Capítulo 17

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Capítulo 17
El diván, el piano y el libro
Hasta unos pocos minutos atrás, Amber había descubierto que el Instituto tenía un salón de música.
En el ambiente se respiraba el polvo y daba el presentimiento de que un fantasma rondaba y se deslizaba por el suelo de madera. Era notorio que no se usaba muy seguido.
Un desperdicio, pensó Amber, ya que todos los instrumentos estaban casi negros por el polvo. El único instrumento que no se veía abandonado, era un piano negro de cola en el centro del salón.
Amber recargó la cabeza en la ventana y dejó de mirar a su alrededor, misteriosamente, era cansado.
Aunque el ambiente era demasiado silencioso, no era posible para ella leer. No era posible concentrar su mente en el libro que tomó improvisadamente de la biblioteca y leer. Dos lágrimas resbalaron por las mejillas de la chica y cayeron sobre la hoja que intentaba leer. Resopló sin ganas y cerró el libro.
En su mente, veía un par de ojos azules cargados de enojo. Lo que esos ojos azules transmitían hacían estremecer a la ya dañada chica. Dolía, claro estaba.
La idea de visitar a su hermana cruzó la mente de Amber, pero la desechó al instante y se dijo a si misma que era mala idea. Pensar como Alexandra enloquecería en rabia al ver a su hermana hinchada de tanto llorar, y peor al enterarse que lloraba por un hombre. Y de lo peor: por James Blackthorn.
-Maldición- masculló alguien, después de que se escuchara un objeto caer.
Amber salió de sus pensamientos y alzó la cabeza.
Alguien intentó levantar del suelo de madera un libro de portada negra desde un diván que estaba a un par de metros del piano. Con impaciencia, la persona se incorporó, recogió el libro y se volvió a tumbar. Al principio, ella no había captado que la voz era de Gideon, pero cuando lo miró, lo pudo identificar.
Apretó los dientes y rezó para que no viera que estaba presente. Estaría enojado, de seguro, por lo que vio en el pasillo una hora antes. No quería meterse en mas problemas, asi que trató de no hacer ni el minimo ruido.
Gideon se levantó del diván junto con el libro y lo dejó encima de una mesita que estaba a su lado. Amber desvió la mirada, fingiendo que no lo había visto. Disimuladamente, volvió la mirada, y Gideon estaba frente a ella, de rodillas y examinándola con cariño.
Ella también lo miró, esperando a que brotara de él algo que mostrara molestia, enojo o algo parecido. Pero nunca sucedió.
Amber se lanzó a él y lo abrazó con toda la fuerza que tenía en su brazo que no estaba roto. El calor de Gideon la hacía sentir tranquila, su cuerpo era tan familiar como fue una vez el de su madre, se aferró a su cabello, cuidando que no le lastimara.
-¿Estás enojado?- preguntó Amber, una lágrima se coló por el cuello de la camisa del chico, después ella se estremeció.
-¿Por qué he de estarlo?- respondió Gideon. No mostraba actitud de estar herido, sino todo lo contrario.
-No quiero mencionar por qué- murmuró Amber. Le rodeó las caderas con las piernas, haciendo que él se sentara-. ¿Me disculpas?
-No veo la razón para disculparse- repuso el chico.
-Te veías...- no completó la frase. Amber se sentía culpable.
Un sollozo se escapó de sus labios, mientras este la agitaba bruscamente.
-Ser parabatai de James Blackthorn tiene incluido esperarse cualquier situación ¿sabes?- comentó Gideon-. Aunque, hay momentos en los que ya no puedes creer lo que está haciendo.
-¿Ah,si?- Amber logró sonreír por primera vez-. ¿Cómo que momentos?
-¿Te lo podría decir en el diván?- propuso Gideon- odio estar en el suelo.
Amber se encogió de hombros y se apartó de Gideon. Él se incorporó de un salto y caminó hacia el mueble. Amber lo siguió. Se tumbó con él, y puso la cabeza contra su pecho, dispuesta a escuchar cualquier cosa que saliera de sus labios.
-Esto fue una semana antes de Año Nuevo- empezó Gideon, con un rubor casi imperceptible en sus pálidas mejillas-. Desde que él cumplió diecisiete, declaramos que no volveríamos a dormir en la misma cama, ya que podríamos tomarlo a mal si no recordamos y porque se vería un poco gay- empezó-. Era una hermosa mañana de domingo, los sábados acostumbramos a ir al bar o a algún otro lugar. Amanecimos en su habitación, en su cama, demasiado juntos y sin camisa- soltó una carcajada-, fue de lo peor, hasta que recordamos que nos quedamos dormidos conversando, en una noche de calor (no uses el doble sentido), después de que regresamos de ver la película American Hustle.
Amber rió con ganas.
-Eso si que pudo haber sido muy raro- comentó
-Y lo fue- coincidió Gideon, pasando una mano por su rubia cabellera- Durante toda la película y después de regresar, no dejó de comentar de lo sexy que se veía Jennifer Lawrence.
La chica soltó un bufido.
-Pero no más que tú, Abby- se apresuró a decir Gideon. Cuando sintió la mirada de ligera extrañeza de Amber, se ruborizó-. Hum... lo dije como... hum... Bueno, fue una pequeña alabanza entre amigos.
Hubo un silencio entre ellos, nada incómodo pero algo vacío. Mientras Amber observaba el lugar otra vez, captó que alguien mas estaba en el salón.
Jem.
La chica trató de no mirarlo, sentía aún su mirada fría y enojada, aunque estuviera dormido con desinterés en otro diván. Amber comenzó a respirar agitadamente, y una lagrima mojó su mejilla izquierda.
-¿Por qué está él aquí?- alcanzó a formular la chica. Sentía una piedra en su pecho, se aferró al rubio.
-Hace un momento.... conversamos- respondió él, con un tono ligero de inseguridad en la palabra «conversamos».
Gideon la rodeó con sus brazos y la atrajo lo más que pudo hacia si. Amber se aferró a su camisa roja y lo escuchó suspirar con pesadez.
Se sentía confundida, en realidad no entendía nada de lo que sucedía a su alrededor, y no había respuesta de un por qué sentía eso.
-No te imaginas como lo odio.- murmuró ella, frunciendo los labios
El silencio se volvió aplastante contra ella. Todo se volvió aplastante cuando lo miró por una segunda vez. Murmuraba en alemán, y se entendían nombres como «Johann» y «Elizabeth», en lo que se acentuaba el rastro de odio perdido entre cada frase que pronunciaba.
Las lágrimas no pudieron ser contenidas mas tiempo, un torrente de agua salió de sus ojos, empapando la camisa de Gideon.
-Quiero irme de aquí- pidió ella.
-No te hará nada, Abby- le susurró él al oído.
Gideon tomó su libro de portada negra de la mesita y se lo ofreció a Amber. Ella lo tomó y leyó el título: «Romeo y Julieta»
-¿Es para mí?- exclamó Amber, mientras rozaba cada letra dorada del título. Dos lágrimas cayeron sobre una R y una O- ¿Te gusta leer esto?
-Era de Emily- explicó Gideon-. Es de los pocos objetos que conservo desde el incendio que pertenecían a ella.
-Esa no es la portada original ¿o si?- preguntó Amber
-No. Emily odiaba las portadas originales, así que lloraba, pataleaba y gritaba hasta que le dieran su libro forrado en terciopelo de cualquier color.- explicó él-. Suena raro, lo se.
-No- negó la chica-. Es... creativo- miró el piano-. ¿Por qué estás aquí? Este lugar parece estar abandonado.
-Soy el único que utiliza este lugar- Gideon examinó el gran piano como si fuera un verdadero tesoro-, bueno, Jem también viene, pero muy pocas veces. El piano lo compré con algo de mi parte de la herencia.
-¿Quién te enseñó a tocar?
-Jem- respondió Gideon-, él fue quien me impulsó a comprar el piano. Tocar me trae una paz que casi nada me da.
-¿Tocarías para mi?- pidió Amber, con un puchero, después rió.
-No es necesario que pongas esa cara, siempre me convences- repuso Gideon, mientras sonreía.
Gideon se escurrió del diván y se dirigió al piano, pasó sus delgados dedos por las teclas hasta que llegó a un banco negro. Se sentó con delicadeza y se tronó los dedos.
Amber se levantó del diván con delicadeza y caminó lo mas elegante que logró. Se sentó a un lado de Gideon y cruzó la pierna, una sobre otra.
Cuando el chico se aseguró de que ella estuviera junto a él, suspiró y sus dedos se empezaron a mover sobre las teclas con rapidez. La melodía era tranquila y dulce, las notas acariciaban a Amber cada vez que Gideon tocaba otra tecla. Era hermosa, pensó Amber, la hacía estremecer de una manera muy dulce, tal y como la melodía.
Amber miró a Gideon, sus ojos estaban cerrados, concentrado y con una sutil sonrisa dibujada en los labios. La chica de pronto quiso llorar, pero no por tristeza, sino que la hacía feliz y la hacía sentir sensible. Se dedicó a escuchar la perfecta melodía y a mirar a Gideon, era lo mejor estar en ese momento, escuchando.
-He escuchado antes esa melodía- comentó ella-,se titula algo con river
-River Flows in You, Yiruma- contestó Gideon, abriendo los ojos, pero no dejaba de tocar-. James me enseñó a tocarla, la primera que aprendí.
-Es simplemente hermosa- murmuró Amber, con la cabeza en el hombro del chico
Gideon asintió.
La melodía envolvió a la chica con sus tentáculos suaves. Sonrió y dejó que sus pensamientos vagaran por donde quisieran.
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Este es el capítulo. Yei.
En lo personal, me encanta esa canción, me sensibiliza 😢
FELIZ 2015 a todos, chic@s.
Gracias por leerme.
Pienso hacer un maratón :)
Oigan. Tengo una idea.
Es como hacer «preguntas» a los personajes de este libro, no se si esté bien, PERO, necesito comentarios de la idea, para saber si no habrá ahi "Lectores fantasmas".
Gracias por leerme, de nuevo.
Sean felices.
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TEAM ALEXANDRA, BTCHES :3 (Nah, mentira: TEAM TODOS)
-Pau🐖🐥🐺🐶-

Corazón Metálico || Shadowhunters || No. 1 (Primera edición en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora