Wei Ying parecía una sombra: delgado y ojeroso, había pasado noches sin dormir intentando buscar una solución para su pareja, y no había logrado nada más que darse la cabeza contra la pared una y otra vez. Lan WangJi había confesado un crimen, y eso no tenía vuelta atrás. Por una extraña razón que él no logró comprender, cuando fue a visitarlo a la cárcel no pudo verlo: WangJi solo quería hablar con su hermano.
—¡¿Por qué no quiere verme?! ¡¿Qué es lo que le pasa, XiChen?! —le preguntó Wuxian a su cuñado, casi a los gritos.
—¡Debes tranquilizarte, Wuxian! WangJi no desea que te quedes atado a esta ciudad y que sigas viniendo a verlo. Él prefiere que te vayas y sigas con tu trabajo. Recuerda que debes ayudar a tus padres… —le explicó el mayor, con tristeza. Sabia que sus palabras iban a ser dolorosas para él—. No puedes tirar todo tu esfuerzo de años por la borda y quedarte aquí. Él no va a recibirte. Lo siento…
—¡¿Pero está loco?! ¡¿Cómo me va a rechazar de esa manera?! —No podía entender el razonamiento de su pareja. Pero lo que él no sabía, era que Lan Zhan no quería verlo porque sabía que iba a derrumbarse ante su presencia, y no deseaba ponerlo peor de lo que ya estaba. Esperaba que al rechazarlo y no mostrarle sus sentimientos reales ni su tristeza, el chico finalmente se iría de la ciudad y continuaría con su vida. Lan Zhan pensaba que conocía bien a Wuxian, que su deber filial iba a estar antes que nada, y que finalmente se iba a dar por vencido. Pero no lo conocía tan bien como pensaba.
—Cuando vuelvas a visitarlo, XiChen, dile que no pienso irme de la ciudad hasta que pueda verlo. Y si se niega, dile que renunciaré a mi trabajo. ¡Me emplearé aquí de lo que sea; él no puede obligarme a que me vaya!
—Debes calmarte, Wuxian... Te prometo que hablaré con él, pero es importante que no te vuelvas loco con esta situación. Puedes irte a tu ciudad y continuar con tu trabajo, y venir cada tanto a verlo. Tal vez así acepte.
—¡De ninguna manera! —exclamó el chico, resuelto—. Ya avisé en mi trabajo que me voy a tomar una licencia extraordinaria. Tengo ahorros y con ellos podré ayudar a mis padres, y pienso dedicar todo mi esfuerzo a probar que Lan Qiren es el único culpable. —Wei Wuxian observó fijamente a XiChen. Su mirada provocaba miedo:
—Está bien, Wei Ying… Si tienes que hacer que yo vaya a la cárcel en lugar de WangJi, es lo que me merezco...
Wei Wuxian lo miró con incredulidad:
—¿Pero qué dices? ¿Acaso crees que te voy a mandar a la cárcel? Tiene que haber otra solución ¡Yo no quiero que ninguno de los dos cargue con la culpa de los delitos de tu tío!
—Ya se investigó todo, Wuxian: se levantó hasta la última piedra de Lan Enterprises y de LanShuei Inc —XiChen comenzó a angustiarse—. ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo ayudaremos a WangJi?
—No lo sé. Pero algo se me ocurrirá —dijo el chico, con la voz apagada—. Pero lo que no debemos hacer ahora es llorar ni lamentarnos. ¡Tenemos que ponernos a trabajar!
***
—XiChen...
—¡WangJi, hermanito...! —El mayor intentaba mantenerse fuerte, pero cada vez que veía a su hermano menor salir por la puerta de rejas, rumbo a la sala de visitas, se llenaba de remordimientos.
—Tranquilízate, XiChen; todo está bien. No he tenido problemas en este lugar... —WangJi estaba destrozado por la confesión de su tío, pero nunca le iba a contar nada a su hermano. Prefería llevar esa carga él solo.
—WangJi... Wuxian está afuera, y espera que hoy le permitas que te vea... —Cuando su hermano le transmitió el pedido de su pareja, la cara del menor se contrajo en una mueca de dolor, pero hizo un gesto negativo con la cabeza, sin pronunciar palabra. XiChen protestó—: ¿Por qué eres así, WangJi? ¿No entiendes que Wei Wuxian ya tomó su decisión, y que no va a irse? Ya hizo todos los arreglos para quedarse aquí. No piensa volver a su trabajo...
—Pero, ¿de qué va a vivir? —exclamó el menor, alarmado—. ¿Y cómo va a mantener a sus padres?
—No lo sé. Pidió licencia por tiempo indefinido.
—¡No puede ser! ¡Van a despedirlo!
—Ya no le importa nada, WangJi. Sólo quiere verte. ¡Recíbelo, por favor, hermanito!
***
Como suponía, solo con ver a lo lejos la cara, surcada por la tristeza, de Wuxian, WangJi casi no pudo reprimir su propia angustia ni el deseo de abrazarlo aunque solo fuera una vez. Pero no podían tocarse:
—Wuxian… ¿qué haces aquí? ¿Por qué no volviste a tu trabajo? —intentó reprocharle. Su pareja lo observó sin hacer caso a sus protestas, feliz de verlo otra vez:
—Te extrañé tanto, Lan Zhan… —susurró. WangJi se desarmó por completo: la suave voz de su amado era difícil de resistir.
Sentados uno frente al otro, solo pudieron conversar, y llevado por su propia tristeza y necesidad de descargar su corazón, WangJi le contó la triste historia familiar que le había confesado su tío.
Wei Ying por fin entendió el origen de los actos del ex presidente de Lan Enterprises. Sus sobrinos eran dos inocentes, que habían pagado por el error de su madre.
—Pero, Lan Zhan... ¿Por qué te lo dijo justo ahora?
—Tú no viste su cara. Yo no sé si tenía intenciones de decirlo o no, pero creo que está tan sobrepasado por lo que está viviendo, que al final se le vino todo encima y solo explotó y soltó ese secreto del pasado.
—¿Y qué vas a hacer, Lan Zhan?
—No puedo hacer nada... —La cara de WangJi reflejó toda la tristeza que venía soportando en los últimos días—. También debo guardar el secreto. XiChen nunca debe enterarse de ésto.
—¡Pero, amor! —protestó el chico—. ¡Eso puede servir como una prueba de que tu tío tenía problemas personales con XiChen, y que por eso no le importó usarlo para ocultar sus delitos!
WangJi se alarmó:
—¡No se te ocurra hacer una tontería, Wei Wuxian! —exclamó—. Si vuelves a meter a mi hermano en un problema, ¡te juro que nunca más volveré a mirarte a la cara! —Pero el rostro del chico, impasible y firme, lo asustó aún más:
—Haré lo posible por no inculpar a tu hermano, pero no voy a permitir que sigas más tiempo en la cárcel si está en mi mano impedirlo...
—¿Aún a costa de tirar por tierra nuestra relación, Wuxian? ¿Serías capaz de hacerme algo así?
El chico se levantó de su asiento con lentitud y sin dejar de observarlo. A WangJi le pareció volver a ver a aquel Wei Ying endurecido y frío que había vuelto para vengarse después de cuatro años. Ya no pudo reconocer a su querido Wuxian en ese rostro.
—Trataré de hacer el menor daño posible, pero tengo que llegar a la verdad. Lo siento, Lan Zhan.
El chico se dio media vuelta y se retiró del lugar sin atender a los desesperados ruegos ni a las amenazas de su pareja. Si el costo de liberar a su amado era perderlo, lo iba a pagar con gusto.
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Mi Secretario
Fanfiction-No sé quién se atreverá a tomar ese puesto. Tendremos que buscarte un secretario que no te conozca. Tal vez en otra ciudad... -Lan XiChen se rió de su propia ocurrencia. -Hay alguien. -Lan WangJi no se había olvidado de la soberbia con que lo había...