𝐈 𝐇𝐀𝐓𝐄 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐀𝐘 [𝐖𝐘𝐀𝐓𝐓 𝐗 𝐎𝐂]

38

Lizzie salió de la casa con un portazo, ignorando por completo el frío o el perturbador búho que llevaba rato mirándola por la ventana, no esperó demasiado y apenas vió algo de pasto, vomitó por tercera vez.

Luke observaba la situación desde el marco de la puerta, apoyado en él y cruzado de brazos, sin mucha emoción en su rostro. No le sorprendía la situación, luego de la primera vez que vomitó, le comentó que al estar en una especie de coma, su cuerpo sufriría distintos síntomas, pero estaban en su mente, así que simplemente expulsaba ahí lo que su cuerpo inconsciente no podía.

Por supuesto, a Lizzie no le agradó la idea, era su mente, ¿por qué no podía controlar lo que ocurría allí? No se animaba a preguntarle eso, de algún modo al chico no parecía gustarle y cuando se ponía serio, un escalofrío le recorría la columna, recordándole una vez más que aunque él supuestamente fue su amigo, seguía siendo un espíritu dentro de su mente.

Durante el tiempo que estuvo en la cabaña hablando con él, notó que solo se limitaba a contarle sobre ella, no sobre él, y cada vez que preguntaba, trataba de evadir la información. En esos lapsos que su expresión amigable cambiaba a una mucho más indiferente o incluso molesta, Lizzie se dió cuenta de algo en su mirada, algo que no veía en los ojos de los demás, quería creer que era la clara evidencia de que él no estaba vivo o era producto de su mente, pero en el fondo sentía que ocurría algo más, para bien o para mal.

La sensación de que el lugar y todo lo que ocurría no fuera producto de su mente la asustó varias veces, de que no sabía qué pasaba o por qué, de que en realidad ella no podía controlar nada porque jamás lo había hecho, de que Luke era quién controlaba lo que ocurría.

Creyó en eso pocas veces, pero la sensación se hacía cada vez más presente, sobre todo ante la actitud de Luke de evitar datos suyos, el lobo gruñón que estaba allí y solo se dejaba acariciar por él y el búho que la había estado observando desde que despertó en el bosque; sobre todo también, porque no estaba en su casa, sino en la de Luke, ¿por qué estaba en la casa de Luke? ¿Por qué no en la suya si todo era producto de su mente?

No desconfiaba de él por completo, pero era evidente que algo quería ocultar, no sabía el porqué, creía en la afirmación de que eran amigos de niños, ellos tienen la misma edad, y eso la asustaba más, ¿qué podría estar ocultando alguien con su misma edad sobre ella y que no debería saber?

Preguntarle no era una opción, e irse de la cabaña tampoco lo era, las primeras veces que se levantó el lobo gruñó, aunque le gustó creer que solo era porque hacía rechinar la madera del suelo; además, irse implicaba estar sola en la oscuridad del bosque sabiendo que el búho de afuera la seguiría y observaría donde sea, algo que la incomodaba todavía más.

El ambiente no era tan raro en sí, pero había algo que no le gustaba, tenía un mal presentimiento, y no sabía si debía confiar en él esta vez por más acertados que hayan sido los anteriores.

No sabía cuánto tiempo había pasado hasta que dejó de vomitar, pero sintió un gran alivio cuando terminó. Alzó la cabeza para respirar aire fresco y se encontró con el búho mirándola desde el techo de la casa de enfrente, no pudo evitar fruncir el ceño, ya molesta con él.

—¿Qué miras?

El búho no se inmutó ni un poco ante el tono brusco, pero Luke salió en su defensa.

—Discúlpalo, no es su intención asustarte o hacerte sentir incómoda, pero no puede evitar sentir curiosidad.

—¿Por qué algo en mi mente tendría curiosidad por mí?

—¿Por qué tienes curiosidad por las brujas?

—Porque yo soy una.

—Por eso, ¿por qué tienes curiosidad por ellas si tú ya eres una? ¿Para qué quieres saber algo sobre lo que ya eres?