Después de que Wen Qin lo engañó para llevarlo a su cama, WangJi nunca más volvió a hablarle. La chica intentó llamarlo, y hasta se apareció en su oficina para encontrarse con él. Así descubrió que Wei Wuxian era su secretario. Furiosa, recurrió a su principal aliado: Lan Qiren:
—¡Tío Qiren! ¡WangJi ya no quiere hablarme…! —se quejó con el mayor.
—¡Este sobrino mío; no sé lo que se cree! No te preocupes, querida. Voy a hablar con él enseguida.
Pero Lan Qiren nunca esperó encontrarse con la obstinada negativa de WangJi, que no solo le contó del engaño de Wen Qin, sino que le dijo que era una mujer traicionera y malvada, y que no pensaba casarse con ella.
—¡No puedes hacer eso, WangJi! Ya tenemos un compromiso asumido... ¡Debes cumplirlo!
—¡Ese compromiso fue tu idea! ¡Jamás me pediste opinión! Y ahora te la doy: ¡puedes decirle a los Wen que se cancela la boda! —WangJi salió de la oficina dando un portazo.
Lan Qiren ahora sabía que su sobrino tenía un aliado: Wei Wuxian. Wen Qin le había hablado pestes de él, furiosa porque el chico había arruinado sus planes al llevarse a WangJi de su dormitorio, cuando ella lo tenía borracho y a su merced.
El presidente debía buscar la forma de despedir a Wei Wuxian de la empresa, sin que su sobrino pudiera hacer nada para impedirlo. Cuando hizo averiguaciones personales sobre Wei Wuxian, lo que encontró no le gustó nada: Descubrió que su sobrino le había cedido un apartamento de la empresa, y también que lo visitaba de vez en cuando. Y lo peor de todo: también descubrió que Wei Wuxian era gay.
***
—Señor Wei, el Presidente Lan lo está esperando. —La secretaria de Lan Qiren le abrió la puerta de la oficina del mayor, que había mandado a llamar a Wei Wuxian de improviso, sin darle tiempo de avisarle a Lan WangJi.
Cuando el chico entró a la oficina, Lan Qiren ni siquiera lo miró: atento a sus papeles, lo ignoró por cinco largos minutos. Parado a un costado del escritorio y sin saber qué hacer, Wuxian presintió lo peor.
—Dígame una cosa... Usted entró a esta empresa como auxiliar contable, ¿verdad? —le preguntó el mayor, de repente.
—Sí, Señor Presidente.
—¿Y por qué está trabajando como secretario de mi sobrino?
—Cuando empecé a trabajar para su sobrino yo estaba estudiando secretariado ejecutivo, pero ya me recibí. Tengo el título habilitante, señor… —El chico agradeció haber sido previsor.
—Mmm... Ya veo. —El tono de Lan Qiren se puso más irónico—, ¿Y dentro del cargo de secretario ejecutivo viene incluída la ocupación de un apartamento de la empresa?
Wei Wuxian se puso rojo de vergüenza:
—Yo... Señor...
—Dígame, secretario, ¿acaso tuvo que hacerle a mi sobrino algún favor especial para obtener ese apartamento? —La expresión del presidente lo decía todo: lo observaba con desprecio.
El rubor de la cara de Wuxian se fue de golpe, y sus ojos se llenaron de lágrimas:
—¿Cómo se atreve...?
—Ya sé lo que eres, Wei Wuxian. Eres un homosexual… ¡Y encima te atreviste a acercarte a mi sobrino! Quiero que te largues de esta empresa y que abandones el apartamento hoy mismo. ¡Estás despedido!
Wei Wuxian dio un tambaleante paso hacia atrás: todos sus sueños se estaban rompiendo. Sin decir una palabra y tratando de no flaquear, abandonó la oficina justo en el momento en que XiChen estaba en la sala contigua, conversando con la secretaria de su tío y esperando a que se desocupara.
—¡Wuxian! ¿Cómo estás? —le preguntó. Pero el chico pasó a su lado sin mirarlo, y abandonó la oficina con rapidez.
El mayor de los hermanos había visto su tez pálida y sus ojos llorosos, y sospechó lo peor. Tratando de permanecer en calma, entró a la oficina del presidente:
—¡Buenos días, tío! ¿Todo bien?
El hombre aún estaba furioso, y le contó lo que había descubierto sobre Wei Wuxian. XiChen fingió desagrado para hacer que su tío le dijera más. Para su fortuna, el mayor estaba tan enojado, que siguió hablando:
—¡¿Te das cuenta de que ese maldito homosexual ahora vive en uno de nuestros apartamentos, que WangJi le dio, y no solo se están viendo, sino que tu hermano ya no quiere casarse con Wen Qin?! ¡¿Qué demonios está pensando tu hermano?!
—WangJi no sabe que Wei Wuxian es homosexual, tío. No te preocupes por eso. Él no va a caer en su juego. —Lan XiChen festejó para sus adentros que su hermanito por fin había decidido librarse de la alimaña de su prometida, pero fingió disgusto—. ¿Qué vas a hacer con el secretario?
—Por supuesto que lo despedí. Y ya envié gente al apartamento para que lo saquen a la calle.
—Hiciste bien, tío. Ahora te dejaré tranquilo, así te calmas y puedes seguir trabajando. Vendré en otro momento; lo que tenía que decirte igual no era importante... —XiChen salió de la oficina de su tío con toda la calma que le permitía su creciente nerviosismo, y después corrió a la oficina de su hermano. Como suponía, Wei Wuxian ya no estaba allí: seguramente la gente de seguridad se había encargado de echarlo.
Lan WangJi estaba fuera de la empresa, haciendo algunos trámites, cuando su teléfono comenzó a sonar.
***
Wei Wuxian caminó como en un trance las cinco cuadras que separaban la empresa del apartamento. Le habían dado diez minutos para desalojar su oficina, y había podido sacar sus cosas en una caja que se le caía de las manos. No pudo ni siquiera despedirse de WangJi, que aún seguía en la calle.
Pero cuando llegó al apartamento lo esperaba otra terrible sorpresa: su puerta estaba abierta, y adentro había dos hombres. Un cerrajero cambiaba la cerradura.
—Tenemos la orden de desalojarlo. Tiene una hora para hacer sus valijas e irse de aquí.
—Pero... Mis cosas...
—No se preocupe. El apartamento permanecerá cerrado, y cuando nos envíe una nueva dirección, le enviaremos todo lo que es suyo.
Wei Wuxian no podía pensar. Tenía una hora para armar sus maletas e irse de ese lugar para siempre, y no atinaba ni siquiera a sacar una valija del vestidor. No tenía idea de a dónde ir: su mente estaba en blanco.
Pero de pronto, un estruendo le llegó desde la sala: Lan WangJi había llegado, hecho una furia:
—¡Qué demonios creen que están haciendo! ¡¡Largo de aquí, si no quieren que los mate!!
—Pero, Señor Gerente, tenemos órdenes de su tío...
—¡Me importan un cuerno las órdenes de mi tío! ¡¡Lárguense!!
Después de que los hombres se fueron, WangJi corrió a buscar a Wei Wuxian. El chico, sentado al borde de su cama, no podía contener el llanto:
—Lan WangJi... tu tío me despidió… y me desalojó de aquí... Tengo que irme...
Cuando el tembloroso chico intentó levantarse para ir a buscar una valija, WangJi lo sujetó de un brazo y lo obligó a sentarse de nuevo:
—Escúchame, Wei Wuxian. Hay algo que tú no sabes... Lan Enterprises fue fundada por mi abuelo, y mi tío y mi padre la heredaron por partes iguales. Cuando él murió, su mitad se repartió entre XiChen y yo. Mi tío no puede tomar ninguna decisión sin consultarnos, porque no tiene más acciones que nosotros dos juntos. Quiero que te quedes tranquilo, porque tanto XiChen como yo estamos de tu lado. ¡Nadie va a echarte de la empresa ni te desalojará de este apartamento!
Wei Wuxian se deshizo en llanto en brazos de su jefe. Sabía que la opinión que tenía Lan WangJi sobre él iba a cambiar en cuanto se enterara de su secreto. Lan Qiren todavía tenía ese as bajo la manga, y en algún momento lo iba a usar en su contra.
Debía irse antes de que su homosexualidad fuera revelada.
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Mi Secretario
Fanfiction-No sé quién se atreverá a tomar ese puesto. Tendremos que buscarte un secretario que no te conozca. Tal vez en otra ciudad... -Lan XiChen se rió de su propia ocurrencia. -Hay alguien. -Lan WangJi no se había olvidado de la soberbia con que lo había...