Capitulo 4

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Al llegar a donde él estaba lo vi con un cigarrillo en la boca, respire y no me cabreé, pero decidí encararlo e intentar amenazarlo

 -Dame uno -le ordené con la voz más firme que pude.

-No -dijo serio, pero a la vez riéndose muy falsa y forzadamente.

-Pues entonces deja de fumar.

-No es tan fácil -dijo mirándome serio. -Lo necesito.

-¿Lo necesitas? -le pregunté alucinando. - Lo que necesitas es aire para respirar, agua para beber, amigos con los que divertirte, familia con la que disfrutar, pero fumar, fumar no lo necesitas. Enzo. No. Lo. Necesitas.

Todo esto lo dije seria y mirándolo a los ojos muy fijo.

-No lo entiendes. -contestó, apartando sus ojos de los míos y mirando al frente.
-Pues explicámelo.

-No.

-Enzo. -dije con voz rota, y acercándome a él hasta ponerme delante de él. -¿Qué te ocurre?

Me picaban los ojos, y sabía que muchas lágrimas luchaban por salir en este momento.

Tiró el cigarrillo y lo pisó, a continuación me miro fijo, como yo hace un momento. -No te lo voy a decir. No ahora. -hizo una pausa donde ninguno dijo nada y continuó. -Solo prométeme una cosa. 

-¿Qué? -pregunté si dudar. -Pase lo que pase, cuente o no lo que me ocurre, no te vas a alejar de mí. -me dijo.

Y sin dudar contesté.

-No lo dudes. Nunca.
Ahora me hubiera gustado que me besases, pensé, sin embargo, sabía que no ocurriría. Apoyé mi cabeza sobre su pecho y cerré los ojos.

De fondo sonaba Quiero Decirte, de Sebastian Yatra, de nuevo.

-Quiero decirte que te quiero, aunque no sería el primero / Quiero decirte que te amo y que este amor es verdadero/ Quiero decirte tantas cosas y al final no diré nada / Lo que yo quiero estará escrito en mi mirada /Te amo más que a nada - me susurro al oído.

No pude evitar levantar mi mirada hasta encontrarme con sus ojos, como tampoco pude evitar que volviésemos a besarnos para mi sorpresa.

Fue intenso pero con mucho significado, con palabras sin decir pero transmitidos con besos dulces.

Pudieron ser segundos, minutos u horas, pero a mí me pareció poco cuando tuvimos que separarnos para subirnos al coche. Enzo no se sentó delante, sino a mi lado detrás, no nos besamos, tampoco lo hicimos al llegar al portal como muchas veces había soñado, pero me sirvió como momento para apuntar en mi mente y recordarlo como otro de mis mejores dias con Enzo.

Me fui a la cama casi una hora después, porque Kami necesitaba saber qué pasó y tuve que explicárselo con detalles, no podía esperar a mañana, pero le dije que lo que faltaba de la historia se la contaría mañana.

Tras ponerme mi pijama de top beis y pantalón estilo escocés también beis y negro, desmaquillarme y despedirme de Marc que aún estaba despierto haciendo algo en el ordenador, me dormí.


Me desperté por el sonido del timbre, y como ayer me había olvidado de bajar la persiana, toda la luz entraba en la habitación, cuando casi cinco minutos después el timbre seguía sonando, supuse que no había nadie en casa, me levanté y pasé de ponerme algo, quién fuera que no viniese tan pronto. Aunque bueno, eran la una de la tarde, según el reloj de la cocina. Ni siquiera miré quién era abrí y me quede muy sorprendida. Enzo estaba ahí plantado, casi igual que yo, pantalón de chándal y camiseta básica blanca.

No basta con decir, Te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora