24 | 𝐑𝐄𝐄𝐍𝐂𝐀𝐑𝐍𝐄

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Sovieshuu exigió la jaula lo más rápido posible

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Sovieshuu exigió la jaula lo más rápido posible. Aclaró que no era necesario seguir con las indicaciones mencionadas con anterioridad al herrero, ahora sólo requería de ella sin importar sus dimensiones ni tampoco sus detalles.

—Bien, entra allí. —adentró a Heinrey en la jaula y cerró la puerta con un pequeño candado—. Soldado. —llamó la atención del más joven—. Quiero que estés al pendiente del ave. No dejes que nada le falte, ¿de acuerdo? —él asintió. Las llaves del candado se le fueron cedidas al instante de su respuesta afirmativa—. Y tampoco dejes que se escape como la vez pasada. No tolerare que esta ave vuelva a perderse en el jardín.

—Sí, su majestad.

Sovieshuu desapareció después de eso. A Heinrey le parecía algo extraño. Su rey se notó un poco tenso después de que él halla decidido dormir unos instantes, ¿habrá ocurrido algo malo?

—Ten pequeño. —el soldado que Sovieshuu dejó ante su cuidado trataba de darle de comer lo que parecía ser pedazos de pan—. Vamos, tienes que comer. Su majestad se enojará mucho si no lo haces y lo que menos queremos los dos es verlo enfadado, ¿verdad?

Buen punto, pensó Heinrey. Ambos saben cómo es Sovieshuu cuando verdaderamente está enfadado, era mejor evitar que se ponga así, sino las muchas amenazas de romperle el cuello se harían realidad.

—Buen chico. —felicitó el muchacho castaño al ver como la ave de su majestad comía los pedazos de pan humedecidos en leche tibia y miel con rapidez.
Se permitió acariciar las plumas de su cabecita. Siempre le encantaron esta clase de animales, le parecían tan bonitas y llamativas. El ave de su majestad era ambas cosas por igual, bonita y única de entre muchas—. Eres un ave obediente. Entiendo el porqué su majestad, la Emperatriz, le pareces tan bonita.

—¡Johannes! —el repentino grito que otro soldado hizo en el pasillo llamó la atención de ambos.
Uno más mayor ingresó a la habitación hallándose al que antes estaba llamando—. Aquí estabas, mocoso. ¿Qué haces aquí perdiendo el tiempo?, tienes que estar afuera ayudando a tus compañeros con el equipaje de esos nobles.

—Comandante, lo siento, su majestad me dejó la tarea de cuidar de su ave. —se colocó firme ante él. El mayor miró al ave de reojo y devolvió su mirada al soldado.

—Ya veo. —cuando se trataba de una orden directa de su majestad no podía hacer más nada que aceptar.
Se sentía algo enfadado por como el Emperador había tomado su libre decisión de tomar a uno de sus hombres para hacer una tarea tan estúpida cuando fuera del palacio era todo un caos con la partida de los nobles, y sus muchas y malditas maletas de equipaje—. Entonces, no dejes que ese animal se escape. Si la pierdes, estamos acabados.

—Lo sé, señor. Cuidaré bien del ave hasta que la comitiva de Occidente regrese. —oír la afirmación del soldado hizo que Heinrey se confundiera, ¿hasta que la comitiva de Occidente regrese?, se preguntaba a qué se estaba refiriendo.

❝𝐑𝐄𝐄𝐍𝐂𝐀𝐑𝐍𝐄 ────𝘁𝗵𝗲 𝗱𝗶𝘃𝗼𝗿𝗰𝗲𝗱 𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲𝘀𝘀✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora