Capítulo 24- Heridas del pasado

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Después de varios días de arduo trabajo, la maraña de empresas subsidiarias de LanShuei Inc. por fin comenzó a desenredarse.

Lan Qiren no podía creer la meticulosidad con la que Wei Ying había buscado pruebas en su contra. El auditor no había dejado nada sin revisar:

—¡Maldito Wei Wuxian! —El mayor daba vueltas por el escritorio de su casa, mientras Shuei Fan, con la mirada baja, esperaba a que su furia se calmara—. ¡Debemos hacer algo para detener a ese desgraciado!

—¿Pero qué podemos hacer, señor Lan? Él es un funcionario del gobierno. Es intocable...

—Nadie es intocable, Shuei, y Wei Wuxian tiene secretos que no le sirve que sean divulgados...

                        ***

Luego de bastante trabajo, los auditores dieron con un subcontratista, muy bien escondido en una de las empresas subsidiarias de LanShuei Inc., y que pertenecía a un laboratorio médico. Sospechaban que ése era el lugar en donde se escondía el gran secreto de Lan Qiren. Habían conseguido el permiso para auditar ese laboratorio subcontratado, y después iban a dejar la investigación para las autoridades:

—Bueno, muchacho, nosotros llegamos hasta aquí. Cuando auditemos el laboratorio nuestro trabajo estará concluído, y podremos irnos de la ciudad.

Wei Ying se puso triste: no quería irse lejos de Lan Zhan, pero su trabajo y su vida no estaban allí, y no podía tirar todo por la borda.

Li Zhang vio su expresión confundida:

—¡Alegra esa cara, Wei! Tú y ese chico solo viven a un par de horas en avión.

—Sí, pero ya no va a ser lo mismo...

—¡Que no se te vaya a ocurrir abandonar tu trabajo para venirte a vivir aquí! —exclamó su jefe, alarmado.

—No, para nada. Usted sabe que yo valoro mucho mi puesto en la auditoría, y ahora estoy recibiendo los frutos de mi esfuerzo. Y aparte están mis padres... —Wei Ying había logrado por fin que sus ancianos padres dejaran de trabajar, y él debía ganar dinero para mantenerlos. No podía darse el lujo de perder un trabajo tan importante y redituable como el que tenía, aunque eso lo mantuviera alejado de su amado.

—lo sé, muchacho, lo sé. No te preocupes; si las cosas tienen que ocurrir, seguramente ocurrirán.

—¿Qué clase de filosofía es esa? —Al chico le hacían gracia las frases de su jefe, que a veces querían parecer inteligentes pero eran pura palabrería.

—Frases célebres del filósofo Li Zhang, muchacho... —le respondió el mayor, a las risas.

                         ***

—No puedo decirte nada sobre el caso... —Después de hacer el amor, Wei Ying estaba abrazado a WangJi que, distraído, le había hecho una pregunta acerca de cómo iban los asuntos en LanShuei Inc.

—¡Oh, lo siento, amor! Solo fue una pregunta al azar —le respondió WangJi mientras masajeaba la parte de atrás de su cabeza: ya se estaba acostumbrando a los tirones de pelo que le daba Wuxian cada vez que tenían sexo, pero igual no dejaba de ser un poco doloroso.

—Está bien, no te preocupes. No es personal, ¿lo entiendes? Es que hay una investigación confidencial, que no se puede compartir con nadie... —Con picardía, Wei Ying acercó la boca al oído de su amado, y susurró—, ni siquiera con el esposo… —Después se rió, pensando en que iba a recibir una sacudida, o risas acompañando su broma, pero a cambio recibió un abrazo y un beso largo y dulce:

—¿En serio me consideras tu esposo? —le preguntó WangJi, también en un susurro. 

Wuxian, que ya sabía bien la respuesta, no le contestó. Pero preguntó a su vez:

—¿Y tú también me consideras tu esposo?

—Claro, aunque para eso faltaría algo: que viviéramos juntos.

Wuxian se revolvió, algo incómodo, en sus brazos. WangJi lo soltó, extrañado: él mismo había sacado el tema de ser esposos, pero al mencionar la posibilidad de vivir juntos, parecía rechazar la idea.

—Lan Zhan... yo...

WangJi lo interrumpió antes de que siguiera hablando: no quería forzarlo a tener que explicarse. Aunque le doliera, pensó que su amado aún no estaba preparado para una relación más comprometida con él:

—No te preocupes, Wuxian. No tienes que explicarme nada. Lo siento; fui muy impulsivo. Sé que eso de ser esposos fue una broma tuya, y yo di un paso más allá y te puse incómodo. No te enojes conmigo ¿está bien?

Lan WangJi había entendido todo al revés, y a Wuxian le dolió ver la nube de tristeza que se instaló sobre el ámbar de sus ojos:

—¡Tonto! ¿Qué estás diciendo? Sabes que me encantaría vivir contigo, pero no puedo dejar mi trabajo. Mis padres ya están ancianos y algo enfermos, y yo mantengo su casa y pago sus gastos médicos. —El chico lo abrazó más fuerte, como para que no tuviera dudas de lo que sentía por él—. No puedo empezar de cero en otro lugar cuando ya tengo antigüedad y un cargo más alto en la auditoría. No puedo permitírmelo…

—¡Pero eso no sería problema, amor! Si consigues un trabajo aquí, aunque no ganaras tanto, yo podría ayudarte con los gastos de tus padres...

Wuxian saltó y se retiró de golpe de los brazos de WangJi:

—¡¿Estás loco?! ¿Cómo podría hacer algo así? ¡Mis padres son mi responsabilidad, y no puedo compartir eso con nadie! —La reacción de Wuxian había sido muy extraña: a WangJi le pareció que se había puesto a la defensiva. Lo que no sabía era que su pareja, a pesar de amarlo como lo amaba, aún no tenía la suficiente confianza como para volver a poner su futuro en sus manos, como lo había hecho años atrás. 

El viejo Wuxian había aceptado su ayuda hasta depender de él por completo, viviendo en su apartamento y pagando sus estudios con el sueldo que ganaba en su empresa. Cuando todo falló y tuvo que irse de la ciudad con las manos vacías, algo en su cerebro cambió: ya no quería volver a sentirse tan indefenso como había estado en esos años, y solo de pensar en abandonar la seguridad de su trabajo y volver a retomar una vida de dependencia al lado de Lan WangJi, hizo que se dispararan todas sus alarmas.

Wuxian amaba a WangJi, pero aún no sabía si todo ese amor iba a bastar para curar las heridas del pasado.

Mi SecretarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora