Capítulo 15

12.4K 839 76
                                    

POV. Sab

- Mierda, eso no es bueno, ¿verdad?

Todos los presentes negaron, divertidos. Me hice un facepalm y me dejé caer en el pulcro suelo de la cocina. Vaya, para ser el hogar de nosécuántos universitarios estaba todo bastante limpito. El medio emo medio gótico se arrodilló ante mí, quedando así nuestros ojos a la misma altura. Hice un puchero. Sus ojos se dirigieron a mis labios irremediablemente y sonreí, consciente de que se me acababa de ocurrir una magnífica idea.

- Ni se te ocurra.

- ¿¡Por qué!? ¡Es perfecta! Sólo tengo que usar mis dotes de...

- Que no. Y punto.

Estábamos de camino al aparcamiento de la universidad, ya que tras dejar a los gemelos en la mansión, el resto nos tuvimos que ir. Smith y Richard se habían desviado en una salida, y Aiden escuchaba con una media sonrisa mi discusión con cierto pelirrojo del demonio. Me crucé de brazos.

- ¿Y por qué no?

Su mirada me observó de reojo unas milésimas de segundo, pero después volvió a concentrarse en lo que tenía frente a sus narices haciendo un mohín.

- Porque no.

- Eso no es una razón.

- Claro que sí.

- Claro que no. Una razón tiene que estar algo más... Desarrollada.

- Son tres palabras.

- Pareces un niño pequeño y caprichoso, pelirrojo.

- Y tú una prostituta que se quiere tirar a uno de los veteranos para conseguir nutella gratis.

Me paré en seco, abriendo los ojos y la boca con indignación. Unos pocos pasos más allá, Steven también se detuvo. No se giró, si no que se quedó con los puños apretados a ambos costados de su cuerpo y temblando. Creo que de rabia, ni lo sé, ni me importa. Los ojos comenzaron a escocerme, pues sus palabras me recordaban tanto a los insultos que antes la gente usaba contra mí que una pequeña daga se clavó en mi bien protegido corazón. Maldito pelirrojo estúpido.

- Así que eso es lo que piensas de mí, ¿eh?

Él no contestó, pero aumentó la presión en sus puños hasta el punto de que llegué a pensar que se los rompería. Aiden, parado a medio camino de ambos, habló con cara compungida en dirección a su mejor amigo.

- Tío...

Tampoco habló, ni se dio la vuelta.

- ¡Ni siquiera tienes el valor de darte la vuelta y enfrentarme, maldito imbécil!- grité sin poder evitarlo. Joder, me dolía el pecho como antes, como cuando comencé a ser realmente quien quería ser porque era como era en realidad. Me dolía porque sólo habían pasado dos días, dos, desde que conocía a los chicos, y probablemente todos pensaban como el pelirrojo. Vaya, nuevo récord.

- ¿Nuevo récord de qué?- preguntó Aiden, confuso, mirándome por primera vez sin burla o asco. Sólo confusión. Mierda, pensé en voz alta. ¿Qué le digo?

- Da igual.- miré a mi alrededor y localicé mi moto entre los pocos vehículos que todavía se encontraban en el aparcamiento a las 10 p.m. Suspiré sonoramente, y me dirigí al que creía algo cercano a una amistad por última vez.- ¿Sabes? No eres el único que tiene fantasmas que lo atormentan. Algunos tenemos rostros, palabras, personas. Recuerdos más vívidos que tú o que yo. Y, sabiendo cómo te encuentras tú, y sin conocerme una puta mierda, aún así me has juzgado. Y, siento decirte esto, Steven.- soltó un gemido ahogado. Era la primera vez que lo llamaba por su nombre y no por algún mote.- Pero has fallado.

¡Playgirl a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora