Capítulo 22

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Capítulo 22

Jem Blackthorn, el diseñador borracho.


El sabor a bilis empezó a recorrer la ya irritada garganta de Amber. Fue hormigueando desde el cuello de su estómago hasta su lengua. Abrió los ojos perezosamente, y al instante su estómago se contrajo y expulsó todo lo que había dentro.

Asqueada, se estremeció, el sabor a cerveza, vino y whisky quedó aferrado en su boca, insistente.

Frunció el ceño, escrutando con la mirada donde se encontraba. Un lugar demasiado amplio, parecido al salón de baile de Francesco Vailati. El suelo estaba cubierto de confeti, vasos, botellas vacías, gorros de fiesta y miles de artículos ridículos.

Amber estaba envuelta en un letrero gigante. Se liberó, molesta. Tomó una jarra de cristal con agua que se encontraba a su lado y bebió la mitad del contenido, intentando eliminar el estúpido sabor a alcohol y a miles de líquidos mas.

No sentía que sus piernas se encontraran en su lugar, torpemente, se intentó incorporar, en una representación perfecta de Bambi recién nacido. Sentía que un camión la había arrollado unas treinta veces como mínimo. No comprendía por qué había aparecido ahí, dormida, envuelta en un letrero, deseó con fuerza de que un recuerdo que le iluminara la mente. Un intento fallido.

Con las piernas temblando, caminó al pasillo detrás de un marco de madera.

Con apoyo de la pared, caminó por el pasillo, uno de los miles en existencia del Instituto de Los Cazadores de Sombras de Los Angeles.

«Perfecto, ya van dos mañanas que amanezco con dolor de cabeza, en un lugar que no tengo ni la menor idea y sin ningún recuerdo» se quejó en su mente.

***

El comedor era el lugar que mejor sabía encontrar, lo que agradeció cuando encontró.

Exhausta de caminar por los pasillos desiertos, se recargó en el marco que marcaba la entrada. Observó a los presentes, los Monteverde, Isabelle, Marceline y su madre, Gideon, Jem... y Alexandra.

Todos la miraban, con las miradas teñidas de incredulidad en diferentes niveles. El rostro que mas resaltaba, era el de la hermana de Amber.

-¿Hay algún problema?- tartamudeó, parpadeando varias veces.

Jem la recorrió con la mirada de pies a cabeza, y cuando terminó de examinarla, se mordió el labio, y lentamente, bajó la mirada a su entrepierna. Ligeramente sonrojado, tomó el suéter que estaba en el respaldo de su silla y lo colocó en su regazo. Con aire inocente, empezó a silbar que una melodía despreocupada. Intentando no llamar la atención, se intentó escurrir de la silla, con destino a algún lugar que no fuera el comedor.

Alexandra lanzó un cuchillo para untar mantequilla, y quedó clavado en la silla, a unos milímetros de la oreja de Jem.

-Ni se te ocurra moverte- advirtió Alexandra con voz penetrante.

Jem lanzó una risa fingidamente inocente.

-No he hecho nada. No me culpes. Tu hermana está loca- replicó él, con ojos inexpresivos

Amber abrió los ojos como platos, y se examinó, absorta.

Su blusa tenía un escote muy generoso en forma de corazón, y un short que había sido cortado hasta ser demasiado provocativo, y para terminar con su vergüenza y dolor, usaba unos tacones de unos quince centímetros. Giró la cabeza para mirar su espalda, tenía una capa hecha con una cortina roja.

Casi muerta de vergüenza, trató de cubrirse con la capa/cortina.

-¿Que le has hecho a la ropa de mi hermana?- gruñó Alexandra, con un tenedor vagando entre su mano izquierda.

Corazón Metálico || Shadowhunters || No. 1 (Primera edición en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora