HARRENHAL

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La tristeza por la muerte de la princesa Araena seguía presente en las paredes de Dragon Stone, pero dicho suceso había dado a los negros la fuerza necesaria para retomar sus planes con fuerza. Con el oro que se había robado de Myr, Rhaenyra mejoro el armamento de sus soldados, reconstruyo barcos de los Velaryon y alimento sus ejércitos. 

Se esparcio el rumor que, a los cuatro días del ataque a la isla, Ulf el blanco y Hugh Martillo brindaron en una taberna por su osadia y su primera victoria a lomos de sus dragones, lo peor fue que Hugh Martillo, en su ebridad dijo "Si tan solo la princesa no hubiese sido tan sonza y hubiera saltado al mar", dicho que llego a oídos del príncipe Daeron que dejo todo lo que estaba haciendo en ese momento y proporciono una golpiza a Hugh en la mitad del salón de la mesa pintada, la pelea termino cuando el príncipe Jacaerys y Sir Lorent separaron a los jinetes y Hugh Martillo fue retirado del salón. 

Habia pasado ya una semana desde la muerte de Araena, Daena permanecia tan fría como los vientos de invernalia, sobrellevando su perdida sin mostras emoción alguna, pero lo menos ya cruzaba palabras con más personas y disfrutaba la presencia de Daeron, por lo que era hora de seguir a la siguiente parte del plan: sacar a Vhagar de Kings Landing.

- Madre – dijo Rhaegar mientras sus cabellos eran despeinados por el viento.El príncipe y su nana estaban ahí para despedir a su madre y su tío Daeron que partirían a Harrenhal. Daena llevaba puesta su armadura de capa azul y en su espalda llevaba su espada "Shadow". 

Cuando Daena volteo a ver su hijo se dio cuenta lo mucho que el niño había sufrido en esos días y no es que Rhaegar se contagiara del humor de su madre, es que Rhaegar era como su madre: reian igual, disfrutaban la vida de la misma manera y al mismo tiempo se negaban a expresar sus emociones negativas. 

- ¿Regresaras? – pregunto el pequeño príncipe. 

Daena se puso de rodillas frente su hijo y lo tomo de los hombros. 

- Lo hare – Daena le sonrió. 

- Pero cumplelo, mamá – insistió el príncipe – porque ya estoy solo y sin ti...

- No estas solo – Daena le interrumpio – tu abuelo y tías cuidaran de ti. 

- Pero estoy solo – dijo Rhaegar con una voz quebrada y los ojos cristalizados – Aemon, Baelon y Laenys están lejos, no he visto a padre en lunas, tu te vas y... Maella y Araena están muertas. 

Daena vio la dura verdad frente a ella, su hijo sufria la muerte de su hermana, era muy pequeño para recordar a Maella, pero aun asi era su trilliza y era una parte de él que estaba perdida, a eso se le agregaba el peso de la muerte de Araena con quien había hecho recuerdos y compartido tanto. Daena quería llorar, así que abrazo fuertemente a su hijo. 

- Te prometo que regresare por ti – agrego Daena – solo serán unas semanas, pero estaremos juntos pronto, mi amor. 

Daena no pudo evitarlo y comenzó a llorar cuando sintió las pequeñas manos de su hijo acariciándole el cabello. Su hombrecito que había pasado por tanto los últimos meses y últimos días, le dolia bastante las cosas que Rhaegar había tenido que presenciar, los miedos que sufrio y las lagrimas que se negó a soltar. 

Cuando se separo de su hijo se miraron cara a cara, por fin ambos habían sido capaces de llorar. 

- Te amo ¿si? – Daena le seco las lágrimas a su hijo. 

Rhaegar sonrio levemente y asintió con la cabeza. 

Daena se puso de pie y vio al niño retroceder unos pasos hasta llegar a Helaena y tomarla de la mano. Despues volteo a su derecha y vio a Daeron listo para partir a lomos de la reina azul. Ozai estaba listo ensillado y ya se había sacudido el polvo. 

THE BLOOD OF OLD VALYRIA (DAENA Y AEMOND)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora