8. Una verdad más, es una tortura

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La adrenalina de la persecución que Génesis estaba experimentando la llevaron a actuar desmedidamente y como pudo rodeó el auto jalando con dedos temblorosos la manija hasta colarse en el interior, sin importarle mojar el interior. Dentro su respiración reinaba y en respuesta a ella, Meredith se limitaba a observarla con la mayor melodramática expresión de desconcierto.

- Pero... que... - ninguna palabra le salía coherente a la mujer mayor que estaba enojada todo el tiempo con su sobrina. En esta ocasión para sorpresa de ambas, solo se puso en marcha recorriendo la menor distancia que faltaba para llegar a casa.

En silencio las cosas se interpretaban de distintas maneras, Génesis solo parecía perdida mientras que Meredith le dedicaba miradas de soslayo sin entender su actitud. Cuando el auto estuvo estacionado finalmente al frente del lugar, y Gen creía que todo ya había pasado se abalanzó con ímpetu dando grandes zancadas hasta llegar a las gradas del corredor.

- ¿De dónde venías? - esta vez su tía no le permitió que atravesara la puerta sin antes darle una explicación con un toque de enojo en la voz.

- Yo...

- Creía que estabas aquí, cuidando la casa mientras yo no estaba. Era una de las condiciones para darte un techo ¿Recuerdas jovencita?

Las últimas palabras provocaron en Génesis un dejo de hastío y no pudo contener más lo que estaba guardándose desde hace ya bastante tiempo. Desde que conocía a Meredith.

- Necesitaba un trabajo - la voz le salió más ronca y ya encarándola, ella frente a la entrada mientras Meredith con los brazos cruzados al pie del primer escalón. La noche ya cubría el cielo con sus mantos oscuros, pero un grupo de nubes grises le daba un brillo frío y misterioso mientras la lluvia se apaciguaba dejando exclusivamente el rastro de llovizna casi inaudible. Este escenario ambientando los rostros de ambas mujeres con toques opalinos.

- Ya veo - respondió con tono férreo y sin agregar nada más, eso fue la chispa para incendiar el mal carácter de Gen.

- No sé qué esperas de mí, he cumplido con tus condiciones a excepción de esta, necesito el trabajo porque debo ser independiente. Intento avanzar, pero siempre me frenan - hablaba rápido, sin tropezones y con seguridad -. Tú...

Respiró profundamente desviando la mirada a otro lado, tenía los ojos irritados por las cuantas lágrimas acumuladas de desesperación y ahora del fuego abrasador de su enojo.

- ¿Por qué me odias tanto? - suspiró cansada haciendo movimientos con las manos para señalarse, Meredith por su parte solo seguía plantada y ahora con una mueca de desagrado en el rostro - ¿Por qué odiabas tanto a mi mamá?

Se corrigió.

Esperó la respuesta.

Y llegó.

- ¿De quién huías?

Pero no era la respuesta, sino más bien otra interrogante.

- Quiero una respuesta correcta una vez en mi vida - bramó con rabia Génesis, respiraba agitadamente, con las mejillas sonrojadas y los ojos demasiados vivos de sentimientos acumulados.

- Bien ¿Quieres respuestas?

- Sí, sí, definitivamente - balbuceó con desespero ya sintiendo como se avecinaba por fin un claro en ese bosque nubloso de juicios.

- ¿Crees que eres lo suficiente madura para aceptarlo? - sonrió Meredith, una sonrisa agría, carente de superioridad o humor.

- Tengo dieciocho desde que mamá murió, fui adulta desde entonces, tengo la edad suficiente para valerme de responsabilidades más grandes. Presencié un asesinado y cuidé de un mayor desde que mis capacidades de supervivencia me lo permitieron, yo...

Larscifer [parte 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora