Capítulo 15- Mensajes sin respuesta

1.7K 309 12
                                    

Lan WangJi se había acostumbrado a escribir algún pequeño mensaje que dejaba en el correo de Wei Wuxian. Ya ni sabía por qué lo hacía: su antiguo secretario y amigo había desaparecido de su vida, y no había dejado ni un rastro que él pudiera seguir.

Después de buscarlo por meses, se dio por vencido y ahí fue que comenzó a volcar su vida en lo que escribía, casi como si estuviera haciendo un diario que lo ayudaba a olvidar su pena.

Le dijo que comprendía su decisión aunque hubiera querido ayudarlo a terminar su carrera, y también que por fin se había decidido a decir la verdad: un día, cansado de los intentos de su tío por volver a emparejarlo con Wen Qin, le confesó su opción sexual. Después de soportar por meses el desprecio del mayor, se fue de Lan Enterprises para abrir una pequeña empresa de marketing; le había vendido su parte del negocio a XiChen.

Luego de meses que se hicieron años, sin noticias de Wuxian, se obligó a dejar de escribirle, y trató de olvidarlo.

                           ***

—¿Cómo estás, hermanito?

—Bien, XiChen. Un poco más tranquilo...

—Me alegro. Tus pruebas finales fueron difíciles, pero por suerte ya te recibiste de técnico en administración de empresas, y ahora vas a poder descansar un poco.

—No lo creo. Mi negocio de a poco está creciendo y ocupando todo mi tiempo. ¿No querrías venir a trabajar conmigo? Necesito un asesor en informática.

—¿Y soportar tus gritos? ¡Ni loco! —las carcajadas de su hermano alegraron un poco a WangJi.

—Sabes que ya no hago eso. La experiencia me enseñó a ser más paciente. 

—Lo sé. Hace tiempo que no cambias de secretario... —Un segundo después de decir esa frase, Lan XiChen se arrepintió: había vuelto a abrir la herida de su hermano: Wei Wuxian. El mayor de los Lan nunca había logrado que WangJi le hablara del tema, aunque sabía que no era feliz a pesar de sus logros profesionales.

Después del escándalo que se armó cuando rechazó a Wen Qin, y terminó gritándole en la cara a su tío que no iba a casarse nunca con una mujer, porque era gay, la vida de WangJi se transformó en una tormenta de la que pudo salir cuando vendió sus activos de Lan Enterprises y empezó de nuevo, lejos de la creciente homofobia del hombre mayor. WangJi sufrió en carne propia el desprecio y los destratos que había recibido Wuxian, y se sintió aún más culpable por no haberlo protegido.

XiChen estaba seguro de que su hermanito se había enamorado de Wei Wuxian. Pero sabía que jamás se lo iba a confesar.

                             ***

Lan Qiren trabajaba en su oficina, como todos los días. Desde que su mano derecha, WangJi, no solo le había confesado su homosexualidad, sino que se había marchado de la empresa, su trabajo se había visto redoblado. Pero eso era lo que menos le importaba: el más cercano de sus sobrinos, al que había criado como a un hijo, le había clavado un cuchillo en la espalda con su confesión: seguro como estaba de haberle arreglado un muy buen matrimonio, sus esperanzas de conseguir una alianza familiar con el dueño de los principales bancos de la ciudad se habían ido por la borda. Su otro sobrino, XiChen, nunca había accedido a salir con las herederas que había intentado presentarle. 

—Señor Presidente —La secretaria se presentó en la oficina y sacó al mayor de sus turbios pensamientos—, hay dos señores que dicen ser auditores del gobierno. Vienen a revisar los libros contables...

El hombre mayor se sorprendió: Lan Enterprises tenía algunos contratos con el gobierno, pero jamás le habían hecho una auditoría sin avisarle unos días antes. Para eso le pagaba muy buen dinero a un funcionario corrupto.

—Hazlos pasar... —le dijo a la mujer, intentando que su voz no lo delatara. 

Un hombre mayor y otro más joven, vestidos de traje y corbata, con portafolios y carpetas en las manos, entraron a la oficina de Lan Qiren. Cuando el presidente les extendió la mano para saludarlos, se quedó congelado:

—¡Wei Wuxian…! —exclamó al ver al más joven de los hombres.

—¿Este hombre te conoce, Wei? —preguntó el otro recién llegado.

—Sí, señor Li. Trabajé en esta empresa, hace unos años, como auxiliar contable, y también como secretario ejecutivo de uno de los gerentes, antes de recibirme de contador público.

—Oh... ya veo —dijo el hombre, que no se percató del ligero temblor de la voz del menor cuando nombró al gerente—. Bueno, ya que se conocen, tal vez las cosas sean más fáciles. Mi nombre es Li Zhang, contador público encargado de las auditorías externas del gobierno, y Wei Ying es mi asistente.

Una fría sonrisa se dibujó en la cara de Wuxian, y Lan Qiren se puso pálido.

Mi SecretarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora