Primero disculpen la demora, ni siquiera me ha dado tiempo de editarlo completo, espero lo disfruten se viene el drama.
Capítulo 40: Damien
Hago un movimiento suave, e inserto la llave, me quedo allí por unos segundos, sin girarlá, sin atreverme a abrir la puerta hasta que es tarde. El sonido molesto que hace la puerta principal solo me pone más inquieto.
—Pasa. —le indico. Y Lucille entra cuidadosamente. Sus pies suenan con casd paso que da y es que hay un poco de loza levantada por la mala construcción de este hogar.
Observo a lucecita, curiosa y tímida, mirando todo a su alrededor. Yo solo permanezco allí, contemplándola como un idiota que no puede creer que existan mujeres tan hermosas como lo es Lucille.
—Sé que no es lo que esperabas. No es ni la mitad de lo que esperabas, pero...
—Está bien. — se da la vuelta sonriéndome—Todo está bien Damien. — acaricia mis nudillos y se aleja para ver los cuadros en la repisa, me tenso un poco. Las paredes de la sala de estar son de un color ocre, aunque se ven más oscuras por las cortinas y la poca iluminación.
Mi casa es como aquellas tradicionales, techo de madera, tejado por fuera de un solo piso y con distintas divisiones como ratonera, al fondo se encuentra ni habitación y la de mi hermana, mi padre suele echarse en aquel sillón reclinable, con las piernas sobre un puff y una cerveza helada que la coloca siempre encima de su redonda barriga. Mi madre sumisa ante cualquier orden por parte suya, se la pasa en la cocina, mirando la tv a través del pequeño arco que divide la sala de la cocina.
Solo tenemos un baño, un baño compartido, el cual muchas veces discuto con mi hermana por quien debe ir primero. Supongo que mi habitación no es ni la mitad de lo que es el cuarto de Lucille, quizá por eso me siento tan avergonzado mientras la llevo hacia allá.
No creo que sea un lugar agradable para ella, ni huele a flores, ni tampoco tenemos un jardín inmenso, a penas los pequeños maceteros de mi madre ya se han marchitado y algunas plantas están muertas, esperando porque la lluvia caiga y pueda darles algo de vida.
Contengo el aire cuando nos detenemos frente a mi cuarto, quisiera saber lo que piensa y a la vez me da terror, creo que tengo pavor de no ser suficiente para ella... Sé que no lo soy.
—Este... Este es mi cuarto. —abro la puerta la cual hace un chillido horrendo cuando lo hago.
Lucille se adentra curiosa, supongo que sus bonitos ojos están tratando de adaptarse, a la cama de plaza y media que ve, a la computadora, al escritorio, a la pequeña tv y porque no, a la canasta de baloncesto que tengo sobre mi televisor. Como dije hace un momento, mi habitación no es ni la mitad de lo que Lucille tiene.
Ella sonríe y se sienta, sus manos tocan el cubrecama, y la observo quitarse los zapatos.
—¿Te importaría si...
—No hay problema. —niego con la cabeza.
Y permanezco apoyado de la puerta. Estoy tenso, Lucille es la segunda chica que traigo a casa, pero se siente como si fuese la primera, nunca he tenido que sentirme cohibido con alguien, ni mucho menos he aparentando ser algo que no.
—¿Qué pasa?
—Nada. —frunzo el ceño y ella sonríe.
—Entonces porque estás allí parado como si fueses un policía. —Entrecierra los ojos. — Ven aquí. — palmea mi cama. Trago saliva y me acerco a ella, sentado a su lado, pero sin tocarla, sin embargo, es ella la que se acerca a mí. —¿Qué pasa Damien?
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Tengo ganas de Amar
VampireLucille, Adrienna y Mary, tres hemosas mujeres unidas por dos lazos inquebrantables, la familia y... la sangre. A lo largo de los años las hermanas Hunter no han podido lidiar con las distintas disputas, peleas y rencores que existen entre ellas. Ad...