Volvimos a casa y seguían sin hablarse, Marc no le dirigía ni una sola mirada, y aunque Enzo lo paso mal la primera noche en la que prometió cuidarme, al final nos cuidamos mutuamente, entendió que Marc no lo aceptará, y me dijo una frase que nunca olvidaría.
-Nadie va a separarnos, ni Marc ni nadie. Nosotros no vamos a ser Romeo y Julieta, da igual que Marc no me quiera contigo, porque yo te quiero, te quiero tanto que hasta me asusta. Porque nunca he sentido esto por nadie. Te he querido tanto tiempo como una hermana que cuando antes de irme de viaje empezaste a cambiar, y yo empece a verte de otra forma, me asusté, pero el amor no tiene que dar miedo, por eso desde ahora quiero que estemos el uno para el otro. No quiero que te vayas nunca, quiero contigo lo que no tuve con nadie. -me agarró la mano. - Siempre voy a estar aquí, te lo prometo. No quiero que sufras y menos por mi culpa, Marc va a aceptarlo, le va a costar, pero ese no es nuestro problema, porque yo te quiero y tú a mí, ¿verdad?
-Por supuesto -respondí.
Esa frase nunca se me olvidaría.
Todo el vuelo fuimos agarrados de la mano, para que no hubiese ningún conflicto, Marc y Kami se pusieron frente a mis padres, y Luis y Caroline delante de nosotros.
Al llegar Marc acompañó a Kami a casa, y yo tras poner toda la ropa a lavar me fui a casa de Enzo, y tras ver una película, dormimos juntos.
Tras el día de nuestra llegada era el cumpleaños de Marc, él también cumplía dieciocho. Había decidido hacer una pequeña cena y después ir con amigos a una discoteca. A mí solo me invitó a la cena, obviamente, pero a Kami a ambos sitios, porque, según sus palabras.
-Querrás pasar tiempo con tu novio. -con desdén.
Por culpa de las hormonas y de lo sensible que esos días estaba, no pude evitar echarme a llorar. Me encerré en mi cuarto y no salí hasta la cena. Nadie de la familia de Enzo asistió, ya que ese día por la tarde ambos se fueron por asuntos de negocios y Enzo se quedó en casa.
Comimos sin ningún percance y tras despedirme de él y Kami, mi madre y mi padre se lo llevaron a la cocina y cerraron la puerta, cuando salieron Marc me miró con una expresión extraña, entre rabia y pena, y algo más, me dio un casto beso en la mejilla y se fue.
Sin saber que hacer, cogí a Lucas y lo saque a pasear. Me despejé y aunque algunas lágrimas se me cayeron, las oculte tras la bufanda. Deje al perro en casa y me fui a la de Enzo, y allí no pude evitar que ninguna lágrima cayera. No tardó ni dos segundos en abrazarme al verme en la puerta, me llevó hasta el sofá.
-¿Qué te ha dicho? -me preguntó.
-Nada. Pero no soporto esta situación, yo quería poder ir los cuatro, felices, y no como estáis. ¿Por qué le cuesta tanto aceptarlo? -contesté desahogándome, con él no podía fingir, ni cuando estaba feliz ni triste, sabía descifrarme mejor que nadie.
-Ya lo sé, a mí también me encantaría. Pero ahora deja de llorar, por favor. No quiero ir a buscarlo hoy y pegarle una hostia, no quiero, pero me está tentando, ya no es la primera vez que lloras por su culpa. -dijo con voz fuerte.
-No hagas nada, por favor, quédate conmigo.
-Vale.
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No basta con decir, Te quiero.
RomanceNia lleva enamorada años del mejor amigo de su hermano, Enzo. Tras volver de un viaje de tres meses Enzo ha cambiado, tanto que hasta se ha enfrentado a su mejor amigo para poder estar con ella. Pero cuando un compañero nuevo, con mirada que transpo...