Capítulo 43

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Capítulo 43: Damien

Recuerdo el día en que mi profesor Jonathan trajo una mantis de dos cabezas a la clase de biología. Fue extremadamente sorprendente, como si ninguno de los mortales que yacíamos en esa clase hubiésemos visto jamás un bicho como eso.

Si, un bicho raro.

Todos alrededor observándolo, con asombro y curiosidad, por mi lado era más un poco de asco pues no me gustan los insectos.

Bien, en este preciso instante, soy esa mantis, soy ese bicho raro. A excepción claro que no tengo dos cabezas.

Realmente no esperaba el mejor recibimiento por parte de los no vivos. Estaba casi seguro que pasaría desapercibido, o que quizá mi olor haría que muchos estuviesen lamiéndose los labios, por lo apetecible que les podría parecer.

Sin embargo, nada de eso sucedió.

Lo que vi en sus ojos además de confusión, fue miedo ¿qué tan normal es que un vampiro le tenga miedo a un mortal? Creo que difícilmente le sucedería a cualquiera, ¿por qué yo sería la excepción?

— Eh Lucecita, no creo que...

—Ya empezó la ceremonia, debo ir con mis padres. — menciona ella mientras tira de mi brazo hacia una estancia con más gente reunida, todos alrededor mío siguen observándome. —No te molesta que te deje solo unos minutos ¿verdad?

— Ummm yo... —ella me sonríe con calidez y es imposible decirle que no.

—Gracias, será rápido.

Entonces escuchamos el nombre de Lucille y ella avanza hacia adelante en donde veo a sus hermanos y sus padres.

Los Hunter.

Observo a su madre, una mujer muy bella, con un parecido bestial entre ambas, sus ojos dan conmigo y rápidamente se hace a un lado para ver a quien supongo ha de ser su esposo. El hombre imponente frente a mí se trata de Lucian Hunter, lo reconocería donde fuera, es como un aura intensa y poderosa que emanara de él. Su mirada se encuentra con la mía, parpadea un par de veces y escucho el estruendo de una copa rompiéndose, justo la que él lleva en su mano.

Todos guardan silencio y voltean a verme Lucille pestañea y acaricia mi mano. — Luego te lo explico ¿sí? —No le respondo nada, permanezco allí detenido.

Siento un feo escalofrío recorrerme, no esperaba un buen recibimiento, pero tampoco esperaba que todos me vieran como si un fantasma se hubiese presentado. O que los ojos del padre de mi chica, ardieran como trinchera e intentasen lanzarme cuchillos.

Los minutos siguientes son tensos, o quizá sólo para mí. No dejan de verme de esa manera, empiezo a sentir que la corbata me asfixia, y ni siquiera sé porque traje una. Para mi buena suerte, la ceremonia dura apenas unos minutos y pronto Lucille está otra vez a mi lado.

— Lo siento. No pensé que reaccionarían así.

—Al parecer causé una gran impresión. — ladeo el rostro sonriéndole. Ella hace una mueca, puedo notar que se siente avergonzada y quisiera decirle que no debe.

—Debo hablar con mamá y papá, me das un momento. — Preferiría que no me dejara solo, pero lo entiendo. —Solo será un instante.

—No te preocupes, ve. —Ella me besa en la mejilla y se aleja.

Mientras, aprovecho en ingerir algunos bocaditos, a fin de cuentas, deberían sentirse mal por tratar de esa forma a los invitados, no es nada agradable que te observen como si te temieran. Puedo sentir, en particular, la intensa mirada de dos vampiros, uno es aquel rubio, parado en una esquina, apoyado de la pared con los brazos cruzados. Y otro, es el de los ojos rojos, en el bar, con una copa en la mano, sin quitarme los ojos de encima.

Tengo ganas de AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora