Capítulo 17- Rencores antiguos

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Lan WangJi había logrado ubicar el lugar en donde los auditores del gobierno operaban en la ciudad, y fue allí a buscarlos. Lo recibió un hombre mayor:

—Adelante, señor Lan...

—Buenas tardes. ¿Usted es el licenciado Wei Ying?

—Lo siento. Èl no se encuentra en este momento, pero puede hablar conmigo. Mi nombre es Li Zhang, y soy el encargado de la investigación que se está haciendo en Lan Enterprises. Wei Ying es mi ayudante —le dijo el hombre, mientras le ofrecía un asiento.

—Venía a hablarle de mi hermano Lan XiChen, señor. Él es inocente...

El mayor lo interrumpió:

—Mire, señor Lan, nosotros somos funcionarios de una agencia gubernamental que se encarga de investigar maniobras fraudulentas. La usura es un delito penal —le explicó—. Yo no puedo hablarle de los detalles de la investigación, pero sí puedo decirle que hay muchas pruebas en contra de su hermano.

—¡Pero usted no entiende! ¡El que hizo todo eso seguramente fue mi tío! ¡Él debe haber buscado la forma de incriminar a mi hermano!

—No hay pruebas en contra de su tío. Por lo menos en la empresa no se encontró nada. Nosotros no podemos acusar a Lan Qiren basándonos en que usted supone que es culpable. Así no funciona la justicia, señor Lan.

Li Zhang no le quiso decir a Lan WangJi que su asistente tenía la misma teoría que él: Wei Ying aún estaba en Lan Enterprises, buscando pruebas de la inocencia de Lan XiChen.

—Dígame, señor WangJi, ¿puede proporcionarnos algunos nombres de emoresarios que sean cercanos a su tío?

                         ***

Unas horas más tarde, cuando Wei Ying volvió a la oficina, Li Zhang lo esperaba con un fajo de papeles.

—Wei, tengo un nuevo trabajo para ti.

—¿Sí, señor Li? ¿Cuál?

—Hace un rato vino el hermano de Lan XiChen, buscando entrevistarse contigo. Como tú no estabas, lo atendí yo, y él me explicó un par de cosas: parece que tiene la misma teoría que tú de que el verdadero culpable del delito de usura es su tío y no su hermano. Él no tiene pruebas, pero le pedí que me facilitara los nombres de los empresarios más cercanos a Lan Qiren. Tú tendrás que investigar si recibieron alguna inyección extraordinaria de dinero. 

Li Zhang notó el temblor de las manos de Wei Ying cuando tomó los papeles, y la ligera palidez de su rostro, pero no le dijo nada. Suponía que algo muy malo le había sucedido en Lan Enterprises, porque notaba su especial empeño en buscar pruebas contra su presidente.

—Gracias, señor Li. Enseguida me pondré a investigar esto…

—Wei Ying... ¿Estás bien? Desde que llegamos a esta ciudad te noto extraño, y mira cómo éstas ahora; ¡pareces a punto de desmayarte!

El menor se sentó un momento, porque ya no podía mantenerse en pie:

—Lo siento, señor Li. Es que no he dormido bien últimamente… 

—Eso no te lo crees ni tú —replicó el mayor—. Pero bueno, si no quieres hablar, te entiendo... Solo quiero que sepas que si necesitas mi ayuda, aquí estoy.

—No es que no quiera hablar de eso, señor Li… Es que el tiempo que trabajé en Lan Enterprises fue muy difícil, aunque los hermanos Lan me ayudaron mucho. Por eso me duele haber sido yo el que descubriera las pruebas contra Lan XiChen. 

—Tú ibas tras Lan Qiren, ¿verdad? Me imagino que ese hombre no fue bueno contigo...

—No, no lo fue. —Wuxian luchó por conservar la compostura y no ceder a sus emociones—. Lan Qiren es una mala persona, y yo quiero probar que también es un delincuente. 

—Bueno, tal vez con los papeles que te di puedas encontrar algo…

—Sí, me pondré a investigar ésto ya mismo. —Wei Ying, un poco más recuperado, estaba a punto de salir de la oficina, pero se dio vuelta y volvió a enfrentar a Li Zhang—. Debo pedirle un favor, señor Li.

—¿Qué necesitas?

—Quisiera evitar encontrarme con Lan WangJi. Me gustaría que si él vuelve por aquí, usted lo atendiera. ¿Podría hacer eso por mí?

—¿Él también fue malo contigo?

Wei Ying suspiró:

—Al contrario. Él es la persona más buena y noble del mundo, y yo me siento una basura por haber metido a su hermano en problemas…

                          ***

—¿No hay nada que podamos hacer? —le preguntó Lan WangJi al abogado de su hermano.

—Por ahora no, señor Lan. Lo único que podemos hacer es esperar a que los auditores del gobierno investiguen los estados financieros de esas personas que usted les señaló. Si alguno de ellos pidió un préstamo, tal vez podamos conectarlo con su tío. No quiero darle falsas esperanzas, porque todavía existe el tema de las firmas de su hermano. Lo único que lo podría salvar sería una confesión directa de su tío; pero no creo que eso vaya a suceder…

—Ni yo tampoco. Lo único que podemos hacer es confiar en que si esas personas tienen deudas con mi tío, confiesen para eludir el pago. —Lan WangJi estaba decidido: iba a buscar a esos hombres para tratar de convencerlos de que dijeran la verdad.

                         ***

Industrias Mang era una empresa de venta de repuestos industriales, que se había visto en aprietos económicos por malos manejos financieros por parte de sus dueños. Ellos intentaron pedir préstamos a los bancos oficiales, pero estaban casi en bancarrota: nadie les iba a  prestar dinero. Al final acudieron a un usurero; el interés era mucho mayor, pero ya no tenían opciones. Con ese dinero pudieron hacer despegar la empresa, y tiempo después pagaron el préstamo. Estaban tranquilos.

Pero esa tranquilidad se vio sacudida por la llegada de los auditores del gobierno, que encontraron una maniobra sospechosa en sus libros contables: habían pasado de estar casi en quiebra a pagar la mayoría de sus deudas, en pocos meses.

WangJi entró al hall de Industrias Mang con la intención de entrevistarse con uno de los socios, un viejo amigo de su tío. Al entrar vio un poco de desorden por parte de los empleados: algunos corrían cargando cajas de documentos, y otros hablaban por teléfono, gesticulando con nerviosismo: algo andaba mal.

—Mi nombre es Lan WangJi, y tengo una entrevista con su jefe, fijada para esta hora —le indicó a la secretaria del amigo de su tío.

—Lo siento, señor Lan, pero todas las entrevistas están suspendidas por el momento. Nos están haciendo una auditoría…

WangJi salió de la oficina pensando en aquel hombre, Wei Ying, que  había auditado a Lan Enterprises. Necesitaba hablar con él. Comenzó a preguntar a los funcionarios de la empresa, hasta que uno le indicó en dónde estaba.

WangJi entró a una oficina y alcanzó a ver una cabellera oscura detrás de la pantalla de una computadora, y trató de aclarar su mente: tenía que explicarle a ese hombre, de la mejor manera, todo lo que sabía:

—¿Señor Wei Ying?

La cabeza se levantó y un par de ojos helados se lo quedaron mirando. WangJi lo reconoció enseguida, pero al mismo tiempo sintió que estaba frente a un completo desconocido.

Mi SecretarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora