Capítulo 33, parte 4.

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Capítulo 33, parte 4.

Propuesta en un mal momento.

Amber tenía miedo.

Mucho miedo.

Jem se encontraba en el suelo, con el rostro cubierto de sangre, su arma a unos centímetros de su mano, incapaz de alcanzarla. Alexandra se encontraba de pie frente a él, mirándolo y jadeando como un animal moribundo. Su cabello estaba empapado en sudor, inclusive goteaba. Gideon se encontraba a unos metros de Amber, perdiendo la conciencia por toda la sangre que salí de sus heridas. La rubia lanzó un grito ahogado y con la mayoe velocidad que puso se arastró hacia él, intentando no llamar la atención de Alexandra.

Gideon la miró directamente a los ojos. Sus ojos no transmitían el calor y la familiaridad de siempre. Eran como estrellas verdes pero moribundas.

Una lágrima resbaló de la mejilla de Amber, y cayó en el rostro magullado de su mejor amigo.

-Lo siento, Gideon- susurró -. Siento no poder haberte defendido; por no haber hecho nada para ayudarlos...

Pero Gideon le colocó un dedo ensangrentado junto a los labios.

-Estabas débil, no podías hacer nada- interrumpió él -. No hubieras podido ni en sueño, Amber- tosió y un hilillo de sangre resbaló por la comisura de su boca.

Amber lo tomó por los hombros, desesperada. Sus energías se agotaban cada vez mas rápido. Lloraba inconsolablemente; no podía perder a Gideon así. Porque no lo pudo defender, porque no hizo nada para ayudar y se había quedado ahí, mirando, como la persona inservible que era. No podía soportar la idea de que él muriera.

No lo conocía por mucho, solo por casi seis meses, y se había vuelto alguien demasiado importante para ella. Y en ese momento se encontraba agonizando en sus brazos.

-No quiero morir, Amber- murmuró Gideon. La chica notó que había un par de lágrimas escurriendo por su rostro-. Pero si lo tengo que hacer...

-¡No digas eso!- sollozó ella y lo apretó contra si- Vivirás, Gid. Eres fuerte y... No puedo dejar que mueras, ni siquiera que lo menciones.

El canadiense rió sin ganas.

-Toma mi espada y haz lo que creas correcto, Amber- le tomó las manos delgadas y la miró serio-. Yo se que lo harás. No te preocupes por mi, la vida de Jem también se encuentra en juego.

Amber asintió y se limpió el rostro. Con esfuerzos máximos, se incorporó y tomó la espada gastada del rubio. Se arrastró hacia Alexandra y hacia Jem. Tenía miedo de lo que podía suceder, pero era: no hacer nada o que Jem muriera.

Alexandra pateó a Jem en las costillas, él grito de manera desgarradora y se hizo un ovillo en el suelo, temblando como si hubiera un sismo dentro de su cuerpo.

-¡Déjalo en paz!- gritó Amber a su hermana.

La aludida solamente giro la cabeza con una horrible mueca de burla dibujada en su rostro. Parecía que su sonrisa había sido trazada por un niño de tres años; deformada.

-¿Ahora tú quieres jugar al superheroe, hermana?- dijo la mayor de las hermanas- Sabes que no ganarás.

-Eso lo tengo en claro, Alexandra, pero tampoco dejaré que tu lo hagas.

La de cabello café miró a Jem por última vez: este se encontraba inmóvil en el suelo, con el rostro contra las baldosas.

-Amber- dijo ella-. Yo se que a ti no te interesa morir. Te duele ver a tus amigos desangrándose en el suelo. Yo se que...- apuntó a Jem- te dolerá mas la muerte de él que la de cualquier otra persona mas, aunque esa muerte fuera la tuya.

Corazón Metálico || Shadowhunters || No. 1 (Primera edición en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora