—¡Lan Zhan! ¡Amor! ¡Ya llegué! —Wei Ying entró al apartamento luego de su día de trabajo, y lanzó su portafolios, con descuido, sobre un sillón, mientras se aflojaba la corbata a tirones.
WangJi, que aún no había regresado a su ciudad, lo esperaba. Un exquisito aroma salía de la cocina: decidido a mimarlo, esperaba a su pareja con su comida preferida.
—¡Me voy a poner gordo, Lan Zhan…!
—Pero, ¿qué dices? Ya lávate las manos y ven a cenar... —WangJi intentó poner cara de enojo, pero se puso feliz de tenerlo con él. Esperaba ansioso a que regresara: Wei Ying llenaba el silencioso hogar con su alegría desbordante y la desfachatez que lo caracterizaba, cuando entraba a los gritos y reclamando afecto:
—Ya me lavo las manos. ¡Pero primero quiero mi beso!
No pudieron besarse sin olvidar todo, hasta la cena. Pronto el piso de la sala fue el destino de su ropa que, quitada con prisas y sin ningún cuidado, fue marcando el camino hacia el dormitorio, donde llegaron desnudos y fundidos en un abrazo.
WangJi había aprendido a conocer a su pareja: sabía qué lo encendía, qué partes de su cuerpo se volvían más sensibles cuando él las tocaba, y llevaba a Wei Ying a su punto máximo de deseo solo con tocarlo, haciendo que al fin el chico le rogara que lo hiciera suyo:
—¡Lan Zhan...! Eres malo… —Entre los brazos de WangJi, con la piel que parecia quemar bajo sus manos, que lo recorrían sin una pizca de vergüenza, Wuxian, a punto de explotar, pegó su cuerpo contra el de su amado—. Quiero…
—¿Qué quieres, amor? —le dijo WangJi al oído, después de dejar un beso en su mejilla—. Solo dímelo...
Los ruegos, pedidos o exigencias, lo que fuera, todo era complacido, y Wei Ying solo podía entregarse a las sensaciones que le daba su amado: besos cálidos, vaivenes suaves y profundos, caricias, miradas llenas de deseo y palabras de amor entrecortadas, y el éxtasis final, que sacudía todas las fibras de su cuerpo y lo dejaba sin aire, extenuado.
Wei Ying se ponía muy cariñoso después, y no dejaba que Lan Zhan se fuera de su lado ni dejara de abrazarlo:
—Amor...
—¿Qué? —Wangji acariciaba su espalda con suavidad; creía que ya estaba dormido.
—Tengo hambre… —respondió el chico, mientras hacía un puchero.
WangJi se rió, pero después recordó que no habían cenado, y que Wei Ying hacía muchas horas que no comía:
—¡Oh, lo siento! ¡Me olvidé de la cena! Ve a darte una ducha mientras yo te preparo una bandeja y te la traigo a la cama.
—¡Pero no es necesario! Yo puedo ir a cenar al comedor...
—¿Quieres hacerme caso por una vez en la vida, Wei Wuxian? —El tono serio de su amado era tan falso que hizo reír al chico, aunque igual hizo lo que le pidió.
Mientras cenaba en la cama, WangJi se quedó a su lado, en silencio y con una expresión que se iba poniendo cada vez más triste:
—Wuxian...
—¿Sí?
—Me llamaron de mi empresa...
Wei Ying sabía lo que eso significaba: Lan Zhan había postergado su regreso para quedarse con él. Pero no podía continuar así: los asuntos de su empresa lo reclamaban, y en algún momento iba a tener que regresar.
El chico no pudo evitar ponerse también triste, porque su convivencia con Lan WangJi había sido demasiado buena, y los dos habían logrado comprender que no querían vivir alejados.
—¿Cuándo te vas? —le preguntó, tratando de que su voz no se quebrara.
—Pasado mañana... —respondió WangJi, con tristeza.
***
El vuelo de WangJi partía hacia su ciudad al mediodía, pero Wei Ying se fue a su trabajo por la mañana. Lo prefirió así: quiso desayunar junto a su amado como si fuera a ser un día normal, aunque no pudo evitar que se le escaparan algunas lágrimas cuando abrazó a Lan Zhan por última vez. No tenían idea de cuándo habría otra oportunidad para estar así, viviendo como una pareja.
WangJi alistó su maleta, y cuando salió de la casa y cerró la puerta, se quedó con la llave que Wei Ying le había dado: en esa ciudad ése era el hogar de los dos.
Después de probar la felicidad que había experimentado, ya no quería vivir solo. El entorno de Wuxian era amigable y comprensivo con su elección de vida, y él entendió que no era quién para arrancarlo de allí. Ése también era un buen lugar para que él se instalara, porque nadie lo iba a juzgar ni a criticar por vivir junto a su pareja. El problema era su empresa, que en los últimos años había crecido bastante. No estaba seguro de poder empezar de cero si la trasladaba a otra ciudad.
***
—¡No sé qué voy a hacer, XiChen! —se lamentó el menor de los hermanos, que había vuelto hacía dos días y ya estaba amargado, extrañando a su pareja.
—Pero mírate, WangJi, ¡que enamorado estás...! —El mayor se burló un poco de su hermanito, pero trató de consolarlo pasando su brazo por sus hombros, con afecto—. Quédate tranquilo. Todo va a solucionarse.
—Wei Ying va a volver en unas semanas, para el juicio, pero después su trabajo aquí se terminará y no podremos vernos con tanta frecuencia. XiChen, ¡yo quiero mudarme para su ciudad! ¡Ya no quiero estar lejos de él…!
—Pero, WangJi, ¿qué pasará con tu empresa?
—No lo sé, hermano. No tengo idea... —El menor de los hermanos no sabía qué hacer. Sabía que su deseo más grande era vivir con Wuxian, pero tenía ante él una etapa difícil: el juicio, para el que faltaba muy poco tiempo, y que podía significar el procesamiento de XiChen, si los abogados no podían probar que había actuado engañado por su tío. No era momento de pensar en sí mismo y en sus deseos.
***
Lan Qiren tenía a Shuei Fan en un puño: conociendo cómo se manejaban los abogados, estaba seguro de que iban a intentar llegar a un arreglo con él, para que confesara. Pero Fan ya había cometido demasiados crímenes a su nombre, en la empresa farmacéutica, que estaba a su nombre a pesar de que él manejaba todos los hilos. Había una investigación policial en curso, y pronto la verdad saldría a la luz.
—No puedes hacer nada raro, Shuei Fan. Todo lo que se hace en la farmacéutica es tu responsabilidad. ¡No se te ocurra traicionarme, o irás preso por muchos delitos!
—¡Eres una basura, Lan Qiren! ¡¿Qué demonios estás haciendo en esa empresa?!
—Ya vas a enterarte... La policía seguramente encuentre algunas cosas interesantes. Y de esas cosas, yo tampoco tendré nada que ver, por supuesto.
—¡Si fuiste capaz de incriminar a tu propio sobrino, no quiero ni saber en qué maniobras me habrás metido, maldito!
—¡XiChen es un idiota! Mucho más fácil de manejar que WangJi... Firmó todo lo que le ordené y ni siquiera se dio cuenta... —El rostro del hombre se deformó por una mueca de desprecio—. Los crié a los dos como a mis propios hijos, y jamás siguieron mis enseñanzas. XiChen nunca quiso comprometerse con las chicas que conseguí para él. Y WangJi... Ese pequeño malnacido se dejó llevar por Wei Wuxian, y se hizo homosexual como él...
—¿Y solo por que no te obedeció, vas a hacer que Lan XiChen vaya a la cárcel?
—Es un delito económico y primario; no va a estar mucho tiempo preso.
Shuei Fan lo observó, asombrado:
—¡Eres el ser más inhumano que ví en mi vida…!
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Mi Secretario
Fanfiction-No sé quién se atreverá a tomar ese puesto. Tendremos que buscarte un secretario que no te conozca. Tal vez en otra ciudad... -Lan XiChen se rió de su propia ocurrencia. -Hay alguien. -Lan WangJi no se había olvidado de la soberbia con que lo había...