26 | 𝐑𝐄𝐄𝐍𝐂𝐀𝐑𝐍𝐄

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—Aquí viene

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—Aquí viene.— Laura se apresuró en tomar su lugar normal y ocuparse de preparar correctamente la cama del matrimonio de mientras la condesa tenía la labor de desenredar en cabello de la emperatriz antes de que fuera a acostarse; las tres mujeres decidieron actuar con normalidad, como si no parecieran estar enteradas de todo ya con el objetivo de no generar en su majestad un posible enfado.

Sovieshu ingresó por las puertas dejando en libertad un suspiro de cansancio. Parecía haber estado trabajando demasiado, quizás la reunión no había sido nada fácil de sobrellevar. Después de todo, él apenas estaba aprendiendo con la marcha. Fue alguien que guió a una enorme empresa a la gloria, esto es un nivel máximo porque cualquier mínimo error que cometa caerá él en picada junto a un enorme territorio geográfico; en sus manos habían demasiadas vidas de ciudadanos de Oriente. No podía tomar este papel con poca importancia. Las noches se habían vuelto casi difíciles de conciliar por culpa de los nervios constantes, el terror que no dejaba de golpear su cabeza y las malditas especulaciones estúpidas respecto a todo esto con la ave.

—Bienvenido, cariño.— oír la voz de Navier fue tan encantador. Su hermosa esposa lo recibió con un abrazo que había logrado reanimar una vez más su alma —¿Fue un día muy pesado? Debo imaginar que estás muy agotado.

—Demasiado.— besó la mejilla de su mujer con demasiado cariño generando en ella una encantadora risa junto un muy bonito rubor en su cara —Solo deseo dormir toda la noche a tu lado.

—Por supuesto.— una mirada suya bastó para que sus damas de compañía se retiraran de la habitación brindandoles sus saludos y deseos de una buena noche a ambos —Sovieshu.— era el momento ahora que estaban los dos en soledad para que ella pensará las palabras adecuadas que le diría acerca de Reina.

Buscó a esa ave por todo el jardín en compañía de Laura y de Elisa, también con la ayuda de algunos soldados y de algunos sirvientes que se unían a la causa de búsqueda y aún así no lograron hallar al animal por ningún lugar.

—Dime.— su marido desabotonó las muñecas apretadas de su camisa blanca seguidamente de los demás botones para quitarsela y dejarse libre de esa molesta prenda con una sola camiseta sin mangas; su cuerpo era increíble. Fue la primera vez que Navier se había fijado en algo así con respecto a Sovieshu, pero debía de centrarse en la conversación antes de perder la cabeza de tal manera indebidamente —¿Ocurre algo malo, cariño?

—Bueno— el que él estuviera delante suyo teniendo una mirada fija en ella la hacía poner...nerviosa —sucedió algo esta mañana. Temo el como vayas a reaccionar cuando lo oigas.

—¿De qué se trata?— ahora no sabía exactamente si había sido una buena. ¿Y si él se enfurecía?, ¿Y si todo volvía a ser como lo era antes? Tan distantes el uno del otro y fingiendo un matrimonio feliz cuando no lo era, estando a tan poco de sentirse verdaderamente feliz por estar casada con él... —Navier— su voz hizo que todos pensamientos tontos se fueran de su cabeza y quedará en blanco completamente, como si nunca hubieran estado allí.
Aquellos ojos negros que le pertenecían a Sovieshu eran tan hermosos y tan oscuros que a tan corta distancia estaba segura que lograría distinguir su pupila —puedes hablar con calma. Dime lo que sucedió para poder intentar ayudarte a arreglarlo o revertirlo.

❝𝐑𝐄𝐄𝐍𝐂𝐀𝐑𝐍𝐄 ────𝘁𝗵𝗲 𝗱𝗶𝘃𝗼𝗿𝗰𝗲𝗱 𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲𝘀𝘀✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora