24. Más sabe el diablo por viejo, que por diablo

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Génesis

Pensé que sería un truco, una ancianita sufriendo de demencia, o que tal vez estaba lo suficiente drogada como para decir tonterías.

Pero, ¿Quién me probaba que la persona de la fotografía era otra completamente diferente a la que yo había conocido?

¡¡Estaba viendo a Lars!!

Miré con fascinación la fotografía, estaba sentado, mirando hacia un lado, con el perfil bien marcado a la cámara, pero esa forma de la nariz, las líneas de su mandíbula, su cabello más perfectamente cuidado de como lo lucía hoy en día, la ropa más formal vestido de traje elegante, la manera en que sus manos grandes descansaban en sus rodillas, y la maldita rosa metida en el bolsillo de su chaqueta.

Eran muchos detalles como para poder llamarlos coincidencias.

Tragué saliva para lo que venía y porque incluso una fotografía de Lars me había afectado.

- Fui muy feliz con el durante mucho tiempo, pero no le podía engañar, no podía jugarle una broma así de estúpida...

Su voz se fue apagando en un susurro.

- ¿A Lars? - indagué, y quité de su rostro un poco de tristeza y lo transformé en un gesto de aflicción.

- Al tiempo, yo estoy condenada a morir y perder mi gracia, y vitalidad mientras me hago polvo - sus ojos claros tenían un brillo muy fiero cuando casi susurraba esas palabras -. El siempre tendrá vida y belleza, eventualmente lo que teníamos terminaría en monotonía por complacer a una anciana.

Una vez más sentí que caía en una vertiginosa espiral de locura.

¿Qué estaba diciendo esta mujer exactamente?

Lars era raro y muy perfecto físicamente, muy, pero muy dotado...

Pero ¿inmortal?

- Perdóneme, pero creo que sigo sin entenderlo - pronuncié con tonalidad temerosa porque sus cejas se hundieron en claro gesto de enojo -. ¿Quién o qué es Lars? Porque no aparenta tener la edad que usted me está insinuando que tiene, ni tampoco veo la posibilidad de que sea un inmortal o alguien que se bañó en la fuente de la juventud.

Rio, y su risa me provocó un brinquito del susto que me llevé.

Mi ingenuidad le divertía.

Su risa se apagó tan rápido como llegó y me miró con seriedad.

- Su nombre no es Lars, cariño - me miró con lástima como quien le habla a alguien insignificante y eso me enojó -. No al menos su verdadero nombre.

- Por supuesto que iba a mentirme con su nombre también - murmuré más para mí.

- Su nombre es Lucifer - casi me parto de risa, en su lugar solo me salió una risa corta y amarga -. Ríete todo lo que quieras, pero no me vas a negar que con él te sientes como nunca te habías sentido con nadie y que hay cosas pasándote a las que no les encuentras explicación.

Quizás si fui muy grosera en burlarme con la única persona ajena al grupo de Lars que me daba respuestas. Este era el momento de darle razón a mi pensamiento que me advertía de Lars.

Y Delia tenía razón.

Lars me hacía sentir de diferentes formas, pero en qué figuraba eso con todo.

En la maldad de mis recuerdos, quizás.

- ¿Lucifer, como el diablo? - casi me río de nuevo, tal vez esta vez ya se me habían cruzado los cables más de la cuenta.

Larscifer [parte 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora