Capítulo 32

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Capítulo 32: Lucille

Es el primer día de mi segundo ciclo en la universidad, debería estar emocionada y... Lo estoy, aunque en realidad me siento ansiosa y nerviosa, y no es precisamente porque conoceré personas nuevas o por los cursos que voy a llevar. En verdad se trata de Damien.

¡Maldito seas Damien!

He pasado el peine más de diez veces por mi cabeza intentando alisar mi cabello, aunque lo único que estoy logrando es esponjarlo.

¿Pero a qué se debe este repentino nerviosismo?

Pues sí, a que el troglodita de Damien me soltó la bomba de que lo aceptaron en la universidad, de que de alguna u otra manera ahora estará rondando alrededor mío y que tendré los nervios de punta.

¡Aish! Quiero gritar de solo imaginarlo, y de estar al pendiente de él, me estresa tanto.

Termino de arreglar mi cabello lo mejor que puedo y me coloco unos tenis blancos y unos jeans ajustados, nada ostentoso ni fuera de lo común, aunque a mi parecer debería llevar un chaleco de guerra, no estoy lista para esto.

—¡Lucille! — golpean a mi puerta y me apresuro a subirme la cremallera.

—Ya voy, ya voy.

—Y yo ya me voy.

—¿Qué? —grito y recojo mis cosas lo más rápido que puedo.

—Que te apures no tengo todo el tiempo.

—Maldición Enna. — gruño y abro la puerta.

Mi hermana está fantástica, enfundada en un bonito vestido primaveral hasta los muslos y una casaca jean corta, por lo visto alguien si se esmeró por lucir bien el primer día.

—Wow.

—Ay. —ella rebolea los ojos y me lanza las llaves del auto. —Papá dijo que debemos compartir el auto. —suspira. —Así que apresúrate.

— Ya va, por lo visto alguien no está de buen humor. — me cruzo de brazos y ella sonríe de mala gana. Noto cierta timidez en ella, aunque es difícil saberlo a ciencia cierta, de todas las personas que conozco, Enna es quien sabe ocultar mejor lo que siente. Es difícil interpretarla.

Después de coger unas cuantas tostadas y de meter todo lo que puedo a mi boca, ambas corremos hacia la bonita camioneta negra que papá nos regaló a ambas. Un regalo para confraternizar. Me pican las manos de querer saber que hablaron Damien y ella, el día que lo sacó de la casa, apenas y hemos podido conversar al respecto.

— Hasta aquí huelo tu nerviosismo Lucille. — presiono mis manos sobre el volante. —Si sigues así la próxima vez manejaré yo.

— Caray. —le gruño y por lo visto es un hobby propio de ella, molestarme hasta el cansancio.

— Entonces tú y el tal Damien, ¿ya están juntos?

—No vayas por ahí Adrienna. —aprieto más el volante y una sonrisa lobuna aparece en su rostro de muñequita.

—Pues es guapo me agradaría tenerlo de cuñado, con ese porte oscuro y malévolo...

—¡Basta! — freno en un semáforo rojo y ambas nos vamos hacia adelante siendo sujetadas por el cinturón de seguridad. Enna suelta una carcajada y se mordisquea los labios.

— Es taaan fácil sacarte de quicio. — apoya su cabeza en una de sus manos. — Vamos Lucille, ponte bien los pantalones y acepta que te mueres por ese chico.

Contengo el aire en mi boca, inflando mis cachetes y soplo por una leve abertura de mis labios. Pongo en marcha el auto y sacudo mi cabeza.

— Estoy procesándolo, vale, no pienso dejar que Damien juegue de ese modo conmigo. Un día sí, un día no, un día me habla, al otro me ignora, un día está a mi lado, al otro desaparece. — enuncio todo de la manera más rápida posible sin tomarme el tiempo de respirar. —Solo estoy... Tomando mis precauciones.

Tengo ganas de AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora