2. Si no hubiera muerto

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Hay tantas cosas que deben explicarse en la historia, como; ¿Cuál es el verdadero origen del universo? ¿Qué pasó con los capítulos faltantes en la biblia?, Los verdaderos constructores de las pirámides en egipcio, Las civilizaciones antiguas, los mensajes en el cielo, el origen del mal... o la explicación justa de los demonios.

No soy uno.

Solo para que quede claro, aunque puedo ser tomado como uno.

Tampoco soy el innombrable, es fácil contactarme, desgraciadamente.

Soy el primer caído, pues ningún ángel jamás ha tenido el aspecto parecido al de un humano. Fui el primero y por ende considerado el estado puro de perfección física, y en su momento el plano justo de la sabiduría.

No voy a contarte mi historia, no la que realmente quieres escuchar. A penas estoy descubriendo una más de las muchas que me han definido.

Nunca quise ser un caído, ni mucho menos alcanzar el estado de un ángel ¿Tienes idea de lo jodidamente aterradores que son?

Yo ya soy aterrador con esta cara. Sin esfuerzos ni presiones, pero hay algo que me ha estado molestando desde hace siglos, ese rumor cada vez más fuerte, justamente verídico ahora. El estado puro de la maldad no he sido yo, he hecho cosas sumamente cuestionables y horribles, pero lo que sigue ennegreciendo el mundo es algo que me supera muy a mi pesar, me opaca, quita protagonismo y ciertamente me molesta mucho.

No quisiera atribuirme muchos de sus hechos porque están más allá de retorcidos, el punto es que si voy a recibir créditos de mierdas así, me gustaría al menos saber porque llevaría por el resto de mi eterna existencia una carga que no es mía.

No es justo.

Y odio que injusticias sean cometidas, contra mí especialmente.

Los caídos y yo nos hemos empeñado en los últimos meses que se sienten como días, días que se sienten como eternas horas, en la búsqueda de esa maldita cosa que ya se ha percatado de mi persecución y se ha vuelto loca haciendo más destrozos, culpándome en las noticias, esperando a que una grieta se abra en la tierra expulsando lava deseosa de tragárselos.

Siempre me ha causado gracia esa historia, ahora ya no la veo tan alocada.

Estamos todos de acuerdo en que debemos hacer algo para que se nos deje de culpar por estupideces como esas que ahora anuncia la reportera en las noticias, una rubia que no se cree ni la mitad de lo que dice, pero que sabe puede ser cierto y por ello ahora tiembla como una hoja de papel, lo puedo ver incluso a través de la pantalla.

Soy un excelente lector, me es tan fácil interpretarlos incluso sin que abran la boca. Como lo estoy haciendo justo ahora con Keith (ama ese nombre a cambio del suyo por una simple razón)

- Solo para – mascullo enderezándome en la silla incomoda y pequeña para mí. Me mira con astillo y cuadra los hombros, estira las manos instándome a que continúe –. Sigues manteniendo tu papel de pervertido, no sé de qué te preocupas, las cosas que están haciendo eso sin duda lo aprendieron de ti.

- ¡Exacto! – grita más de la cuenta y la atención de las pocas personas en la cafetería se intensifica –. No quiero que me atribuyan todas esas cosas, sabes cómo opero, no así...

La época oscura de K, por supuesto, creo que nunca salió de ella, pero ha tenido tiempos mejores.

- No sé qué te preocupa, todo me lo atribuyen a mí siempre – miro a las personas pasar en las calles, todos viviendo el día a día, consumiéndose por la rutina, temerosos de salir de la zona de confort, reconozco a unos pocos valientes y la mitad de los dedos de mi mano es más que suficiente para contarlos.

Larscifer [parte 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora