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—Recuérdame porqué estoy aquí.

Miró a su hermano desde el suelo mientras sostenía la escalera, pensando que si no lo hacía el muy bobo iba a caer.

—Quiero invitar a Addison al baile.

—Ya, ¿y por qué no lo haces de una manera más normal?

—Porque yo no soy normal —la miró con una sonrisa arrogante antes de seguir con lo suyo.

—Bueno, eso ya lo sabía.

—¿Ya puedo tirar el confeti? —preguntó Zoey, la hermana pequeña de ambos.

—Aún no, yo te diré cuando —contestó Zed.

—A este paso nos dará un calambre a las dos —dijo la chica, esperando que se apurará.

—Deja de quejarte, además me debes este favor luego de chocarte con el profesor de matemáticas y quitarle la peluca.

—Se le cayó en el choque, no fue mi intención. Ese tipo se puso loco por nada —reprochó, si ya lo odiaba ahora lo detestaba —ni siquiera sabía que era una peluca.

—¡Ahí vienen!

Ambos giraron ante el grito de la menor, el autobús venía directo hacia ellos. Entre la adrenalina y los nervios, Lizzie soltó la escalera y agarró a Zoey antes de que fuera atropellada; aunque obviamente fue ella por Zed, a quién el autobús se llevó puesto y ahora daba un paseo desde el techo.

—¿Puedo tirar el confeti?

—Aún no, ven, vamos a buscarlo.

Corrieron hasta meterse en el bosque, la mayor se preguntaba cómo se había descontrolado tanto el autobús, se llevó puesta la escalera y a su hermano, no un bache como para que pierda el control.

En pleno trayecto se escucharon aullidos, la castaña tomó la mano de su hermana con fuerza y miró a su alrededor sin parar, atenta a que ningún animal saltará sobre ellas.

¿Encontraron a Zed? Sí. ¿Estaba bien? También, sobre todo porque Addison le dió un puñetazo, claro que esto último era desde el punto de vista de su hermana del medio.

—Ja, buena esa, tal vez se le hayan acomodado las neuronas —rió a lo que Zed la miró feo —¿Ya ni un chiste puedo hacer?

—Chicos, esto es serio. Hay hombres lobo —dijo la animadora, recibiendo la mirada atenta de su cuñada.

¿Hombres lobo? Lizzie no pudo evitar quedarse pensando en aquella situación, algo extrañada, mientras veía a los demás animadores.

En lo que todos ellos, cofcofAceyscofcof, empezaban a desesperarse como si hubieran visto a Satanás, ella se concentró en su amiga de cabello blanco.

—¿Estás segura? Los hombres lobo no existen, tal vez era un excursionista que quiso hacerte una broma.

—Estoy segura, Lizzie. Sé lo que ví.

Los dos Necrodopolis mayores se miraron.

—Esto va a salirse de control —concluyó.

—Como tus eructos —rió otra vez y ganándose un golpe de su hermano —¡Hey!

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Sus labios vibraban, estaba más que aburrida sentada esperando las medidas del ayuntamiento, viendo cómo los demás se desesperaban por nada.

Según ella, para empezar, los hombres lobo no existen; y si lo hicieran, ya los habrían devorado, cosa que no pasó por lo que evidentemente son inofensivos.

𝐈 𝐇𝐀𝐓𝐄 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐀𝐘 [𝐖𝐘𝐀𝐓𝐓 𝐗 𝐎𝐂]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora