Capítulo 20

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POV. Sab

Nunca había odiado los sábados en toda mi vida, hasta aquel momento. Miré mi reflejo en el espejo y no pude evitar hacer una mueca de asco. No era una jodida barbie a la que peinar y vestir, ¿por qué me hacían esto?

Habían pasado unos días tras la tarde en la que hice cosas curiosas con Hunter en la cocina, y desde entonces había visto más bien poco a los chicos, por no decir nada. El ambiente en toda la universidad se había vuelto tenso, y no fue hasta que amenacé a Evan con cortarle las pelotas que me lo dijo.

Los veteranos se preparaban para atacar.

Aquello fue lo único que logré sonsacarle, a parte del grito agudo que profirió cuando le golpeé con la rodilla en la entrepierna. Hice una mueca de dolor al recordarlo. Auch. No me gustaría ser tío.

Me había pasado de miércoles a viernes vigilando mis espaldas y saltando del susto cada vez que alguien se me acercaba demasiado, y como mis gemelos favoritos estaban involucrados en mi futura muerte me vi en la obligación de evitarlos durante los tres días. Pero nadie había atacado a nadie, y los aliens no invadieron la Tierra.

Podéis imaginaros el nivel de estrés que se acumulaba en mi organismo, asunto que se vio reflejado en mi manera de entrenar tanto el miércoles como el viernes y que no pasó desapercibida para el entrenador, que curiosamente se llamaba igual que el tío con el que follaba. Simplemente genial. Lo único bueno que saqué de ambos entrenamientos fue la oportunidad de machacar a Allen en su propio terreno con la ayuda de mi peliazul favorito.

Bueno, ahora OS pondré en situación. Yo estaba durmiendo plácidamente entre mis sábanas, suspirando de puro placer cuando tras una noche en vela había conseguido encontrar esa postura ideal que casi provoca orgasmos, cuando la puerta de mi habitación fue abierta bruscamente. La cabellera rubia de mi tía Meredith se adentró en el cuarto, y al ver mis ojos abiertos sonrió como el Joker y corrió hasta lanzarse sobre mí en la cama. Sí, creo que es un defecto de familia ese de lanzarse sobre la gente que te importa.

Estaba tratando de quitarme su pelo de mi boca cuando me clavó el codo en un riñón para darse la vuelta y mirarme fijamente a los ojos.

- Niña, hoy tengo una reunión importante con los idiotas de mis asociados y necesito que vengas conmigo.

Y así, señoras y señores, es como se comienza una revolución. Tras unos instantes de confusión, lo único que mi cerebro pudo procesar fue la palabra necesito y la súplica que llevaba implícita.

- ¿Qué?

Mi tía, al parecer siendo consciente del estado catatónico en el que me encontraba, hizo una mueca de incomodidad y aprovechó para darme las malas noticias.

- Necesito que vengas conmigo, es simplemente una cena formal, pero ellos son todos hombres excesivamente aburridos que se creen que las mujeres no podemos triunfar en el mundo de los negocios. Además, me haría ilusión no ser la única vagina entre tanto pene pequeño. ¿Qué me dices? ¿Harías eso por tu tía favorita, y, además, por quien te está acogiendo en su casa y dando de comer y sacando de paseo?

Batió sus largas pestañas a una velocidad casi inhumana, y en medio de mi confusión apenas fui consciente de que asentía y decía un "Sí" bastante indeciso. Sin embargo, Meredith me escuchó como si lo hubiera gritado con toda la fuerza de mis pulmones y me aplastó los intestinos y el estómago y la vida entera cuando se propulsó con los codos para saltar sobre la cama de entusiasmo.

- ¡Oh, Dioses, jodidamente te amo! ¡En serio, después de esto te juro que te ayudaré con todo lo que pueda en la Universidad y hasta te regalaré el puto hurón que tanto quieres!

¡Playgirl a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora