay.
Steven, que venía detrás de mi tocandome las narices, chocó contra mi a causa de mi abrupta parada y cerré los ojos esperando un impacto contra el suelo que nunca llegó a suceder. En su lugar, el largo brazo del pelirrojo estaba bien afianzado en mi cintura, con su pelvis y su pecho pegados a mi trasero y espalda. Lentamente me puse recta y aguardé a que el endemoniado zanahorio me soltase.
- Si querías entrar en contacto con este cuerpazo, no hacía falta más que pedírmelo, no era necesario casi matarte contra el suelo.- susurró él """seductoramente""" en mi oído. Sonreí de lado y di un paso atrás, pegándonos hasta hacer desaparecer la distancia entre nuestros cuerpos.
- No soy yo quien te está manoseando la cintura.- se me escapó una carcajada divertida cuando su mano dejó de hacer círculos extraños en mi piel para rápidamente desaparecer tras mi espalda. Steven me soltó de inmediato y se dio media vuelta. Aunque no lo suficientemente rápido como para evitar que yo viese su intenso sonrojo. Evan, Tyler y Smith se despidieron de nosotros, este último un poco reacio, y Steven, Richard y yo nos dirigimos al aula de anatomía, donde tenían clase el zanahorio y el peliazul. A Aiden lo había perdido de vista desde que sonó el timbre. Les acompañé hasta la puerta y allí me despedí con un beso en la mejilla de Richard y un puñetazo en el brazo derecho de Steven. Como aún no conocía el inmenso recinto que conformaba la universidad, decidí salir a explorar los jardines y las calles de los alrededores.
Recorrí cuatro pasillos de apariencia interminablemente interminable, luego entré sin querer en varias aulas llenas a rebentar y finalmente llegué a secretaría antes de encontrar la entrada del edificio. Los jardines eran los típicos jardines de las típicas universidades de las típicas películas. Verdes. Muy verdes. Y lleno de árboles, arbustos y flores por todas partes, además de un par de fuentes con esculturas de mármol en el medio. También había un montón de lugares donde esconderse si te pillaban haciendo algo indebido o donde hacer algo indebido, depende de cómo lo mirases. Abrí la pesada puerta principal y salí al exterior acompañada de mi pequeña mochila, donde llevaba mi lápiz, un cuaderno que nunca dejaba en ninguna parte, y un par de envoltorios vacíos de chicles y sugus. Lo sé, asqueroso. Caminé un rato, buscando el sitio idóneo donde sentarme, hasta que sin querer acabé en un sitio donde un chico y una chica... Intimidaban. Ninguno de los dos se dio cuenta de mi presencia, estaban demasiado ocupados gimiendo demasiado alto. Bueno, ella gemía cual gata en celo, él intentaba ser silencioso. Estaba por irme de alli sin decir palabra cuando reconocí la cara de Aiden. Antes de que lo pudiese evitar, una sonrisa perversa se apoderó de mi rostro y las palabras salieron de mi boca.
- Si seguís gimiendo así va a dar igual que esteis escondidos o que no.- comenté aguantando la risa. Cesaron sus movimientos con rapidez y él salió de ella antes de levantarse. Aiden me llevaba como máximo un par de centímetros, debía de medir 1'77 o así. Al reconocerme sonrió ampliamente y en sus ojos detelleó un brillo pícaro. Ni siquiera se molestó en tapar su desnudez, aunque a una chica que llevaba toda su vida viendo desnudos a su hermano y a sus amigos, no me importó ni me incomodó.
- ¿Te gustaría participar?- dijo con la voz aún ronca. Tanto la rubia (si, la rubia teñida de por la mañana), como yo pusimos cara de asco.
- ¿Contigo? ¿Y con ella? JÁ. Ni en un millón de años. Por cierto... Pensé que la tendrías más grande.
Me fui de allí con una sonrisa alegre y seguí en busca del sitio idóneo. Lo encontré bajo el cobijo de un sauce llorón en una esquina del edificio de la universidad. Me recosté contra el rugoso tronco y saqué mi cuaderno. Leí las últimas líneas que había escrito hacía bastante tiempo.
" La chica, temblorosa, corrió hacia el que hasta hacía varios días era su hermano."
Golpeé rítmicamente mi barbilla con el lapiz, esperando que así la inspiración acudiese a mi, pero sin darme cuenta pasó el resto de la mañana y yo seguía sentada bajo el sauce tratando de escribir. No fue hasta que Tyler, Evan, Richard, Smith y Steven vinieron a buscarme cuando me di cuenta de que habia perdido la mitad de mis clases.
- Hombre, ¡Playgirl a la vista!- gritó el condenado pelirrojo a unos diez metros de mi, atrayendo así la atención de la gente a su alrededor. Me levanté, dispuesta a perseguirlo un rato más, cuando un coche a mis espaldas chocó con algo. Sentí cómo el color abandonaba mi rostro antes de darme la vuelta y ver lo que ya me había imaginado. Una camioneta Hummer había golpeado mi moto nueva y la había tirado al suelo, provocando que se rayase y se desprendiese uno de los espejos retrovisores. Traté de controlarme, pero antes de que me hubiese dado cuenta ya estaba abriendo la puerta del piloto y pegándole un puñetazo en la mejilla al conductor. Sus ojos eran increíblemente azules y su pelo rubio ceniza le tapaba parte de ellos, provocando así que se lo tuviese que apartar cada cinco segundos. Se sujetó la barbilla con una mueca mientras se frotaba la zona afectada.
- Esto por romper mi moto, gilipollas.
Y el muy capullo cogió y me besó. Bueno, o lo intentó, ya que finalmente solo consiguió rozar mis labios antes de que le propinara otro puñetazo, aquella vez en el estómago. Pero su sonrisa no se borraba.
- ¿Que coño fue eso?
- Por ponerme caliente.

¡Playgirl a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora