Como todo el mundo sabe, hemos tenido dos Dumbledores. Sir Richard Harris interpretó el papel en "La piedra filosofal" y "La cámara secreta", y cuando falleció, Sir Michael Gambon asumió el papel. Por aquel entonces no tenía ni idea de la leyenda que era Richard Harris, ya que tuve muy poco trato con él. Sólo me dirigió dos palabras. Me llevó a un lado entre escenas, justo a la entrada del Gran Comedor, me miró de una forma muy a lo Dumbledore y me dijo: "Eres bueno". Nada más que eso. No creo que quisiera echarme humo y, desde luego, en aquel momento no me di cuenta de que estaba recibiendo elogios de uno de los grandes. ¿Creía que era bueno? Bueno, tenía la sensación de que no estaba haciendo lo que todo el mundo hacía. Draco nunca quiere seguir a la multitud. Si el resto de los estudiantes están parados aquí, él estará parado allí. Cuando ellos están desaliñados, él está perfecto. Cuando los botones de arriba de ellos están desabrochados, los suyos están firmemente abrochados (un rasgo que odié en su momento, porque ¿qué adolescente que se precie quiere que su uniforme escolar esté justo así?) Así que el carácter me permitía destacar con facilidad. Pero, ¿era eso lo mismo que ser bueno? ¿Merecía yo esas amables palabras del Dumbledore original? La verdad es que estas cuestiones son completamente subjetivas. Todos sabíamos -Daniel, Emma y Rupert incluidos- que teníamos mucho que aprender. Por supuesto, sabíamos que no debíamos mirar por debajo del objetivo de la cámara y sabíamos encontrar nuestras marcas, pero era la calidad de los actores que nos rodeaban lo que nos hacía parecer medio decentes. Sin embargo, como cualquier persona en cualquier campo, tuve mis momentos en los que me fue bien y mis momentos que fue mejor olvidar. La arrogancia de Tom a veces ayudaba a Draco a cobrar vida en la pantalla, y a veces no. En "La cámara secreta", cuando Harry y Ron han tomado la poción multijugos para transformarse en Crabbe y Goyle, siguen a Draco hasta la sala común de Slytherin. Harry ha olvidado quitarse las gafas, lo que da lugar a un bonito ejemplo de la genialidad de Chris Columbus. Cuando Goyle explica que lleva gafas porque ha estado leyendo, me pidieron que improvisara lo que se convertiría en una de mis frases favoritas de Draco. Después de la tercera toma, Columbus parecía un poco mareado porque se le había iluminado la bombilla. Se acercó a mí entusiasmado, tiró de mí hacia un lado y me susurró un chiste al oído. "Cuando te diga que lleva gafas porque ha estado leyendo, le dices: "Ignoraba que supieras leer". Compartimos una sonrisa y ésa fue la toma que llegó a la película final. Sabía que así sería porque Chris estalló en carcajadas tras gritar "¡Corten!". La siguiente escena, en cambio, no fue mi mejor momento en el plató. Los tres entrábamos en la sala común de Slytherin, con Draco a la cabeza leyendo el Diario el Profeta. Draco tenía un monólogo bastante gordo. Aquel día no me sabía mis líneas y eso les costó un buen puñado de horas de rodaje. Recibí una buena reprimenda de David Heyman, e incluso llamaron por teléfono a mi madre para decirle que tenía que sabérmelo. Acabaron imprimiendo trozos del guión y pegándolos en el periódico para que pudiera leerlos. Dudo que Richard Harris se hubiera quedado muy impresionado si hubiera asistido aquel día. A medida que fui adquiriendo experiencia, empecé a comprender que la noción de ser "bueno" o "malo" en una escena tiene más matices de lo que la mayoría de la gente imagina. Puedes actuar como un loco, pero si no conectas con los demás actores de la escena, no estás haciendo un buen trabajo, igual que golpear una pelota de tenis con todas tus fuerzas no es un buen partido de tenis. No existe el bien o el mal individual. Se trata de la actuación del conjunto, del contexto, de la interpretación y de la opinión. Si Rupert hubiera interpretado a Draco y yo a Ron, ¿las películas habrían sido diferentes, mejores o peores? Sí a todo lo anterior. Cada uno tendrá su propia opinión. Así que recuerdo con cariño esas amables palabras del Dumbledore original, pero también las tomo con una pizca de sal. Gran parte de lo que destilaba en aquellas primeras películas era la arrogancia de un chaval que se sentía cómodo delante de la cámara.
El cumplido me sentó bien, pero lo mantuve en perspectiva. Tuve mucho más que ver con nuestro segundo Dumbledore que con el primero. Richard Harris y Michael Gambon eran personajes muy diferentes en la vida real. Richard Harris me recordaba a mi abuelo en muchos aspectos. Tenía una sabiduría cálida y tranquila, muy adecuada para el papel que interpretaba. Michael Gambon era más un showman. Puede que interpretara al viejo mago, pero en el fondo era un chico joven. Era autocrítico, pero a esa edad y con esa estatura podía decir casi cualquier cosa y salirse con la suya, por escandalosa que fuera. Le encantaban las historias divertidas y los chistes rápidos, y creo que eso se refleja en su interpretación del personaje. En mi opinión, hizo una interpretación increíblemente impresionante, sobre todo en "El príncipe mestizo". Sobre todo, era muy divertido.
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Más allá de la varita - Tom Felton (Traducción Fan)
Non-FictionLa magia y el caos de crecer como un mago. En esta autobiografía Tom Felton se abre a los lectores y cuenta cómo fue su vida desde que empezó como actor, durante le rodaje de las películas de Harry Potter interpretando a Draco Malfoy, sus problemas...