Dos días es lo que tardaron en coger vuelos, reservar las casas y las demás cosas que tenían que hacer para organizar el viaje a Roma.
A Kami la dejaron ir al viaje y yo no pude estar más feliz y ella ni os imagináis como se puso cuando se lo conté.
Tuvimos un día para preparar la maleta así que nos repartimos el día: por la mañana yo iba a su casa para preparar todo, y por la tarde ella venía a la mía, y como al día siguiente salimos muy temprano para Roma ya se quedo a dormir.
Salimos del aeropuerto de Barcelona a las siete de la mañana y llegamos a Milán sobre las nueve. Fuimos en primera clase, los asientos que teníamos eran dos enfrente de otros dos, y para mí sorpresa Enzo se puso a mi lado, y Kami al lado de Marc, y aún para mi grata sorpresa se pasaron el vuelo hablando entre ellos, y yo tampoco perdí la ocasión de hablar con Enzo.
Tras alquilar dos coches nos dirigimos a un pueblo cercano llamado Stresa, las casa que habían alquilado eran similares, ambas de color crema, con ventanas marrones y mucho jardín y flores, un señor llamado Pietro fue el que nos dio las llaves y nos hizo un recorrido por la casa.
La casa de una sola planta, pero con vistas al lago Maggiore, tenía una puerta tradicional, en la entrada tenía una cristalera a la izquierda para separar el recibidor del salón comedor y que hacía que adquiriese una aire moderno, a la derecha de la entrada había una cocina reformada hacia poco según nos había dicho Pietro, al fondo de la cocina había un estrecho pasillo que llevaba a la primera habitación de buen tamaño y con baño, el salón y el comedor tenían aires muy modernos y un enorme ventanal daba al jardín y tenía unas espectaculares vistas al lago. La siguiente habitación era una matrimonial que incluía un baño grande y completo y un pequeño vestidor, las otras dos habitaciones aunque no tenían baño propio no tenían por que compartir baño porque en el pasillo había dos.
Tras dejar nuestras cosas en nuestras respectivas habitaciones, a mi me tocó la de matrimonio, a Kami la escondida, y los chicos se quedaron con las habitaciones gemelas que se encontraba una frente a la otra y tenían unas preciosas terrazas.
Hicimos la compra en un supermercado cercano, y como aún era temprano, las tres de la tarde, decidimos dormir un poco para luego ir a Milán ver la decoración navideña y demás.
No dormí mucho, una hora, pero como no quería molestar cogí el libro que estaba leyendo "La alas de Sophie" de Alice Kellen. Siempre he sido una persona sentimental, pero hasta yo me sorprendí cuando empece a llorar por la muerte de Simon, me había encandilado con su gracia, y la forma en que trataba a Sophie, yo quería algo así, bonito, admirable e inolvidable.
Había ido a leer a la terraza, y estaba en un momento delicado porque como ya he dicho soy una persona sentimental, y como tal no solo lloro por los libros, también me enfado. Y cada vez que aparecía la madre de Sophie me cabreaba más, no podía dejarla tranquila, con su dolor, pero tranquila y no recordándoselo cada vez que le apetecía.
-¿Qué lees? -oí que preguntaba una voz familiar.
Me gire para ver ante mí, un Enzo con camiseta blanca sencilla y pantalón de chándal gris.
-Las alas de Sophie. -respondí.
-Te notó cabreada. -dijo mientras se sentaba en la silla a lado de la mía.
-La madre de la protagonista. -respondí sin más.
Yo seguí leyendo, pero con la mirada de Enzo fija en mí.
- Y si entramos, aquí hace frío. -sugirió él.
-Vale. -conteste.
Entramos, y nos sentamos juntos en sofá biplaza, Enzo se acostó a lo largo sin dejarme espacio.
-Ven, acuéstate conmigo. -me dijo con voz suave.
Me lo pensé unos segundos, Marc está a unos metros de aquí y Kami a menos, nuestros padres podrían entrar en cualquier momento, y dijo mi lado razonable.
-Marc nos ha visto abrazados muchas veces y no ha dicho nada, Kamilah seguro va a sonreír si nos ve, y nuestros padres que se vayan acostumbrando. -rebatió él.
Suspiré y tras dejar el libro en la mesa de centro, me acosté junto a él. No me di cuenta cuando me dormí, pero si que lo hice relajada con la respiración tranquila de Enzo en armonía con la mía.
Me desperté con las voces de nuestros padres y las de Marc y Kami. Al abrir los ojos una luz cegadora me invadió la vista, al abrirlos de nuevo pude ver algo más y vi con total normalidad al intentarlo por tercera vez.
Marc y Kami charlaban animadamente sentados en el sofa que se encontraba frente al nuestro.
-Buenos días, enana. -me saludo Marc al verme despertar.
Le devolví el saludo, pero estaba aún tan cansada del viaje que me gire y escondí mi rostro en el pecho de Enzo haciendo que este me apretara más contra él. Volví a dormirme pero no por mucho tiempo.
Unas voces hablaban cerca mía, y aunque al principio no sabía que decían, acabe entendiendo lo que susurraban cerca de mi oído.
-Hija, hija. Despierta. Tienes que arreglarte, te estamos esperando. -decía mi padre.
Me gire de nuevo buscando a Enzo pero no estaba, al menos no en el sofá por que oí su voz cercana diciendo.
-Augusto, déjame a mí.
-Inténtalo hijo.
Note como se sentaba a mi vera y me acariciaba el brazo, a la vez que decía.
-Princesa, vinimos aquí porque querías ver el gran árbol de swarovski, para estar durmiendo nos vamos ahora a Champolu a esquiar y mientras tu descansas.
-Eres un chantajista. -me queje, a la vez que me giraba para poder verle la cara.
Se acerco y me acaricio la cara. -Ve a cambiarte.
Se levantó y se fue a su cuarto, tarde lo mío aún así en levantarme pero lo hice, bajo la atenta mirada de Marc y Kami que no había perdido detalle.
Abrí la maleta que estaba tirada de cualquier manera en el suelo, y tras mirar el tiempo que hacía me decidí por uno de los conjuntos que había elegido.
Vaqueros mom, camiseta ajustada de canalé blanca, botas blanca y un abrigo de de lana beis. Cogí el bolso que me comprara hace unos meses con Kami de Bimba y Lola y tras revisarme de arriba abajo en el espejo, salí.
Todos esperaban arreglados en la puerta. Me subí al coche que llevaban Luis y Caroline con Enzo, ya que Kami seguía hablando muy feliz con Marc.
Enzo miraba por la ventana por lo que pude disfrutar de buenas vistas un rato, vestía unos pantalones cargo beis, camiseta blanca y por encima una chaqueta beis y un plumifero negro.
Se dió cuenta de que lo miraba y yo gire la vista hacia la ventana, hasta que note su mano sobre la mía, pero rápidamente yo las tape con mi bolso.
Note que no le gusto ese gesto, pero que podía hacer, Marc tenía que ser el primero, aparte ara mí esto era muy raro, nos besábamos a ratos, dormíamos juntos pero yo no sé ni que somos. Nunca me habían gustado las relaciones a medias.
Un rato más tarde llegamos a Milán, decidimos ir a cenar primero y después ir a pasear.
Cenamos en un restaurante que en su menú tenía comida vegetariana, todos pedimos de primero caracolas rellenas de cuatro quesos, pero de segundos pidieron dos pizzas para compartir, y Marc y yo pedimos otra pero vegetariana. El local estaba en el centro de Milán, decorado de una forma muy moderna y acogedora.
Tras llenar el estómago visitamos lugares preciosos como el árbol de swarovski que me impreionó por como brillaba, Piazza Mercanti, y para terminar fuimos al Barrio Navigli, un lugar precioso para ver por la noche, sus luces, sus dos grandes canales: Naviglio Grande y Naviglio Pavese, simplemente, un lugar precioso.
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No basta con decir, Te quiero.
RomansaNia lleva enamorada años del mejor amigo de su hermano, Enzo. Tras volver de un viaje de tres meses Enzo ha cambiado, tanto que hasta se ha enfrentado a su mejor amigo para poder estar con ella. Pero cuando un compañero nuevo, con mirada que transpo...