Capítulo 38.

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Capítulo 38.

Todo está perdido.

A las altas horas de la madrugada, Jem decidió marcharse del bar. Miró la hora en su celular: las cuatro de la mañana.

En realidad, no había bebido demasiado, y Gwendolyn le había dicho que se iría en una hora o dos mas.

Entonces, la vio: Cabello café, ojos grises, vestida de negro. Se encontraba sentada alrededor de una mesa donde se jugaba al poker. Su corazón dio un vuelco doloroso. Ahí se encontraba la traicionera que casi mata a Amber, como si nada, presentándose y saliendo a las calles como si nada. La ira, poco a poco, le empezó a recorrer las venas.

Cuando cruzaron miradas, se levantó rápidamente del taburete y salió del lugar. Jem la siguió.

Al parecer, no quería huir. Se encontraba sentada encima de un contenedor de basura, con la luz de la farola mas cercana cayendo sobre ella. Oh, maldita teatral, pensó Jem.

― James Blackthorn ― exclamó Alexandra, sonriendo―. No sabes que alegría que me da verte.

Jem se dio cuenta que, ya no llevaba el cabello tan largo, sino que, lo llevaba hasta los hombros.

― ¿Estás complacida por tu acto, Montclaire?― escupió Jem.

Alexandra alzó sus cejas perfectas en un signo de falsa indignación. Sus ojos eran como los de Amber, sin ser los de Amber. Los de Alexandra se veían crueles.

La chica se apartó un mechón de la cara, apenada.

― Yo... ― comenzó.

― La mataste― afirmó Jem. Rebuscó en los bolsillos de su sudadera, tentando ciegamente el cuchillo serafín que portaba siempre. Pensó vagamente en su padre y en Elizabeth. Cuando Johann intentó explicarle al pobre chico que era lo que sucedía y quien era Elizabeth, él le había gritado: "Tu matarás todo lo que conozco, porque eres una tormenta que va a destruir todo lo que amo. Solo sirves para eso, maldita zorra". Y vio, raramente, que, las hermanas Montclaire habían cambiado su mundo, como lo hizo Elizabeth, solamente que esa zorra loca lo había hecho de mala manera.

Por un momento, el rostro de la chica se oscureció, pero luego comenzó a reír con ironía.

― Yo no la maté. Está viva y lo se. Se que has sufrido por ella, Jem― Alexandra negó con la cabeza. Se veía tensa.

― En parte, me estás mintiendo― Jem fue hacia ella, y sacó el cuchillo serafín de su sudadera. Era algo raro tener el cuchillo entre las manos. Como tener el poder de decidir la vida de alguien en un pedazo de marfil― ¿Sabes que te pasará ahora? Vas a arder.

Jem miró el cuchillo y susurró Gabriel, este comenzó a brillar como una estrella en el cielo.

― Es mi hermana, imbécil― replicó ella, arrugando la nariz― ¿Crees que no me duele el hecho de que casi la mato? Es la ultima persona de mi familia que me importa.

― Yo se que no te duele― contradijo James―. Si, ¡bien!, es tu hermana, pero ¿crees que una hermana la amenazaría con matarla?

De nuevo, Alexandra rió, y cuando Jem menos se lo esperaba, ella ya tenía una daga entre los dedos.

― ¿Que sabes de el amor hacia un hermano, hijo de Johann? Desprecias a Washington y a Oliver con toda tu alma.

―Hablas demasiado― rugió Jem, y se lanzó contra Alexandra, con el filo del cuchillo apuntando hacia ella.

Notó como rozaba la blusa de Alexandra, y después, la mano de ella sobre el cuello de él. Cayeron al suelo, pero Jem, por ventaja de tamaño, se encimó sobre ella. Pero Alexandra le hizo un corte con el cuchillo en el brazo, y el chico lanzó un alarido de dolor. Alexandra lo empujó y lo obligó a incorporarse. Lanzó una patada directo al rostro, pero Jem fue mas rapido, la esquivó y le clavó el cuchillo en el abdomen.

Pero la chica no se derrumbó al suelo, o se empezó a retorcer de dolor; se quedó de pie, mirándolo con una sonrisa burlona. ¿Qué? Se suponía que... ¿Cómo rayos?

Wow, esto no era esperado ― exclamó Alexandra, arrancándose el cuchillo, que había perdido su brillo. Ni siquiera había sangre en el marfil―. ¡No pongas esa cara, Jem! Por lo menos, ahora sabes a que te estás enfrentando.

Alexandra le lanzó el cuchillo; Jem lo atrapó al aire, y cuando menos se lo esperaba, el puño de la chica había golpeado su rostro.

(...)

― ¿Jem? ― una voz conocida lo llamó desde la oscuridad.

El chico gimió antes de abrir los ojos. Ahí estaba Gwendolyn, mirándolo desde arriba con sus enormes ojos rosas.

Jem suspiró con cansancio y miró mas allá de ella: al cielo. Comenzaba a amanecer. Se imaginó los estúpido que se veía ahí, tumbado como un borracho. A su suerte, nunca le había sucedido eso.

Hasta esa madrugada.

― ¿Qué sucedió, Jemmy?― preguntó la Subterránea.

Jem se incorporó, y se dio cuenta de que tenía un dolor de cabeza horrible. Le punzaba la nariz, por el golpe que le había dado...

― ¡Alexandra!― gritó él.

Miró el contenedor de basura, donde ella se había encontrado. Bajo él, había un destello, como la luz reflejada en metal.

El chico se arrastró hacia allí y tomó lo que había. Era una daga, específicamente, la daga que había usado Alexandra. Jem lo sabía porque, había una estrella roja grabada en el mango del arma.

― ¿Me puedes explicar que sucedió?― insistió Gwendolyn, unos metros atrás de él.

El alemán le hizo caso omiso. Recordó cuando le encajó el cuchillo serafín a Alexandra y esta simplemente se lo quitó como si fuera un chicle en su ropa.

Su vista comenzó a dar vueltas, y poco a poco se dio cuenta de algo:

«Todo está perdido»

N/A

Hoooola :D

Pues ya aquí, otro capítulo.

Cada vez falta menos para el finaaaal :3

La idea de este capitulo me surgió de la nada y escribi todo en cuarenta y cinco minutos.

Pues no se olviden de dar su voto si les gustó, dejen su comentario y no se olviden de seguirme. Eso siempre les digo.

Un besote,

pv.

Por si acaso... El URL del gif de la multimedia se encuentra aquí :D creo que empezaré a hacer eso.

http://data.whicdn.com/images/181252755/large.gif

Corazón Metálico || Shadowhunters || No. 1 (Primera edición en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora