Capitulo 29

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POV. Sab

- ¡Auch!

Cerré los ojos y dejé escapar aquella queja sin querer. Instantes después pude captar la risa sofocada de Tyler y el suspiro del pobre tatuador. A ver, OS pongo en situación:

Tyler y "Monto una escena porque te vas a hacer un tatuaje".

Tyler y "Yo no me hago responsable".

Tyler y "Bueno, pues ya que haces una estupidez te acompaño".

Tyler y "Oh mierda, mi churri es el tatuador".

Tyler y "Esta es la loca de la que siempre hablo".

Tyler y "Mierda, Sab, no se lame la cara a la gente. Y menos a mi novio, es mío, grrr".

Tyler y "Sab, ¿segura de que quieres hacer esto?".

Tyler y "Cariño, házselo rápido para que no sienta dolor".

Y hasta aquí las aventuras de Tyler, ya que en aquellos momentos su encantador novio de metro noventa y siete con todo el cuerpo tatuado me obligó a abrir los ojos y mirarlo.

- Sab, todavía no he empezado.

Me aclaré la garganta con las carcajadas de Ty de fondo y me recoloqué la camiseta de forma que el chico, llamado Keith, pudiese hacer bien el tatuaje en mi espalda.

- Sí, claro, por supuesto. Adelante, puedes empezar cuando quieras. Eso sí, como me duela demasiado te advierto de que tengo la chancla preparada debajo de la libreta de mi bolso.

Pude escuchar cómo la parejita se aguantaba la risa mientras un sudor frío me entraba en el cuerpo.

>> ¿Realmente quieres hacerte un tatuaje, Sabannah?

>> Claro, Pepito Grillo.

>> ¿Entonces por qué te sudan las manos y los sobacos?

>> ¿Tal vez porque van a clavarme una aguja nosecuántas veces por segundo una aguja por la parte baja de mi espalda para pintarme algo que no veré pero que se quedará ahí para siempre?

Reflexioné sobre mi discusión mental con mi conciencia, pero antes de poder arrepentirme Keith comenzó a hacerme las alas de ángel en los lumbares.

- ¡Por Jace y todos sus mil apellidos, Keith Mariano de todos los Santos voy a caparte!

Suerte que el tipo tenía un pulso excelente, porque de no haber sido así me habría hecho un dibujo peor que los míos de cuando tenía tres años.

******

- Me duele la espalda.- declaré por décimo tercera vez en los cinco minutos que había tardado Keith en colocarme una gran gasa sobre el tatuaje recién acabado.

Me sequé las lágrimas que se me habían escapado durante el proceso con disimulo y golpeé al novio de mi amigo en el hombro con mi puño.

- Me caes mal.- miré a Tyler con disimulo y vi su cara de preocupación, así que esbocé una sonrisa amplia y lo abracé fugazmente.- Pero todo el mundo me cae mal, así que te apruebo.- me encogi de hombros, aún sonriendo, y él me imitó.

Tyler, tras un gritito de victoria, cogió a su novio por la cintura a pesar de llevarle una cabeza y lo besó en los labios con ganas. Suspiré con aire soñador y, cuando comenzaron a emocionarse, di varias palmadas.

- Ey, no se presume de amor delante de los que sólo tienen salud. No quiero hacer de sujetavelas.

Se separaron lentamente y ambos me miraron. Keith con vergüenza todo sonrojado y Ty con una ceja alzada y cara de escepticismo.

- Tú no estás falta de amor.

Fruncí el ceño y me crucé de brazos.

- Que me acueste con alguien no quiere decir que lo quiera, o viceversa. Eso es como decir que sólo porque una hoja está doblada ya es una figura de origami.

Ty me miró con el ceño fruncido, como una madre echándole la bronca a su hijo. Escondí una sonrisa por la comparación.

- En realidad este mes he sido testigo de cómo enamorabas a varios chicos y luego les rompías el corazón. Dexter, uno de la fraternidad, aún se pregunta qué hizo mal contigo.

Lo miré, enfadada y a la defensiva.

- Dexter tuvo la mala suerte de estar en el lugar equivocado a la hora equivocada. Y, además, si se pregunta qué hizo mal dile que piense en las rosas y en su nivel de azúcar. ¿Por qué demonios todos los tíos sólo regaláis rosas? Y eso de llamarnos nena no es cariñoso, ni caliente ni nada. De hecho, a veces hasta suena jodidamente mal.

Mientras yo soltaba mi defensa, los tres salimos de la tienda de piercings y tatuajes en la que Keith ya había acabado su turno (yo era su última clienta, aunque por los chillidos que di creo que parecía más un cerdito que una persona). Tyler y Keith de la mano, y yo a la izquierda de este último.

El novio de Ty medía metro noventa y muchos, tenía la piel llena de tatuajes y los ojos verde hierba, así como una nariz ligeramente puntiaguda, unos labios carnosos adornados con multitud de piercings y las mejillas un poco hundidas. No era especialmente guapo, pero tenía ese toque de chico malo que, además contrastaba genial con el lado nerd de mi pequeño amigo.

- Bueno, hacemos lo que nos dicen las películas.

Miré a Ty con una mezcla de indignación, incredulidad y ligera decepción, a la par que me llevaba una mano al pecho y me frenaba en seco. Ambos chicos se giraron para mirarme con confusión.

- Ty, eso es lo más estúpido que he oído en mi vida. Y mira que soy amiga de los otros cinco pazguatos, y Katherine no se queda atrás, pero esta se lleva la palma.- negué con la cabeza lentamente.- Me has decepcionado, pequeño nerd.

Él puso los ojos en blanco mientras Keith esbozaba una sonrisa ladeada y soltaba una risita. De chico malo mis bragas de Navidad, aquel hombre era un bollito de pan recién horneado.

Mi estómago rugió cual tigre de Bengala al seguir el rumbo de mis pensamientos, quitándole el drama a la conversación y causando que mis acompañantes comenzasen a burlarse de mi durante todo el trayecto en el coche de Keith. Porque sí, el no-chico malo tenía un Chevrolet Air Bel del 56 amarillo precioso, aunque un poco destartalado, en el que cabíamos los tres cómodamente.

Salí del coche con un suspiro, ya cansada de sus continuas burlas y con un hambre de los mil demonios, y me quedé en la acera tras cerrar la puerta, esperando a que el moreno se bajase también. Pero el muy puto ni siquiera se molestó en bajar la ventanilla para avisarme, sino que me saludó con los dedos y una sonrisa y su novio arrancó con algo de dificultad y se perdió en la esquina de la lujosa calle.

Suspiré de nuevo y abrí la puerta de la mansión de mi tía Mer, en la que me hospedaba con ella, Charles (el mayordomo) y mi amigo pelirrojo Steven. Al entrar, una masa de brazos, piernas y pelo rosa se envolvió en mis piernas con la fuerza de un yunque y unos ojos azules que ocupaban casi toda una cara de nariz respingona y labios carnosos me miraron con temor.

- ¡Rubia de bote, necesito que me ayudes! ¡Smith no deja de mirarme como si hubiera roto su cómic favorito, Steven me tira los tejos descaradamente, Richard se ha dormido y Evan ha aprovechado que al peliazul se le cae la baba para meterle pajitas en la nariz y pintarle un pene en la frente! ¡Dios mío, ¿como no te vuelves loca con estos chicos?!

Me libré de su agarre con un movimiento de cadera algo extraño y corrí hacia la sala, donde supuse que estarían todos.

- ¡Me pido un trozo de frente para pintarle un unicornio!

Mientras atravesaba las puertas abiertas, pude escuchar el facepalm de una Katherine aún en el suelo, así como sus maldiciones.

- Claro, olvidaba que estás tan chiflada como ellos.

¡Playgirl a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora