Capítulo 33 parte 1.

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Capítulo 33, parte 1.

Y vendrán cosas peores.

Alguien tocó la puerta de la habitación de Amber con una máxima desesperación. Su celular resbaló de sus manos y saltó de la cama a toda velocidad y abrió la puerta.

En el pasillo se encontraba Jem, se notaba desesperado. Detrás de él, se encontraba Gideon, abriendo cada puerta que se encontraba.

―¿Qué sucede?― soltó Amber, enojada. La persona que menos quería ver se encontraba frente de ella.

―¿Aun no lo sabes?― bufó el alemán― Tu hermana es una traicionera. Es una asesina y una mentirosa, seguramente se mantuvo en contacto con Francesco todo el tiempo. Ella sigue trabajando para él.

Amber no lograba entender del todo bien. Se sentía mareada y fuera de lugar. ¿Qué era lo que había dicho? Alexandra, ¿una traicionera?

―Todo el Submundo la conoce, Amber― siguió Jem―. Asesina y manipuladora. Sabe fingir.

Amber lo miró aun mas extrañada, y cuando comprendió, su percepción dio un giro a todo.

―La están buscando, ¿no?― tartamudeó la rubia.

―Si no es aun demasiado tarde...

Y se fue.

La chica lo observó correr por el pasillo hasta que se detuvo y la miró.

―Vienes a buscar a esa bastarda traicionera que tienes por hermana ¿o no?― gritó él para que lo escuchara.

Amber lo miró con cara de pocos amigos por el hecho de que había llamado a su hermana de esa manera, pero igual lo siguió.

Una voz se hizo presente en la mente de Amber y le susurró: ya es demasiado tarde.

Las piernas de la rubia ardían de dolor de tanto caminar y buscar por todo el Instituto junto a Jem. No habían hablado en todo el tiempo, y Amber se había percatado de que su nariz se encontraba todavía algo deforme, y se sintió culpable. Entraron a la sala de entrenamiento, y en cuanto Amber cruzó el marco de la puerta, sintió que algo no andaba bien ahí.

Con la mirada, inspeccionó el lugar y notó que, faltaban espadas en la pared y algunas dagas, la caja con pistolas se encontraba abierta.

―Jem― lo llamó ella, sintió como si su nombre le hubiera quemado la garganta.

El chico suspiró.

―Si, lo se. Ya estuvo aquí, tenemos que retirarnos aquí cuanto antes.

Amber asintió, pero se quedó donde se encontraba de pie. En un rincón de la sala de entrenamiento, se encontraba un maletín largo con un sello de motivo de viento soplando sobre dos montañas. La chica conocía ese sello: el escudo de la familia Montclaire.

Se aseguró de que Jem se encontrara distraído, tomando armas y avanzó hacia el maletín. Se arrodilló y lo abrió. Dentro, había un hacha de plata y delgada con un grabado en la parte mas filosa: Peter Montclaire.

Eso no podía ser cierto. Era el hacha de su padre, la misma con la que aprendió a usarla como arma y la misma con la que se hizo heridas cientos de veces. Inclusive, había una mancha de sangre seca. Pero... su padre la perdió unos meses antes de su muerte. No podía ser aquella hacha.

»Es muy pesada, papá.

»Eso es lo que menos te debe de importar, Amber. Un guerrero debe de adaptarse a cualquier cosa. Recuérdalo cuando seas mayor.

»No quiero aprender a usarla.

»Debes de hacerlo, tu sangre te obliga.

A un lado del arma, había un anillo con el mismo escudo, también había una nota que decía: "Porta el anillo y utiliza el hacha, eres una Montclaire, ¿no?". Amber conocía esa caligrafía, y era de su hermana.

Corazón Metálico || Shadowhunters || No. 1 (Primera edición en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora