Wei Wuxian no podía creer en su suerte. Por fin parecía que las cosas comenzaban a solucionarse en su vida: uno de los gerentes de la empresa se había quedado sin secretaria y lo había convocado para el puesto.
Le pareció un poco extraño que lo llamaran aunque no hubiera completado el curso de secretariado, sin experiencia y casi sin saber qué tenía que hacer, pero estaba tan feliz que dejó de lado esos ínfimos detalles. El sueldo que iba a ganar era más alto, y hasta se permitió soñar con matricularse en la universidad y seguir con su carrera. Vestido con su mejor traje, se presentó en la oficina de su nuevo jefe.
—Lan WangJi, Gerente Ejecutivo... —leyó en el letrero de la puerta, que golpeó con suavidad. Le abrió una chica que parecía alterada: tenía los ojos algo húmedos y hacía movimientos ansiosos con las manos:
—Adelante, señor Wei —Esa chica había estado como suplente de la última secretaria de Lan WangJi, e iba a ser la encargada de enseñarle el funcionamiento de la oficina, y de indicarle las tareas que debía hacer a las órdenes de su nuevo jefe. El trabajo era engorroso, pero no mermó el entusiasmo del nuevo secretario.
—Recuerde que el gerente llega a las nueve en punto, y usted debe tener listo su café: muy fuerte, con un pequeño chorro de leche y un solo sobre de azúcar. Y debe estar muy caliente. ¡No vaya a servírselo tibio, porque va a tener un problema! También le llevará la agenda del día, que usted debe leerle… —La nerviosa chica le dijo tantas cosas, que Wuxian se olvidó de la mitad. Lan WangJi parecía ser un tipo bastante metódico, pero él podría soportarlo—. Ahora venga, que lo llevaré a conocer al señor Gerente. Y por favor, Wei Wuxian, ¡no vaya a cometer errores!
El chico estaba cada vez más extrañado del aparente terror de la secretaria, pero nada lo había preparado para lo que vio cuando atravesó la puerta de la gerencia: los malévolos ojos color ámbar del hombre al que le había derramado el café encima, ahora su nuevo jefe, lo observaron, y en su cara se dibujó una sonrisa llena de malos presagios. Wei Wuxian por fin entendió por qué le habían dado ese puesto, y casi se atoró con su propia saliva.
***
—¡Wei Wuxian! ¡¡Ven aquí en este instante!!
El chico rodó los ojos:
—Ya empezó a rugir temprano...
—¡¿Se puede saber qué demonios es ésto?! —El inexperto secretario había cometido el enésimo error de la semana, y a pesar de que WangJi pensaba divertirse consumando su venganza, ya se estaba desesperando por lo ineficiente que era—. ¡¿Qué demonios es lo que te pasa?! ¡¿Ni siquiera eres capaz de transcribir un simple documento?!
—Wangji.... Tus gritos se oyen afuera... —Desde la puerta, XiChen observó la escena, algo apenado por el pobre secretario que aguantaba, estoico, los gritos de su hermano.
—¡Estoy retrasado, XiChen, y todo por culpa de este incompetente! —WangJi se levantó de su silla e hizo una bola con los papeles que le había llevado Wuxian, y después lo arrojó a la papelera con un fuerte manotazo—. ¡Quiero ese documento en mi escritorio en media hora, y te juro, Wei Wuxian, que si lo vuelves a traer mal hecho, mañana empiezas a trabajar en el garaje acomodando autos!
El secretario le respondió con fría cortesía:
—En media hora tendrá su documento, Señor Gerente —respondió, mientras lo observaba sin una pizca de miedo.
XiChen se rió cuando Wei Wuxian abandonó la oficina:
—Cálmate, hermanito... ya va a aprender.
Lan WangJi le dio un golpe al escritorio mientras se tiraba en su silla:
—¡¿Pero te das cuenta de que encima me desafía?! ¡Lo voy a transferir al departamento de limpieza! ¡¡Que lave los baños de la empresa por el resto de su vida!!
Wei Wuxian rehacía el documento mientras escuchaba los gritos de Lan WangJi y las carcajadas de Lan XiChen, tecleando en su computadora:
—Ese maldito… —musitó, con ganas de volver a la oficina de su jefe y cantarle cuatro frescas. Pero, por desgracia, no podía.
***
El primer mes de Wuxian como secretario había pasado entre los gritos y los reclamos del gerente: que si el café no estaba bien caliente, que si la agenda no estaba completa, que si los documentos estaban mal redactados o los recados no estaban bien. Pero se consoló al recibir su primer cheque de pago, aunque no estaba seguro de recibir otro igual al mes siguiente, ya que continuamente era amenazado con ser degradado a limpiador, jardinero o cuidacoches.
—¿Cómo lo soportas, Wei Wuxian? ¿Sabes la cantidad de secretarios que ha tenido? A la última le dio un ataque de histeria. —Otro auxiliar contable, que había trabajado con él hasta su transferencia, lo miraba con un poco de lástima.
—Ojalá ella lo hubiera golpeado. Se lo merece... —El secretario se había acostumbrado a no agachar la cabeza cuando Lan WangJi le gritaba, pero eso alimentaba la frustración de su jefe y hacía que lo tratara aún peor. Pero a fuerza de la presión del gerente, su trabajo había mejorado, y pronto se transformó en un secretario eficiente y que sabía adelantarse a sus necesidades, aunque nunca logró que Lan WangJi lo tratara mejor.
Cuando ya no tuvo nada que recriminarle, porque su café llegaba a la temperatura justa, su agenda estaba perfecta, y sus labores bastante allanadas por el secretario, el gerente cambió sus gritos y amenazas por un trato frío y cortante.
***
—Wei Wuxian... —El cordial saludo de Lan XiChen siempre era un bálsamo para el secretario. Se habían cruzado en el comedor de la empresa, ya que al gerente le gustaba comer allí, rodeado del personal.
—Señor Gerente... —El chico le hizo una reverencia, aunque sabía que al hombre no le gustaba el protocolo.
—¡Vamos, Wei Wuxian, no seas tan acartonado! Yo no soy tu jefe... —XiChen se rió y contagió al secretario—. ¿Cómo se está portando mi hermanito?
—Bien, señor, muy bien. Ya no me grita...
—Eso quiere decir que te está aplicando el tratamiento del hielo, ¿verdad? Típico de WangJi...
—¿Le hace lo mismo a todo el mundo?
—No a todos. A la mayoría les grita. Pero el que te trate con frialdad es un buen indicio.
El chico no entendió lo que Lan XiChen quería decir, y le preguntó:
—¿Un buen indicio?
—Sí, de que está conforme con tu desempeño. ¡Felicitaciones, Wei Wuxian, a mi hermanito le caes bien!
El secretario pensó que era muy temprano para que el gerente anduviera borracho y diciendo incoherencias.
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Mi Secretario
Fanfic-No sé quién se atreverá a tomar ese puesto. Tendremos que buscarte un secretario que no te conozca. Tal vez en otra ciudad... -Lan XiChen se rió de su propia ocurrencia. -Hay alguien. -Lan WangJi no se había olvidado de la soberbia con que lo había...