Me derretí en sus brazos como los helados en verano, Killian besaba demasiado bien, tenía los labios suaves y su piel no picaba a diferencia de la de Enzo, me beso con suavidad y cariño, pero no tardó en ponerle más ganas y colocar su mano sobre mi nuca y bajar la otra hasta mi cintura para profundizar más el beso hasta conseguir meter mi lengua en su boca causándome unas mariposas muy revoltosas en el estómago, sus labios encajaban perfectamente con los míos y cuando tocaron mi cuello fue mi ruina, mientras él se divertía, yo metí mis manos bajo su camisa haciéndome que su piel se erizase y su espalda se arquease.
-Eres un témpano- dijo con la voz ronca.
Yo simplemente me reí y seguí moviendo mis manos por su espalda y su abdomen, hasta que una pregunta me asalta y no puedo evitar decírsela.
-¿Por qué yo, y no ellas?
Se separó de mi cuello y enmarco mi cara con sus manos.
-Porque llevo deseando esto desde el primer momento en que te vi.
-¿Ah sí?
No respondió, pero volvió a besarme con insistencia y con cariño hasta que unas voces nos sacaron de la burbuja en la que estábamos inversos.
-¡Nia, nos vamos ya! -exclamó mi padre desde las escaleras, por suerte había varias personas a nuestro lado que no dejaban que nos vieran pegados.
-¡Nosotros también! -exclamó el padre de Killian.
-Ya vamos -respondimos.
Acomode mi bolso y empecé a caminar, pero cuando una columna nos tapaba, Killian cogió mi brazo me dio un beso insistente y se fue por las escaleras, dejándome un poco atontada.
Al llegar a mi casa me acosté y me dormí sin darme cuenta de que mis acciones iban a tener consecuencias y no tenían que ser inmediatas.
Eran las doce de la mañana cuando me decidí a abrir los ojos, Lucas estaba tumbado en mi alfombra y cuando me erguí en la cama y Lucas saltó sobre mí, lamiéndome entera, jugué un rato con él y decidí tomarme algo ligero para desayunar, busque la correa de Lucas después de cambiarme a un chándal y lo bajé a pasear. Fuimos hasta el parque canino para que jugase y más tarde paseamos por el paseo marítimo hasta una gofrería donde me compré un gofre con nutella, y al salir y coger a Lucas este empezó a ladrar hacia un San Bernardo, pero tire de él para volver a casa, pero un par de segundos después llamaron por mí.
-¡Nia! ¿Ya no me saludas? -me giré y vi que era Killian.
-Eh, no te había visto. Hola. -contesté.
-No sabía que tenías perro. -dice parándose delante de mí y acariciando a Lucas.
-Ya ves, yo tampoco sabía que tú tenías uno.
-Pues sí, se llamaba Beethoven ¿y el tuyo?
-Se llama Lucas.
-¿Es un bichón maltes, no?
-Pues sí.
Empecé a caminar a paso lento y él me siguió de cerca.
-¿Te lo pasaste bien ayer?
-¿Ayer? Sí, supongo. -contesté, pero en ese momento no sé por qué no recordaba nada más que la cena.
-¿Supones?
-Si no sé, no me acuerdo. -contesté con una sonrisa algo nerviosa, no me gustaba no recordar lo que había pasado.
¿Qué me pasaba? ¿Había bebido? Imposible ¿no?
-¿Quieres que te lo recuerde? -me preguntó con una mirada pícara y esa sonrisa suya.
-Supongo... -contesté.
Se acercó lentamente y cuando poso sus labios en los míos ese mínimo segundos fue una ráfaga de flashbacks. Primero la discusión con Enzo, y después todo lo ocurrido con Killian.
Me aparté como si quemase y lo mire entre horrorizada y enfadada, sin decir nada más, empecé a correr con Lucas feliz corriendo a mi vera. Había oído a Killian llamar por mí, pero en ninguna me giré y agradecí que no me siguiese porque en ese momento me sentía la peor persona del mundo, me daba mucho asco y solo quería coger un bote de helado, meterme en la cama y ver mi película favorita en bucle desde mi ordenador.
Al llegar a casa le quité la correa a Lucas y fui al congelador, cogí el helado de limón, cogí mi ordenador y tras ponerme mi pijama de oso me metí en la cama y le di Play a "Crazy Stupid Love".
Llevaba desde el sábado por la mañana en mi habitación, Marc solía venir a traerme de comer, pero el lunes a las siete de la mañana tenía cero ganas de ir a clase y de enfrentarme a Enzo y Killian.
-Buenos días, enana. -dijo Marc entrando y abriendo las persianas, haciendo que la luz entrase de golpe y me diese de lleno en los ojos.
-Buenos serán para ti. -contesté.
-Venga, levanta, dúchate y tira para clase.
-No me apetece ir a clase. -dije antes de meterme bajo las sabanas como si así fuese a desaparecer.
-¿Sabes que me puedes contar lo que te ocurre? ¿Verdad? ¿Tiene que ver con Enzo?
-Sí... -contesté en un susurro.
-¿Qué te ha hecho? -preguntó.
-Él no a hecho nada, he sido yo. Soy una persona horrible. -dije y volví a llorar, pero por primera vez delante de alguien.
-Ey, ey, enana, no eres horrible, ¿cómo se te ocurre decir eso? Cuéntame qué ha pasado. -dice acariciándome la mejilla y haciendo que me calmase un poco.
-¿Recuerdas cuando en la cena del viernes fui al baño?
Asintió y yo seguí contándole todo lo que paso después.
-¿Qué piensas hacer ahora? -me preguntó mientras me abrazaba.
-No lo sé...
-Yo solo te voy a dar una recomendación y no quiero que piensas que te la digo por qué no me gusta Enzo como tu novio, pero yo creo que lo mejor que podrías hacer es tomarte un tiempo con Enzo y aclarar tus ideas porque ahora son un torbellino, y cuando estés mejor tomar la decisión que veas acertada. Pero repito es solo un consejo, ahora si te ordeno que te duches y te pongas algo decente, por favor.
Me reí y él salió después de darme un último abrazo, yo elegí un chándal blanco con las nike y me duché y adecenté un poco antes de salir junto con Marc que rodeaba con su brazo.
Supongo que Marc le explico lo sucedido a Kamila porque al verme me abrazo y me dijo "todo va a salir bien". Esas palabras me relajaron y me alegraron a partes iguales, las necesitaba.
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No basta con decir, Te quiero.
Любовные романыNia lleva enamorada años del mejor amigo de su hermano, Enzo. Tras volver de un viaje de tres meses Enzo ha cambiado, tanto que hasta se ha enfrentado a su mejor amigo para poder estar con ella. Pero cuando un compañero nuevo, con mirada que transpo...