Capítulo 13- Huir por miedo

1.9K 302 5
                                    

A Lan WangJi le resultó difícil hacer que Wei Wuxian se calmara, a pesar de su promesa de que nada en su vida iba a cambiar. Al final logró que se durmiera, y se quedó un rato, sentado en su sala, porque no quería dejarlo solo en ese estado. Lentamente fue cayendo la noche, y WangJi recordó que le había prometido a su hermano volver a llamarlo:

—¡WangJi! —exclamó XiChen, que había estado esperando, y ya se estaba poniendo ansioso—. ¿Qué pasó? ¿Pudiste encontrar a Wei Wuxian?

—Sí, hermano. Había dos empleados de nuestro tío, que se atrevieron a romper la cerradura y meterse sin su permiso. Por suerte llegué a tiempo antes de que lo desalojaran, sino iba a ser imposible encontrarlo. Estaba muy angustiado, pero logré que se durmiera…

—Pobre chico… No quiero ni pensar en la humillación que le habrá hecho pasar nuestro tío… —XiChen le había contado a WangJi los descubrimientos de Lan Qiren acerca de la vida privada de Wei Wuxian, y los dos se habían jurado mantener el secreto.

—Si el tío se enterara de mi verdad, también me humillaría como a Wei Wuxian… 

—WangJi, dime la verdad. Tú y ese chico, ¿tienen algo? 

—¡No, XiChen! Nos hicimos amigos, pero no hay nada entre nosotros.

—¿Pero te gusta?

—¡Ay, por dios! No me preguntes esas cosas...

—WangJi... ¡Eres tan estructurado, hermanito! 

Lan WangJi siempre había sabido que no le gustaban las mujeres, y había tenido algunas relaciones pasajeras, que nunca prosperaron, más que nada por su miedo a ser descubierto con otro hombre. Se sentía solo, incapaz de saber lo que era enamorarse y vivir el amor con libertad, y cuando su tío arregló su compromiso con Wen Qin, no se atrevió a rechazarlo.

—Yo sé lo que soy, XiChen, y me acepté hace mucho. Pero cometí un error cuando cedí a la presión de mi tío. En algún momento luché contra mis instintos e intenté que Wen Qin me gustara, pero fue imposible. Y ahora que se descubrió su verdadero carácter, ya no quiero ni verla. Y tampoco podría acercarme a Wei Wuxian, aunque me gustara. Solo le haría daño…

—¿Pero te das cuenta de que nuestro tío puede hacerle daño solo con divulgar su condición sexual entre los empleados de la empresa? Lo convertiría en la comidilla de Lan Enterprises...

—No va a poder hacerlo. Si lo intenta, yo le revelaré mi secreto y lo amenazaré con decírselo a todo el mundo. No podrá manejar la vergüenza de tener un sobrino homosexual…

—¡Hermano! —exclamó XiChen, espantado—. ¿Serías capaz…?

—Espero no tener que llegar a tanto, pero lo haré si así logro que deje en paz a Wei Wuxian.

Lan WangJi escuchó ruidos en el dormitorio, y se despidió apresuradamente de su hermano. Como un sonámbulo, Wuxian salió rumbo a la cocina. Cuando vio la silueta de WangJi recortada contra la luz de la ventana, en la penumbra de la sala, no lo reconoció, y gritó, sobresaltado:

—¡Por Dios! Pensé que eran los que venían a desalojarme...

—No te preocupes. —Lan WangJi le respondió con una leve sonrisa que no fue correspondida por el disgustado Wuxian—. Solo estaba esperando a que despertaras. No quería dejarte solo hasta estar seguro de que estuvieses mejor.

—Estoy bien, gracias. Voy a tomar un poco de agua, y creo que seguiré durmiendo.

—Te dejaré descansar, Wei Wuxian. Pero mañana a primera hora te quiero en la oficina. ¿Irás?

Mi SecretarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora