Sintió que las piernas le cedían inestables, y porque a los pasos se le sumaban voces, a mitad del estrecho callejón se obligó a detenerse; dos hombres altos vestidos de colores oscuros se gritaban, uno tenía el cabello rubio y el otro de una tonalidad castaño oscuro que relucía en un tenue rayo de luz solar, ambos demasiado altos de contextura atlética iniciaron una pelea en la que el primero en lanzar el golpe fue el de cabello oscuro, un golpe fuerte que no causó mucho daño en su contrincante, sin embargo le hizo girar la cabeza en dirección a ella. Este no la miró, estando demasiado perdido, su cabello de bucles rubios se alborotó y un pequeño hilo de sangre le brotó de la comisura del labio.
- No es suficiente - canturreó el rubio después de lanzar una risotada escalofriante.
- No - dijo el otro algo enojado -. Defiéndete.
Lo estampó en lo alto de la pared y Génesis solo abrió la boca demasiado sorprendida porque fuera capaz de levantarlo solo con un brazo si era de su mismo alto, tan altos ambos como para que pesaran mucho. Desde arriba el rubio solo reía y lo miraba con burla ignorando la rabia que reflejaba su atacante.
Génesis veía todo tan bien a una distancia segura.
Solo vete Gen, Solo muévete
Se repitió intentando convencerse y ordenándole a sus piernas que se descongelaran, pero la curiosidad que le invadía se lo negó.
Conocía a los hombres, solo no podía recordar de dónde.
- Vamos, azótame contra la pared como lo haces con Keith - se burló el rubio mientras le estrujaba más fuerte el cuello y la voz le salía forzada.
Keith.
Ese nombre le mandó abruptamente el recuerdo de ellos. Eran amigos de Lars y Keith, suspiró alarmada, ambos escucharon ese leve rumor de respiración percatándose de ella. Uno con la cara enrojecida de rabia y el otro de asfixia.
Son los ocultistas, el pensamiento la invadió rápido. Eso fue el motor que la impulsó a huir lo mejor que podían trabajar sus piernas ante presión. Aunque con una facilidad de tres zancadas la podrían alcanzar, su impedimento era que estaban ocupados y eso los frenó.
- ¡Espera! - escuchó la voz de uno de ellos justo cuando se encontró en la calle, sin pensarlo giró a la derecha corriendo como si fuera perseguida por el diablo. En la calle solo esquivó a unas tres personas, habiendo corrido una larga distancia miró sobre su hombro y las figuras de ambos hombres ya solo eran borrones, eso porque correr con el corazón a punto de salírsele del pecho le había robado su buena visión.
Se apeó en una tienda de ropa y caminó más calmada girando en una esquina, eran calles alejadas del centro, desoladas y grises, podía ubicarse porque era un pueblo no muy grande, es solo que tendría que regresar por el mismo lugar donde estaban los hombres.
Más vale lo viejo conocido, que lo nuevo por conocer....
Entre la desesperación de encontrar una salida miró a derecha e izquierda. Un hombre al otro lado de la calle paseaba a su perro, aparte de él no se visualizaba a nadie más, unos negocios cerrados y a su derecha al final de la calle empedrada árboles se alzaban dando la bienvenida de un camino de tierra.
No sigas ese camino.
Sigue el camino.
- Maldita inseguridad - se regañó y comenzó a andar en esa dirección, lo único que la hizo detenerse con ímpetu fueron las voces de los hombres que salían de un callejón, reflexionó que era la otra salida alternativa del parque.
Con los ojos demasiado abiertos, corazón alocado, manos, espalda y frente sudorosa buscó una opción antes de que la miraran los hombres que se empezaban a hacer visibles, el de cabello oscuro fue el primero en aparecer.
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Larscifer [parte 1 y 2]
Narrativa generalePero, como todo pecador tiene su maestro o su musa, para los caídos existía Él. El primer caído. El que no tenía como característica especial la Lujuria, la Violencia o la fascinación por el ocultismo. Lo contenía todo en su interior, tenía como ins...