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──La-lady Rashta. ──Fátima cumpliría con sus trabajos habituales que consistían en despertar a la representante de Occidente y atender sus necesidades; esa mañana había creído que sería como cualquier otra, que hallaría a la dama recostada aún durmiendo y resulta ser que no es así, ella se encontraba ahora mismo despierta mientras veía completamente desorientada la ventana de su habitación──. ¿Se encuentra usted...bien? ──parecía estar actuando demasiado extraño. Rashta tenía una mirada tan extraña que generaba demasiados escalofríos en la dama.
──Yo... ──murmuraba incoherencias que ni siquiera era capaz ella misma de entenderse. ¿Qué es lo que había sucediendo momentos atrás?, ¿todo eso realmente era verdadero?── ...n-no lo sé...yo... ──Heinrey estaba en un increíble dilema. No fue nada bueno jugar con la magia así, sus profesores le advirtieron desde que era un niño que jugar con ella era demasiado peligroso. Tuvo que haber tenido cuidado, ¿por qué hizo lo que hizo?
──Déjeme que llame al médico, no parece estar nada bien. ──la dama de honor mostró mucha preocupación por la condición de la joven albina. Su rostro estaba pálido, parecía haber visto un fantasma. El color de su piel ahora estaba bastante igualado con el de su cabello, era demasiado obvia su condición mala──. Aguarde aquí, por favor. ──suplicó yendo con prisa en busca de ayuda profesional.
──¿Qué fue lo que vi? ──se preguntaba a si misma mientras sus manos no dejaban de temblar. Su pecho por alguna extraña razón dolía y eso le dificultaba demasiado el poder respirar──. Sovieshu...tú en serio... ──seguía sin poder formular una oración coherente, eso la estaba exasperando demasiado. Tomó su pecho con rapidez por la repentina punzada que sintió y que la hizo ponerse de pie, un mareo hizo que sus pies trastabillaran y cayera al suelo golpeando sus rodillas y codos. ¿Había perdido toda su energía?, por supuesto que sí, el hechizo que hizo hace horas atrás había consumido todo su maná.
──¡Lady Rashta! ──logró reconocer a su dama de honor, pero todo le estaba dando vueltas ahora mismo, veía doble y tenía náuseas──. ¡Mí lady! ──Fátima logró llegar hasta ella y sostenerla entre sus brazos──. ¡Guardias!, ¡guardias!...
Fue cerrando sus ojos lentamente.
──Sovieshu... ──fue lo último que dijo antes de desmayarse. La joven dama oyó el nombre del emperador y miró con rareza a la albina entre sus brazos. ¿Por qué lo nombró?, ¿por qué a él en específico?
──¡Rápido, traigan al médicos del palacio inmediatamente! ──era mejor dejar de lado todas esas dudas y priorizar la salud de la mujer──. ¡La representante de Occidente no se encuentra nada bien!
Los guardias del palacio oyeron atentos las órdenes de la mujer y fueron con prisa en busca del médico mencionado.
Esto no tardaría en llegar a oídos del emperador.
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