Come tierra y vivirás
- Lo siento, si perderte era el precio por saber la verdad, habría preferido vivir la eternidad en una falsa condena – soltó la rosa sobre la tierra fresca y retiró la mirada al horizonte –. Pero esa no sería mi realidad, y ese no sería mi verdadero yo.
Él se alejó, desvaneciendo sus pisadas al paso del viento, nunca miró atrás y dejó que el olvido se tragara por completo lo que quedaba de ese cuerpo pudriéndose a seis pies de profundidad.
***
Pasadas tres semanas la tierra lucía fresca bajo la sombra de una descuidada lápida con un nombre borroso y un ser olvidado. Pero las aves siempre le visitaban, en especial los cuervos, tan atentos a la espera cada día de que un humano apareciera.
Hoy era el día, tendrían suerte esta vez, una rosa marchita no bastaba para adornar esa tumba abandonada, ni siquiera aquella flor salvaje que con ánimo había comenzado a brotar quería tomar el riesgo de nuevo.
Los cuervos encontraron un hogar sobre la lápida fría, giraban sus cabezas como atentos guardias en espera de una señal.
Emitieron dos tristes graznidos en cuanto pies apresurados pisaron la hierba, eran tres personas, dos hombres y una mujer.
Oh, conocían bien aquella mujer, no era su enemiga, pero tampoco su amiga, solían mirarle desde los más altos pinos mientras trabajaba. Más les valía ahora ocultarse a tiempo.
Emprendieron el vuelo justo a tiempo cuando a dos pasos la mujer alcanzó los pies de la tumba.
- ¿Lucy? – dijo el más joven de los muchachos a la mujer de piel morena y largos cabellos negros, la edad quería alcanzarle, pero la sabiduría retenía cierta belleza en ese rostro serio –. ¿Es seguro hacerlo ahora?
La mujer detuvo sus movimientos, y le miró de reojo, asintiendo apenas antes de retomar sus actividades para sacar de un roído morral un último frasco.
- Claro, Emillen. Suzzane y yo cavamos esto antes del ritual, por si salía mal... - susurró la mujer con voz ronca y los ojos mirando fijamente la tierra.
Después de un silencio que solo era cortado en la lejanía por la discusión de los antiguos acompañantes de tumba, Lucy, tomó la rosa luego de haberse cubierto las puntas de los dedos con lo que llevaba en uno de los recipientes; un líquido cenizo y de olor penetrante.
La arrojó lejos con desprecio, y buscó con la mirada al joven que permanecía quieto y con un testarudo temblor en las manos. Este sacó de su bolsillo una navaja y se la entregó sin dudar.
- Relájate, acabaremos más pronto de lo que crees – le tranquilizó ella.
La mujer abrió la palma de su mano y sin vacilar ni hacer un gesto de dolor, cortó su carne, la sangre comenzó a manchar con prisa la piel, formó un pequeño arroyo y solo entonces Lucy caminó de rodillas hasta estar en la cabeza de la tumba para derramar la sangre.
- Cuando ella dormía, yo le ayudé – les explicó a ambos hombres –. Emillen, es mejor si te quedas de mi lado derecho para asistirme con esto.
Ella le entregó un frasco de cristal transparente con algo que parecía agua.
Luego se dirigió al otro joven, le miró lentamente y le mostró algo que intentaba parecerse a una sonrisa.
- Tu puedes ayudarme con esto – le entregó una manta larga y de material de algodón suave, adecuada para el viento que soplaba haciendo danzar melancólicamente los altos árboles. Era un día tan gris y frío de noviembre, eran los días que más amaba ese pueblo.
Bastó que la mujer llamada Lucy tomara un fuerte respiro, retrocediera unos cuantos pasos y pusiera su mano derecha a palma abierta sobre la tierra apelmazada, susurrara unas dos palabras tan bajito que sus acompañantes no pudieran entenderle, y entonces la tierra vibró.
Primero fue una sacudida leve dentro del perímetro donde se encontraban parados, el aire se volvió más frío y la tierra volvió a sacudirse, esta vez solo el terreno sobre la tumba.
Un hueco se formó, un sonido se escuchó amortiguado, como varios golpes, ambos observaron con algo de pánico y asombro como la tierra se abolló hasta que algo pálido emergió desde lo profundo moviéndose lentamente y de manera mecánica.
Dedos, y después una mano, de uñas sucias, delgada y delicada, una mano femenina seguida de un brazo quitando con desespero la tierra a su paso.
Nadie le ayudó, hasta ahora estaban embelesados en el momento. Y cuando un rostro emergió de las entrañas de la tierra como si tomara su primer respiro, solo entonces se precipitaron para asistirle.
El cuerpo menudo, sucio, desnudo y delgado temblaba, estremeciéndose por sollozos incontrolados, justo como la vida la arrojó al mundo, hundida en las lágrimas.
Lucy se precipitó a abrigarla con sus brazos primero susurrándole palabras tranquilizantes, luego cuando la creatura terminó de hipar y dejó de murmurar cientos de cosas ahogadas en el pánico, la mujer pidió el agua, ella sólo se limitó a beber, tan sedienta como nunca antes.
Y el chico de la manta que se había quedado helado finalmente decidió moverse cuando la mujer le hizo señas para acercarse.
- Aquí hay alguien que conoces.
Él pidió poder cubrirle y ante el sobresalto de la joven entre los brazos de Lucy por el abrigo que sintió desde su espalda por un tercero, no pudo evitar su curiosidad hasta encontrarse con los ojos del joven quien le observó con los ojos llenos de emoción y lágrimas contenidas.
En cuanto la joven reconoció esos ojos, no pudo evitar lanzarse a sus brazos, el joven le recibió con alegría, mudo por las emociones, limitándose únicamente a escuchar su propio nombre siendo susurrado por los labios de la joven que volvía a llorar.
Cuando finalmente pudieron separarse, Lucy le preguntó con cautela.
- ¿Recuerdas quien eres?
La joven le miró detenidamente y sin reconocer el rostro de la mujer pero limitándose a contestar esa pregunta, sus labios azulados que apenas mostraban un ápice de rosa en búsqueda de recuperar el color temblaron antes de conectar su cerebro con su lengua.
- Ss... si – respondió con un sutil tartamudeo, como si apenas recordara como hablar.
- ¿Puedes decirme tu nombre? – Lucy le hablaba como si fuera una niña, pero con el tacto adecuado para tratarla como una adulta recién salida de su tumba.
La joven asintió y con más claridad dijo:
- Soy Génesis.
Notita de la autora:
Al principio de esta historia encontrarás posibles referencias en parentescos físicos de los personajes (si encuentro referencias de personajes tan perfectos jeje) y una playlist de spotify con las canciones que inspiraron esta escritura, no mentiré la mayoría probablemente sean de Lana del Rey, esta historia para mí siempre fue muy a ese sentido musical.
Gracias y Larscifer te dice hasta pronto (;.
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Larscifer [parte 1 y 2]
General FictionPero, como todo pecador tiene su maestro o su musa, para los caídos existía Él. El primer caído. El que no tenía como característica especial la Lujuria, la Violencia o la fascinación por el ocultismo. Lo contenía todo en su interior, tenía como ins...