27 | 𝐑𝐄𝐄𝐍𝐂𝐀𝐑𝐍𝐄

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¿Quién se supone que es ella?

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¿Quién se supone que es ella?

Una dama de cabello albino ondulado, tan albino como la misma nieve (lo que era lo que más llamaba la atención de Sovieshu) estaba parada esperando a ser recibida por el emperador justo en frente de los arbustos de rosas blancas porque había recibido orden directa de parte de alguno de los soldados del palacio que fuera a la oficina del soberano, así que decidió esperar allí, lo que jugó muy a favor suyo porque ella rodeada por rosas la hacía ver como una auténtica diosa. Algo le hacía sentir extraño a Sovieshu. Aquella muchacha que también vestía un atuendo precioso y suelto al cuerpo, le transmitía una sensación muy rara en su cuerpo que lo hacía querer...huir.

Un aroma muy fuerte llegó a sus fosas nasales, pero era uno muy asqueroso. Como a carne podrida, más específicamente a un animal muerto tal vez. ¿De dónde provenía? De repente ese aroma se perdió y lo reemplazo uno tan contrario a lo que era. Ahora eran rosas, caramelo...jazmines. Le hacía recordar tanto al aroma de Navier misma. ¿Ella también vino? La buscó con desesperación sin ver señales de ella, pero el aroma de su cuerpo no se perdía todavía.

Entonces volvió a pensar, si Navier no estaba allí ¿Cómo es posible que sienta su perfume específicamente allí sin ella estar presente para darlo a sentir? Su mirada viajó al instante a la dama que tenía en frente suyo, la cual parecía haberse percatado de su presencia hace rato ya porque lo estaba observando...con esos ojos violetas tan brillantes suyos.

—¡Su majestad!— su tono de voz suave como la de una mujer tierna y frágil hicieron que los bellos de su cuerpo se erizarán. ¿Cómo podía alguien tener un tono de voz tan...fino y lindo al mismo tiempo? Seguramente su canto debía de ser angelical (o es lo que él pensaba al respecto)

Ahora que había captado su atención no tenía de otra que ir a presentarse a ella para seguidamente indagar el por qué de su presencia y no la del molesto príncipe de Occidente.

—Mi lady.— saludó estando en frente suyo. Le brindaría también una reverencia propia al respeto, pero su mano se alzó delante suyo y lo paralizó. Ella buscaba otra muestra de saludo más profundo que cualquier reverencia.
Tomó su mano que era del color de la leche, pero frío, muy frío, y besó sus nudillos de forma rápida para evitar miradas entrometidas —Gracias por haber venido en representación de Occidente, pero eh de confesarle y no deseo que se sienta menospreciada con este comentario, que hubiera preferido haber tenido delante de mí al príncipe heredero de las tierras de Occidente.

—Ah, ya veo.— hasta el color de sus labios eran rosados naturalmente, pudo notar a esta distancia corta que aquella dama no estaba usando lápiz labial porque ni siquiera le era necesario a ella usarlo —Parece ser que el rumor respecto de que usted y nuestro príncipe eran muy cercanos no era una simple mentira.

—¿Qué dice?— ¿Un rumor así había circulando por las bocas de los nobles? Tampoco tendría que sorprenderlo al respecto de ello, cuando ese chico visitó el palacio solo trajo problemas y llamó bastante la atención estando al lado suyo.

❝𝐑𝐄𝐄𝐍𝐂𝐀𝐑𝐍𝐄 ────𝘁𝗵𝗲 𝗱𝗶𝘃𝗼𝗿𝗰𝗲𝗱 𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲𝘀𝘀✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora