Capítulo 23

433 36 6
                                    

Capítulo 23: Enna

Tamborileo mis dedos en la pequeña mesa a mi lado, observo el lienzo en blanco sin una sola pizca de color y es que no sé qué plasmar allí, usualmente las ideas llegan a mi cabeza o solo son mis emociones las que me hacen pintar. Sin embargo, hoy no siento nada, nada más que un vacío tremendo.

No he salido de mi habitación desde que llegué a casa. Y he preferido que las cosas sean así, al menos hasta que mi mente y mi corazón procesen que Peter ha vuelto con Mary. Suspiro y paso las manos por mi rostro, debí suponer que pasaría, que yo estaba sobrando en todo esto.

Pero ustedes son almas gemelas, ustedes están destinados a estar juntos.

Tonta, mi mente es una idiota que cree en esas cosas. A estas alturas ya debería saber que las almas gemelas en realidad son solo un mito que uno mismo escribe su propio destino, que, aunque todo parezca unirnos, solo hay algo más fuerte que los lazos del alma, y es el amor.

Si Peter ama a alguien más definitivamente será más fuerte que lo que siente por mí.

Quizás algún día sepa la verdad, sepa que estábamos destinados a estar juntos y que, aunque no quisiéramos, lo que sentíamos se iba a desatar en algún momento. Lo que siento por Peter se desarrolló desde muy temprana a edad, es lógico que ni siquiera él entienda como es capaz de quererme y como nos atraemos de esta manera, mi mordida fue como un interruptor para él, para que me mirara con otros ojos, para que me quisiera.

— Enna. — escucho a Lucille llamarme desde la puerta. Suspiro y me deshago de mis pinceles. Muevo mis dedos para que la puerta se abra sola.

—¿Qué pasa?

— ¿Te encuentras bien? —inquiere.

Mi hermana, como siempre tan quisquillosa y atenta a los detalles, debo tener cuidado con ella, si es que no quiero que descubra lo que en verdad siento.

— Si, ¿Por qué no lo estaría? — frunzo el ceño y doy media vuelta hacia el armario para guardar mis implementos.

— Isa preparó la comida, y papá pregunta por ti, quiere que todos estemos abajo.

— ¿Peter ya llegó? — ¡Joder Enna! Deja de ser tan obvia. — Digo, faltaría él también.

— No te preocupes por él. — le quita importancia.

Mientras nos dirigimos hacia el comedor le quito el teléfono a Lucille y ella intenta detenerme, sonrío al ver la sarta de tonterías que hablan entre esos dos, algunas son notas de libros, otros emoticones tremendamente ridículos pero tiernos. Veo algunas fotos del tal Damien y debo admitir que es guapo, aunque no es exactamente mi tipo de hombre, se trata de un atractivo moreno de ojos grises oscuros se le ve coqueto y sensual, y me resulta extrañamente familiar.

— Enna no te atrevas.

— Solo me reenviare la foto para tener con que torturarte. — sonrío satisfecha y divertida ante esa situación.

— Basta Enna no hagas eso. — gruñe.

Justo en ese momento escuchamos la puerta abrirse, es aterrador la manera en que mi cuerpo reacciona a la cercanía de Peter como si supiera exactamente cuándo se encuentra en este lugar. Noto que sus ojos buscan los míos, y aunque lo veo al entrar rápidamente desvío mi mirada.

Él saluda amenamente a todos y me apresuro a meterme a la cocina fingiendo algún tipo de interés en la comida recién hecha. Los vellos de mi piel se erizan cuando viene a mí, a pocos metros de distancia y entiendo que es una mala idea estar aquí.

— Hey. — roza mi antebrazo y sus dedos hacen un pequeño camino hasta mi espalda baja. Me estremezco cuando su aliento roza mi oreja y su olor me invade el cuerpo. — ¿Cómo estás?

Tengo ganas de AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora