CAPÍTULO 56: MARY ANNE
(***)
Un horrible ruido tintinea en mi cabeza, se siente ensordecedor tanto que hace que mis ojos se abran inmediatamente, parpadeo porque mis ojos ven todo nublado y me cuesta orientarme por la poca luz qué hay a los alrededores.
No comprendo que sucede, realmente estoy desorientada y confundida, por lo que intento que mi mente haga memoria de lo sucedido. Las imágenes llegan de a poco y luego como flashes que me golpean el cerebro, trato de ponerme de pie, pero gimo cuando veo mis tobillos amarrados a unas esposas de plata, grito de dolor cuando el metal quema mi piel.
— ¡Ah!. — trato de ver hacia alrededor, esto parece un calabozo, al menos a eso huele, aunque en realidad no logro ver mucho más que la poca luz que cae desde una de las rendijas, a unos metros veo otras celdas, y escucho que el ruido proviene desde los pisos de arriba, puedo sentir que hay dos o tres seres más metidos en entre las celdas sin embargo no logro verlos, ni saber que son.
—¡Hola! — grito. — ¡Holaaaa! ¿hay alguien allí? Necesito hablar con su líder. — espeto.
Aprieto los dientes e intento moverme, pero es imposible. Maldita sea, sabía que no debía confiar tanto, ¿en qué momento se me pasó por la cabeza que sería bien recibida en una guarida de cazadores?
Maldigo para mis adentros por lo tonta que me siento, recuerdo mi teléfono y busco rápidamente en mi cuerpo, por supuesto ya no está conmigo.
— No, no, no. — grito exaltada al darme cuenta que lo perdí. Seguramente me lo quitaron cuando me desmayaron.
Las imágenes de todos los posibles escenarios pasan por mi cabeza. Veo a Nate buscándome con desesperación y a papá igual de preocupado a punto de perder los papeles. Cierro los ojos y aprieto las manos.
Oigo pasos acercándose y de inmediato me pongo en alerta. Luego la puerta metálica se abre y veo a la mujer rubia venir hacia mí. Juro que podría golpearla si estuviera desatada.
— Qué bueno que ya despertaste.
— Suéltame. — vocifero. — Vine a hacer una tregua contigo, no a que me tuvieras de prisionera. — la rubia sonríe y se acerca más hacia las barandas.
— Tranquila, solo es algo momentáneo, no eres una prisionera... digamos que solo una invitada. No sabía lo que harías y no podía dejarte ir, lamento lo brusca que fui contigo. — hace un puchero y noto en su voz el sarcasmo saliendo como veneno. — Aun no han podido descifrar el disco que nos entregaste, está encriptado, en cuanto tengamos toda la información podrás irte.
Se aleja y camina hacia la puerta, quiero decirle algo, pero la verdad comienzo a sentirme débil, no he bebido y el cansancio empieza a apoderar de mi cuerpo.
— Puedes... puedes darme algo de sangre mixta. Tengo mucha sed. — balbuceo.
La mujer voltea a verme con indignación, hace una mueca de asco.
— ¿En serio? ¿Crees que un cazador tendría sangre para un vampiro? — dice con ironía, espeta y yo cierro los ojos apoyando mi espalda contra la pared de ladrillos. — Aguántate un poco... por cierto, estuvieron llamando a tu móvil, lo destruí porque podrían rastrearte.
Maldigo para mis adentros, seguramente fue Enna, estoy segura que si no ha sabido nada de mi hasta ahora le contará todo a mi padre. El ardor en mi estómago incrementa. Y solo me abrazo a mí misma deseando que esto pase, me arrullo contando en mi cabeza los números repetidas veces hasta que el cansancio y el dolor me ganan y siento que vuelvo a desvanecerme.
<< Algo es diferente, me digo mirando hacia alrededor, este momento se me hace terriblemente familiar, pero a la vez no comprendo que sucede.
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Tengo ganas de Amar
VampireLucille, Adrienna y Mary, tres hemosas mujeres unidas por dos lazos inquebrantables, la familia y... la sangre. A lo largo de los años las hermanas Hunter no han podido lidiar con las distintas disputas, peleas y rencores que existen entre ellas. Ad...