EL RESTO DE MIS ATARDECERES CONTIGO

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Daena caminaba por los pasillos a paso rápido mientras sentía una terrible presión en el pecho, sentía que la cabeza le daba vueltas y los dedos de la mano le hormigueaban. Iba tan concentrada en sus pensamientos que paso por alto el hecho de que su hermana Baela caminara abrazada del brazo del príncipe Aegon.

- Daena – escucho una voz distante.

Pero siguió su camino, solo quería llegar a su habitación y quitarse el maldito vestido para usar algo que la hiciera sentir más cómoda. Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta de su cuarto alguien la había tomado del brazo haciéndola girar.

- ¿Estás bien? – Aemond lucia preocupado.

Y de pronto su respiración se estabilizo, los dedos dejaron que hormiguearle y la sensación de picazón en la espalda había desaparecido. No contesto al instante, se aferró con sus manos a los antebrazos de Aemond.

- Me estas asustando – insistió Aemond.

Daena exhalo muy despacio con los ojos cerrados para después – más tranquila – volteo a ver Aemond.

- Ponte tu traje para montar, te veo en la entrada en cinco minutos – Daena se dio la vuelta para abrir su habitación, pero de nuevo Aemond la detuvo.

- ¿Qué? ¿A dónde vamos?

- ¿No confías en mí? – Daena sonrió desafiante.

- Cinco minutos, ni uno más ¿ok? – acepto el príncipe.

Ambos se dirigieron a sus habitaciones. Daena se apresuró a ponerse su traje negro con azul oscuro, de escamas que iban desde los hombros hasta el codo y después le seguía una tela lisa, en el pecho se estaba bordado en un círculo la mitad el dragón de tres de cabezas de la casa Targaryen y la otra mitad el caballo de mar de la casa Velaryon. Peino su cabello con dos trenzas pegadas a la cabeza para evitar que este le estorbara al volar. Pasado de los cinco minutos salio corriendo de su habitación hasta la entrada, solo caminaba cuando se encontraba con algún lord o lady que pudiera llamarle la atención.

Cuando llego a la entrada Aemond la esperaba ahí con dos caballos ensillados.

- Esos fueron más de cinco minutos – dijo Aemond.

Daena sonrió y subió al caballo sin ayuda a pesar de que el príncipe se había ofrecido. Una vez arriba del caballo elevo su mirada y vio a la reina parada en el balcón viendo a ambos príncipes a punto de salir.

Al llegar al pozo del dragón Daena se acercó a Vhagar y deslizo su mano por la nariz de la dragona. Vhagar reconocía el humor de la princesa que había montado en ella muchas veces con lady Laena.

- Parece que alguien no te ha olvidado – dijo Aemond al acercarse.

- Era la dragona de mi madre, recuerda que se la robaste a Rhaena – bromeo Daena.

Daena amaba a Rhaena, pero nunca vio el reclamo de Aemond como un robo, incluso llegaba a pensar que su hermana nunca hubiera podido domar a una dragona como Vhagar.

- Vámonos – dijo Daena dando media vuelta para correr hasta Ozai y subir a su lomo.

Ambos príncipes y sus dragones tomaron altura, dieron una vuelta sobre Kings Landing, la sombra de estos dos tapaba casi la ciudad entera, pero luego se dirigieron al este. Daena bajo un poco para que Ozai remojara su cola en el agua del mar, pero Vhagar soltó un rugido que hizo que volvieran a tomar gran altura. En el camino vieron el barco de Rhaenyra de regreso a DragonStone.

Al llegar a DragonStone dieron la vuelta de regreso al oeste, pero quince minutos antes de llegar a la capital la princesa y su dragón descendieron en una isla pequeña y solitaria que muchos pasaban desapercibido porque no era más que un montón de césped y dos árboles, con el suficiente espacio para que Ozai y Vhagar pudieran moverse con libertad.

THE BLOOD OF OLD VALYRIA (DAENA Y AEMOND)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora