Estábamos a principios de octubre cuando mis padres junto a los de Enzo salieron a cenar con mi abuela. Marc se fue a pasear un paseo con Lucas, y yo me quede sola, sin nada que hacer.
Había estado toda la tarde estudiando matemáticas, pero seguían sin entender nada, así que me rendí.
Como cundo era pequeña y no tenía nada que hacer, me fui a casa de Enzo, porque hoy no había ido a clase y Marc no sabía por qué.
Me abrió María, y me indico sin que yo preguntara que estaba en su cuarto.
Al entrar estaba todo oscuro, pero decidí no encender la luz del techo y encendí la del escritorio.
-Apaga la luz, mamá -se quejó con voz ronca.
-Soy Nia.
-¿Qué haces aquí? -preguntó a la vez que intentaba levantarse.
-No viniste a clase, Marc no sabía por qué, y yo me aburría en casa. -expliqué.
Asintió y tras estar bien incorporado, empezó a hacerse masajes a la cabeza.
-¿Te duele la cabeza?
-Es un resfriado, pero ya sabes que a mí me cogen fuerte.
Enzo siempre se ponía enfermo mínimo dos veces en invierno, ya era como una tradición.
-Déjame ver. -le toqué la frente y noté rápido que estaba bastante caliente. -Quítate las mantas.
-No. -protestó con voz infantil.
Estaba acostumbrada, la verdad, Enzo cuando estaba enfermo se comportaba como un niño, y no era un buen enfermo.
Fui por un paño con agua fría sin decirle nada más, y entré con cuidado, tuve suerte de que estuviese con los ojos cerrados porque así le puse rápidamente el paño frío sobre la cabeza.
-¡Nia! -exclamó. -Tengo frío.
Y se subió más las mantas.
-Enzo, para. Quítate las mantas, o te va a subir más la fiebre.
-Me da igual. -se quejó.
Suspiré.
-Enzo, por favor, quítate las mantas, ponte una chaqueta, pero quítate las mantas. -le supliqué.
Mi padre neurocirujano, y mi madre fue enfermera, pero yo sé que sería la peor médica del mundo, porque me da mucha pena ver a la gente enferma.
Suspiró y se quitó las mantas, y vi que llevaba un pijama de lana blanco, raro en é porque no le gustaba dormir abrigado.
-¿Mejor? -preguntó.
-Sí. -afirmé, me senté a su vera y le coloqué bien el paño.
Volvió a cerrar los ojos y yo me pasé horas cambiándole los paños, mientras intentaba estudiar matemáticas en su escritorio, pero sin resultados.
Sobre las once de la noche me llego un mensaje que decía.
"Vamos a quedarnos en un hotel los cinco, volvemos mañana. Besos."
No me sorprendió, al menos dos veces al año hacían cosas así. Yo llevaba horas cambiándole los paños, y me di cuenta de que desde que llegue no había comido ni bebido, por eso decidí hacerle una sopa rápida.
Cuando entre a su cuarto, vi que seguía durmiendo, así que tuve que despertarlo.
-Enzo - susurré. -Enzo, despierta.
-Um déjame dormir. -contestó y se giró haciendo que se le cayera el paño de la frente.
-Enzo, tienes que comer algo. -insistí.
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No basta con decir, Te quiero.
عاطفيةNia lleva enamorada años del mejor amigo de su hermano, Enzo. Tras volver de un viaje de tres meses Enzo ha cambiado, tanto que hasta se ha enfrentado a su mejor amigo para poder estar con ella. Pero cuando un compañero nuevo, con mirada que transpo...