DRIFTMARK

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Los tres dragones descendieron al anochecer, el cielo estaba estrellado e iluminado con la luz de la luna llena. Baela y Rhaena estaban exhaustas, mientras que Daena no tenía ni una pizca de sueño. Así que tan pronto tomaron sus cosas, Lord Corlys salió al patio trasero lleno de felicidad de ver a sus nietas y a su hija, pero pronto se topo con la realidad.

Daena se lanzo a los brazos de su abuelo por fin quebrando en llanto, y un par de segundos después sus hermanas se unieron. Lord Corlys – estático – no apartaba la vista de como los sirvientes ayudaban al príncipe Daemon a bajar el cuerpo de Laena. Nadie tuvo que dar explicaciones para deducir que estaba pasando.

- ¿Dónde esta la abuela? – pregunto Daena mientras se limpiaba las lagrimas y se apartaba de su abuelo.

- Es... - Corlys aun veía el cuerpo de su hija envuelto en lienzos blancos, pero luego reacciono volteando a sus nietas – A lomos de Meleys, no podía dormir y dijo que saldría por un momento.

- Lord Corlys – dijo Daemon por fin acercándose - ¿Podemos hablar?

El señor de las mareas no dijo nada, solo asintió y volteo a ver a las más pequeñas.

- Deberían ir a descansar, las tres – Lord Corlys miro a su nieta mayor – mañana lidiaremos con todo esto.

- Vamos – dijo Daena tomando a sus hermanas de la mano y dirigiéndose al interior del castillo.

Esa noche las mellizas durmieron en la antigua habitación de Daena, mientras la mayor durmió en la habitación que había sido de sus padres, si es que se puede decir que durmió, pues lloro hasta muy tarde abrazada de los viejos vestidos de su madre, hasta que casi al amanecer se acerco a la ventana para ver el sol salir y escuchar mejor las olas. Luego escucho un rugido de Dragon y a lo lejos vio las enormes alas de Vhagar, la dragona les había seguido hasta westeros.

Al día siguiente Daena se despertó bastante tarde, hasta escuchar el ruido de los invitados y los sirvientes preparando todo para el funeral de su madre. Al bajar a la cocina todos le brindaron sus condolencias a la princesa y vio a su abuela por primera vez en casi tres años. Desayunaron juntas hablando de los detalles de la muerte de su madre y Daena le dijo que su madre deseaba regresar a Westeros y dar a luz en Driftmark, lo cual hizo que la princesa Rhaenys soltara el llanto que llevaba reprimiendo.

Llegada la hora del funeral todos estaban ahí: el rey, la reina, sus primos a excepción de Daeron, su prima Rhaenyra y sus primos Jace y Luke. Le reconforto mucho ver Helaena y Aemond, la misma reina Alicent beso su mejilla y le dio un abrazo por la perdida de su madre.

El funeral era una tortura para ella, un constante recordatorio que nunca más volvería a escuchar la voz de su madre, ver sus rizos menearse en el aire mientras volaba, no tendría quien le enseñara Alto Valyrio, no volverían a bailar juntas cuando se ponían felices o suturar las heridas de su madre cuando trataba de ayudar a los cocineros con la cena. Tenía a sus abuelos y a sus hermanas, pero la familia que habían formado ella y sus padres se había desvanecido en menos de diez años. Driftmark sería un constante recordatorio de su madre y aunque el príncipe Daemon había expresado que regresarían a Pentos, eso no le causaba ningún alivio ya que nunca había mantenido una buena relación con él, siempre se había notado el favoritismo hacia Rhaenyra y como la desplazo a ella, Aegon, Aemond, Helaena y Daeron, casi como si los odiara. Pensó en ir a Kings Landing, quería a sus primos, la reina era buena con ella, la vida en la corte era divertida y su tío el rey siempre le contaba historias de su padre que la hacían sentir mejor, pero nunca le permitirían realizar curaciones, limitarían sus aficiones. Por otro lado, Dragonstone nunca le había gustado, pero su querida prima Rhaenyra le había ofrecido una habitación de manera temporal o permanente, como ella lo deseara.

THE BLOOD OF OLD VALYRIA (DAENA Y AEMOND)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora