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Apenas Lizzie puso un pie en el suelo de la nave todo su cuerpo se desplomó a la vez que sentía como si sus poderes la abandonaran. Subir hasta allí fue arriesgado y ahora no tenía muchas energías, tendría que averiguar cómo bajar más tarde.

—Auh...

Se levantó adolorida y observó sus alrededores, demasiado blanco solo empeoraba su dolor de cabeza. No se molestó en intentar usar sus poderes para encontrar algún rastro, las manos le ardían y tendría señales por todas partes, así que no sabría adónde ir.

Bajó de la pequeña plataforma en la que aterrizó y comenzó a caminar con precaución por uno de los pasillos, esperando encontrar a alguno de esos extraterrestres o al menos, que pudiera oírlos desde algún lugar. Inmediatamente alzó la vista hacia las paredes, por suerte no había cámaras, aunque claro, un par de cámaras no eran necesarias para encontrarla.

—Chica misteriosa.

Se dió la vuelta con rapidez al reconocer la voz y el apodo, rodeando sus manos con su aura fucsia y haciendo brillar sus ojos, ignorando con dificultad el ardor de sus manos y ahora de sus brazos.

—¡Wow wow, tranquila! —el chico alzó las manos, demostrando que no quería lastimarla.

—¡¿Tranquila?! ¡¿Me pides que me quede tranquila luego de que se acercaran a la piedra lunar?! ¡¿Es que acaso quieren morir?!

—Para empezar, ¿podemos bajar el tono de esta conversación? Se está volviendo hostil. Y también tus manos, por favor.

Por mucho que lo detestara, accedió, no quería que aparecieran más de los suyos, pero sus ojos seguían brillando en aquel color que intimidaba y entusiasmaba al alien por partes iguales.

—Espero que tengas una muy buena explicación porque de lo contrario voy a...

—¿Cómo subiste hasta aquí? Nave nodriza no lo hizo —la interrumpió con expresión curiosa.

—¿Eso es lo que te importa ahora? ¿No que tienen a toda una manada de hombres lobo abajo de ustedes esperando para cortarles la garganta?

Negó con una sonrisa que la ponía aún más nerviosa, no le gustaba ese ambiente y muchísimo menos ese sujeto, necesitaba salir de ahí, pero quería sacarle algo de información, quería ayudar a los lobos y tal vez solo podría hacerlo en esa oportunidad.

—¿Qué te importa? No vine aquí para hablar de mí, sino de sus impulsos suicidas. ¿No se supone que son inteligentes?

—Somos pacíficos y eso implica ser inteligentes.

—No parece.

—¿Cómo funcionas, Lizzie?

—¿Disculpa? —frunció el ceño.

—Nave nodriza no tiene información de las brujas, tampoco de tus poderes, nada sobre ti, como si no existieras.

—Tu nave no tiene porqué tener toda la información de Seabrook. ¿Por qué se acercaron a la piedra lunar?

—Eso... no puedo decírtelo.

—¿Por qué no? —comenzó a acercarse a él, obligándolo a retroceder sin apartar la mirada de ella.

—Porque no puedo.

—Son pacíficos, ¿no? Hagamos esto: tú contestas cada una de mis preguntas y yo prometo no destruir esta nave —elevó una de sus manos con su aura rodeándola para demostrarle que no estaba bromeando.

A-lan siguió retrocediendo cada vez más hasta que chocó contra una pared de una sala vacía, miró a todos lados en busca de una solución, pero cuando le dirigió su atención otra vez, había algo de lástima y culpa en sus ojos, de hecho, se atrevería a decir que se veía asustado.

𝐈 𝐇𝐀𝐓𝐄 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐀𝐘 [𝐖𝐘𝐀𝐓𝐓 𝐗 𝐎𝐂]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora