Capítulo 02

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Capítulo 02: Adrienna

Observo con curiosidad el boceto que he realizado, bonito, estilizado y con muchos detalles. Es hasta cierto punto lo que yo llamaría perfecto, pero no lo es, siempre hay algo que falta.

— ¡Enna! —Brinco sobre la silla cuando escucho las voces de mis pequeños hermanos, veo la hora y casi pego el grito al cielo al ver que ya son las ocho de la mañana.

¡¿En qué momento?!

— Les he dicho que no griten de esa manera. — gruño al abrirles la puerta. Duke me mira con sus grandes ojos verdes y me sonríe, tiene una ventanita de un diente faltante, luce adorable.

— Papá te llama, vamos a desayunar. — Aplaude.

Pongo los ojos en blanco y luego los sostengo a ambos para elevarlos del suelo, los dos gritan divertidos mientras los hago girar. — ¿Por qué no me dejan dormir un poco más eh?

— Enna dormilona. — Luke besa mi cachete y yo le devuelvo el gesto.

Es gracioso que mi familia crea que soy una ociosa, y que paso la mayor parte de mi tiempo en la cama, durmiendo, cuando en realidad soy de las personas que menos duerme. A decir verdad, es un alivio si logro conciliar el sueño al menos cuatro horas. Nunca me siento cansada, puede que se deba a que sea un vampiro o a que simplemente mi cuerpo nunca siente cansancio.

— Vayan abajo, yo los alcanzo ¿sí?

— Sí. — asienten.

Me despido de ambos y cierro la puerta. Veo el día en mi calendario, 15 de Agosto del año 2098.

Muchos empiezan un nuevo año escolar, mis compañeros van a la universidad y otros prefieren disfrutar de la belleza de la eternidad cuando eres vampiro.

Observo mi reflejo en el espejo, luzco joven y hermosa, mi piel parece perfecta, mis pecas son prácticamente imperceptibles, tengo un bonito cuerpo, pechos grandes, caderas ligeramente anchas, el cabello de un castaño rosáceo más como naranja, todo parece estar bien en mí pero... No soy feliz.

Hay aspectos en mi vida que no me logran dar la felicidad que en verdad deseo, tenga una familia, un hogar, dinero, vestimenta, cualquiera diría que estoy loca y que soy tonta, pero con los años que transcurrían entendí que no todo se trataba de ser bonita y tener dinero, también estaba el hecho de ser amada, de tener a tu familia unida, a tus padres juntos.

Margaret Wood era la mujer que mi padre había elegido para compartir su vida, mi madrastra, nunca sería mi madre.

No me malinterpreten, yo no la odiaba, por lo contrario sentía un extraño aprecio hacia ella, un tanto agridulce, había cariño pero también causaba esa espinilla en mi de saber que le había quitado el lugar que debió pertenecerle a mi madre. Maggy era hermosa, al ser un híbrido lucia más joven que una mujer de cuarenta años, y me quería, siempre me ha tratado como una hija, aunque no lo fuera.

A veces deseaba poder corresponderle del todo, quererla del mismo modo que ella lo hace conmigo, pero habían plantado en mi interior una horrible espina venenosa que no podía sacarlo con nada.

Me visto en menos de veinte segundos y tardo más de cinco minutos en decidirme si bajar o no, al llegar al comedor puedo ver a la familia Hunter Wood felices y contentos, la perfecta Lucille solo come cereales integrales y jugo de fresa. Sus ojos tímidos me miran y me sonríe con ternura, gesto que no le correspondo.

— Hola a todos. — es mi corto saludo. Nadie pide más de mí, porque saben que no conseguirán nada más.

Sirvo un poco de leche con chocolate en una taza de porcelana y hunto mermelada de frambuesa sobre mí tostada, deliciosa y exquisita. Reviso las notificaciones de mis redes sociales, Mary ya está lista y me espera en la casa de sus abuelos postizos.

Tengo ganas de AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora