Capítulo 24

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Capítulo 24

Hiena. Risa de hiena

Aunque llevara muy poco sola, la mansión del vampiro estaba cubierta de polvo por todos lados. Gideon tosió como perro moribundo por su ligera alergia al polvo. Se pasó el dorso de la mano por la nariz y estornudó con un ruido casi inhumano.

-Sabes -comentó Jem-, deberíamos irnos. Tienes un aspecto fatal.

-¿Lo tomo como un insulto o como una medida de «cuidado»?- repuso Gideon, como si se hubiera esperado desde siempre ese comentario.

-Un poco de ambas- respondió Jem.

El pasillo era eterno, ahí, los silenciosos pasos de ambos se escuchaban ensordecedores, al igual que el mínimo ruido, rozando la piel de Gideon como dedos fantasmales, el vello de la nuca se le erizó de improviso. En sus años haciendo cosas como aquella, no había sentido tanto pánico por correr, gritando como una auténtica dama.

Avanzaron, examinando la oscuridad, buscando algo que señalara que había alguien ahí. Gideon suspiró y se arrepintió al instante. Tosió escandalosamente, pensando por un momento que vomitaría.

-Esto es innecesario. Este lugar está abandonado- se quejó Jem, mientras examinaba el mango de su daga, aburrido.

-La última vez que visitamos juntos este lugar, casi nos matan junto con Amber y Marceline, por tus instintos fallidos de que no había nadie- replicó el rubio

-Hagamos una apuesta, entonces- propuso Jem, pensativo y examinante a su alrededor. Gideon vio en su rostro que, lo ultimo que quería encontrarse era una rata.

Gideon se apartó el cabello de la cara, y con la otra mano empujó la puerta que se dirigía al salón de baile, esta se abrió con un chirrido desagradable

-¿En que consiste?- cuestionó el rubio, aburrido. Su parabatai siempre apostaba, hasta por lo mas mínimo, inclusive por la altura de los tacones de Gwendolyn -. No daré 100 dolares.

-Esta vez no daremos dinero- respondió el otro-. Será un castigo. Tu afirmas que si puede haber algo aquí, yo no. Quien no tenga la razón, tendrá que usar un brasier de cualquier chica que habite en el Instituto, y como no tenemos nada para usar un brasier, lo rellenaremos con una fruta, durante todo un día.

-¿Y de quien sería el brasier?- murmuró Gideon, asqueado, pensando en el castigo.

-De la hermana de Amber- exclamó Jem, con cara perversa-. Imagínate que fruta tendríamos que usar para rellenar uno de los de ella. Probablemente un par de sandías.

-¿Estas insinuando que tiene unas...enormes?- tartamudeó Gideon, ruborizado. Apretó el mango de hueso de sus dagas, relamió sus labios, que se habían secado de improviso.

-Probablemente- aceptó Jem, mordiendo su labio inferior, con los ojos azules examinantes al lugar-. El mismo perdedor se plantará a la puerta de su habitación a pedir el brasier, explicar la razón y probablemente ser golpeado. No será robado.

-Puta madre- maldijo Gideon, luego se dio una bofetada mental por decir eso. Odiaba maldecir por su desagradable trauma y un poco ilógico. Las últimas palabras que había compartido con Emily habían sido «¡Maldición! Emily, por favor, salta»-.¿Podría preguntarte por qué me llamaste Gidalicious esta mañana? Fue algo gay.

-¿Por qué te sorprende? Normalmente te llamo así- repuso el de ojos azules-Gidalicious. Es divertido ese apodo ¿no lo crees?

-Eso es asqueroso y da pena, idiota- gruñó Gideon.

Corazón Metálico || Shadowhunters || No. 1 (Primera edición en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora