Capítulo 35.
Solamente quiero despertar.
De algún lado, escuchó su nombre.
-¿Amber?
La chica se encontraba en un lugar que había marcado su infancia: su hogar en San José. Su habitación se encontraba tal y como lo recordaba: dos camas, una para ella y otra para su hermana. Arriba a la cabecera de cada una, se encontraba el nombre de la dueña de aquella cama. Amber Maklovia y Alexandra Sophia.
Las paredes aun estaban pintarrajeadas con crayones, cuadernos en el suelo y el elefante de peluche de Alexandra en cama de su hermana.
El corazón de Amber se fue directamente a sus pies cuando se percató de que había una niña rubia de diez años se hallaba sentada en la alfombra rosa de felpa; era la misma Amber Maklovia Montclaire, pero casi siete años antes.
-¿Quién eres tú?- preguntó Amber.
-Soy Amber- dijo la niña con pena. Se ruborizó y bajó la mirada con una risita tonta.
De la nada, un recuerdo de un sueño le llegó; una chica de unos diecisiete años aparecía en su habitación y conversaba con ella sobre... su muerte.
-¿Por qué estás aquí?- preguntó la joven Amber. La otra notó que gesticulaba nerviosamente con las manos.
Amber se sentó frente a ella y la examinó; quiso llorar por el hecho de que esa pequeña aún no sabía todo lo que sufriría unos años adelante. Sus padres, su mejor amiga, los Cazadores de Sombras...
-No recuerdo muy bien- dijo -. Solamente que mi hermana me...
-Nos apuñaló en el abdomen- completó la pequeña como si fuera algo de lo mas natural. Un momento, ¿nos apuñaló? Por el Ángel.
Al escuchar eso, la chica sintió como las lágrimas atacaban su lado que aun quedaba fuerte. ¿Estaba muerta? ¿De verdad estaba muerta? Eso tenía que ser una broma demasiado pesada. Le había prometido a Gideon no dejarlo, le dolía en lo mas profundo de la conciencia recordar a Jem llorando casi desconsoladamente. En veces, escuchaba su voz, y aunque ella quisiera responderle, no podía. Era como si tuviera los labios cosidos, como los Hermanos Silenciosos.
No sentía ganas de aguantar las ganas de llorar, así que solamente dejó que las lágrimas salieran y mojaran su pálido rostro.
La niña le colocó una mano en la mejilla. Era delgada y muy cálida, como si fuera una persona real. Se quedaron en silencio un rato, hasta que Amber rompió el silencio:
-¿Significa que me reuniré con mis padres?- preguntó. Se sentía culpable por preguntarle aquellas cosas a ella misma pero de una edad diferente. Esa Amber aun no tenía a su padres muertos, y le dolió el hecho de eso.
Los ojos grises de la pequeña se cristalizaron.
-¿Cuando morirán mis padres?
Amber no le respondió, pero desvió el tema.
-Dime... ¿Estoy muerta?-repitió- ¿Esto es "el Cielo" o aquel lugar al que nos dirigimos después de la muerte?
La niña negó con la cabeza, sonrojada. Desde luego no comprendía lo que le decía; pero también tendría una respuesta.
-Esto solo es un sueño, Amber- respondió con la cabeza ladeada, como un ave interesada-. Caiste en una especie de coma, llevas once días así. Tienes que despertar, porque aun no estás muerta... Pero si no lo haces si morirás. Cada segundo se agotan tus oportunidades- y todo comenzó a desvanecerse poco a poco.
-¡No!- Amber gritó desesperadamente- ¡Dime como puedo despertar, por favor!
Solamente tienes que tener fuerza de voluntad.
-¿Cómo carajos que fuerza de voluntad?- graznó a la voz de su yo del pasado.
Pero ya no se encontraba en su hogar, solamente en aquella habitación blanca en la que llevaba atrapada.
-¿¡Holaaaaaa?!- gritó Amber al vacío, pero solo su eco respondió.
Quería despertar, solamente quería eso. Vivir un día mas, pero no sabía como.
Felices once días de novios... supongo. Escuchó una voz masculina, que amaba escuchar; la de Jem.
Amber no se cuestionó de donde venía o como la había escuchado, solamente, con tristeza, se limitó a responder:
-Felices once días de novios, Jem- dijo ella, cerrando los ojos con fuerza.
Finalmente y sin esperanzas, se dejó caer completamente en el suelo y lloró amargamente.
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Corazón Metálico || Shadowhunters || No. 1 (Primera edición en proceso)
FanficUna carta. Solamente es lo que recibe Amber Montclaire de su hermana. Pero eso es lo mejor que puede haber, durante un poco más de tres años nada sobre Alexandra llegó a sus oídos. Los Angeles, la ciudad donde por fin se reencontraran, Amber deja to...