Capítulo 28.
La historia de la mundana.
Cuando Amber bajó a desayunar, nadie se encontraba en el comedor. Solo había una nota que decía: Estamos en la biblioteca, el desayuno lo serviremos allá.
En la biblioteca, todo mundo se encontraba en silencio, comiendo y lanzando miradas discretas. Se dio cuenta de que alguien faltaba, porque gracias a esa persona nunca se presentaba el silencio.
― ¡Mírate, Amber! ― exclamó Marceline con desdén mientras mordía una fresa. Desde luego que se estaba burlando― Tu mirada se oscureció al no ver a ese cabrón presente. ¡Eso es caer bajo! Parece que has perdido a tu gato― al alisar su vestido, la curva oscura de una runa se asomó.
Christine la miró en forma protectora.
―Marceline― le reprendió a su hija.
―Todos sabemos que volverá. Siempre lo hace. Es un Blackthorn― replicó Marceline en forma dramática.
―A nuestra mala suerte, siempre vuelve― comentó Garrett, con un libro en una mano y un pan con mantequilla en la otra.
Amber le dio la razón al de ojos dorados en parte. Al lado de la chimenea apagada, visualizó a su hermana charlando nerviosamente con Logan en el mismo diván, él se veía igual de nervioso, acariciando sus brazos y lanzando sonrisas tontas.
La directora del Instituto se aclaró la garganta para llamar la atención de los presentes.
―Señoritas Montclaire― llamó―. Hemos decidido hacer algunas preguntas a Alexandra para...
―Perdón, Christine, pero...― dijo Amber, frunciendo el ceño de incredulidad. Notó que su hermana tenía la misma expresión.― ¿Quién lo decidió?
―Lo decidió el Consejo, Amber.
―¿Qué no se se supone que deben de proteger a los mundanos, no obligarlos a hacer algo en contra de su voluntad?― intervino Isabelle.
―Lo hacen por el bien de todos nosotros, incluyendo el tuyo― Garrett dejó el libro en la mesita que estaba a su lado y se estiró con pereza en el diván que se encontraba.
Amber giró los ojos. No recordaba que Garrett creía correcto todo lo que el Cónsul dictaba, aun si fuera la cosa mas ilógica en la Tierra.
Todos comenzaron a discutir, haciendo un ruido ensordecedor en los oidos de Amber. Notó que Gideon se encontraba presente, hacía muecas de disgusto y soltaba aire desesperado. Amber también guardó silencio.
Marceline y Garrett se estaban insultando inclusivamente, que drama, pensó Amber.
Alexandra estaba en silencio, observando a todos con los ojos echando chispas de rabia. Amber sabía que, si bajaba la mirada y apretaba los labios, algo horrendo iba a suceder.
La mayor de las Montclaire se levantó del diván de golpe.
―¡Silencio todo mundo!― gritó y todo el mundo calló― No es su decisión si voy a permitir que se me interrogue, es mía, por si lo recuerdan.
Nadie respondió nada, solo la miraron en silencio. Los ojos de Amber se abrieron como platos al ver que ella misma se clavaba las uñas en las palmas de las manos.
―Todo comenzó cuando mi padre fue contratado por Francesco Vailati para trabajar en sus laboratorios― los ojos de Alexandra se tornaron distantes en cuanto volvió a sentarse-. Él no le presentó una solicitud de trabajo nunca, pero igual lo contrató. Cuando nací yo, mi padre me vendió a Francesco para trabajar con él desde que cumpliera los quince años. Peter también le ofreció a Amber para trabajar, pero él lo negó. Nunca reveló porqué.
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Corazón Metálico || Shadowhunters || No. 1 (Primera edición en proceso)
Fiksi PenggemarUna carta. Solamente es lo que recibe Amber Montclaire de su hermana. Pero eso es lo mejor que puede haber, durante un poco más de tres años nada sobre Alexandra llegó a sus oídos. Los Angeles, la ciudad donde por fin se reencontraran, Amber deja to...